Capitulo 20

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Jungkook se movía como una sombra entre los árboles, sus sentidos agudizados por el peligro constante. Mientras se acercaba a un nuevo grupo de militares, escuchó voces que provenían de un claro cercano. Se agachó detrás de unos arbustos, ocultándose en la penumbra, y aguzo el oído.

-No puedo creer que tengamos que seguir cuidando a ese niño mimado,- dijo uno de los soldados con tono de fastidio.-Solo porque es el hijo del gobernador, todos tenemos que arriesgar nuestras vidas.

Jungkook sintió un escalofrío recorrer su espalda. No tenía idea de que Taehyung era hijo del gobernador. Sus puños se cerraron con fuerza, las uñas clavándose en sus palmas.

-Sí, además, es un miedoso,- añadió el otro soldado. -Siempre está preocupado por cada pequeño ruido. Si no fuera por nosotros, ya estaría muerto.

El primer soldado asintió.

-Exacto. Y pensar que creíamos que estaba aquí y que la bestia lo retenía y al final estaba con la tribu. Resulta que solo sigue aquí y no se va porque su papi lo quiere protegido. Qué desperdicio de recursos.

La revelación golpeó a Jungkook como un martillo. Todo tenía sentido ahora: la cantidad excesiva de militares, la insistencia en capturarlo a cualquier costo. Taehyung no solo era el hijo del gobernador, era un peón en el juego de poder de su padre. Pero, lejos de sentir compasión, el odio de Jungkook se intensificó. Para él, Taehyung había dejado de ser un amigo desde hacía mucho tiempo. Ahora solo era un objetivo más, un símbolo de la traición y del sistema que lo había convertido en una bestia.

Los soldados empezaron a moverse, alejándose del claro. Jungkook permaneció en silencio, sus pensamientos en caos. La información que acababa de descubrir no cambiaba su objetivo. Si acaso, lo reforzaba. Taehyung debía pagar por todo lo que había sucedido, por cada momento de sufrimiento y cada herida infligida.

Con una determinación renovada, Jungkook se levantó y comenzó a avanzar nuevamente, siguiendo a los soldados desde una distancia segura. Sabía que eventualmente llegaría a Taehyung, y cuando ese momento llegara, no mostraría piedad.

Mientras avanzaba, sus pensamientos se volvieron más oscuros. Recordó los días en que ellos eran cercanos, días que ahora parecían parte de una vida diferente. El Taehyung que conocía había sido reemplazado por un traidor, alguien que había elegido la seguridad sobre la amistad y la lealtad.

La mañana avanzaba lentamente, y Jungkook se movía con la precisión de un cazador. El bosque, con sus sombras y susurros, se convirtió en un aliado silencioso. Cada paso lo acercaba más a su objetivo final.

Finalmente, después de horas de seguimiento, divisó el campamento principal. Los soldados estaban dispersos, algunos descansando, otros vigilando. Y en el centro, en una tienda más grande, debía estar Taehyung.

Jungkook respiró hondo, su mente fría y calculadora. Sabía que el enfrentamiento sería inevitable, y estaba listo. La traición y el odio lo habían transformado en algo más que un hombre; era una fuerza imparable que no se detendría hasta que todos sus enemigos estuvieran muertos.

Con pasos firmes, avanzó hacia el campamento, su mirada fija en la tienda central. El momento de la verdad se acercaba, y Jungkook estaba preparado para hacer lo que fuera necesario. Taehyung podía ser el hijo del gobernador, pero eso no cambiaría su destino. La justicia de Jungkook no conocía el perdón.

 La justicia de Jungkook no conocía el perdón

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