Capítulo 8

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Capítulo 8

8.00 Am

Rafael se encargó de despertar a las veinte personas dormidas y contarles lo sucedido. Resumamos: Un experimento se salió de control en los laboratorios de la ciudad. Actualmente hay varios enfermos de una posible rabia en todo el pueblo. Hay varios magnates, o mafiosos, como a Rafael le gusta llamarlos, que se quieren apropiar de la enfermedad y la cura. Supongo que eso significa capturar a un enfermo o llegar al laboratorio y conseguir muestras. Cuando cumplan su cometido, destruirán la ciudad para que no quede rastro de la enfermedad, testigos, ni futuros problemas. El virus y la cura será un negocio seguro en cualquier lugar del mundo: desde guerra biológica, hasta chantajes entre poderosos.

- ...Para sobrevivir debemos llegar a los barcos de rescate en el muelle antes de las 8:00 de la noche. - Concluyó Rafael. ¿Cuál creen que fue la reacción de los oyentes?

Primero un completo silencio. Sentí a mi abuela tensarse. Seguro estaba pensando en cómo advertir al abuelo. Pero el resto:

- ¿Es seguro salir? ¿No es mejor quedarnos y esperar ayuda?

- ¡No saldré a ser merienda de esas cosas!

Pensé que todo quedaría en palabras temerosas. Pero no. En algunos ojos había ira, y pánico. Mientras que otros parecían demasiado perdidos en sus mentes como para dar una opinión.

- ¿Y cómo saldremos? ¡Maldición! ¡Por su culpa estamos prisioneros en una tercera planta! - Dijo apuntando a Rafael.

- ¡Pero que dice! ¡Él nos salvó de esas criaturas! - Exclamó otro.

- De eso nada. ¡Yo lo vi! Subió las escaleras y cerro las rejas. - Relató el primero.

- Disculpe...- Murmuré interrumpiendo al hombre. No era justo que culparan a Rafael por ello. - Yo también estaba ahí. Otros de los supervivientes abrieron la puerta principal intentando huir y...

- ¡Cállate mocosa! - Mi boca se cerró como si una orden fuera. Sentí mis ojos picar de nuevo. No, por favor. No quiero llorar aquí. - También te vi a ti corriendo escaleras arriba.
- ¿¡Estaba en el grupo que abrió la puerta!?

- ¡Por tu culpa estamos así!

No. No. Yo no era de ellos. Solo tenía curiosidad. No dejaría a mi abuela sola. Sentí la mano de la mayor acariciar mi espalda.

- ¡Cállese usted! ¡Cómo se atreve a alzarle la voz a mi nieta!

El ambiente se sentía tenso. Mi abuela y aquel hombre compartían miradas firmes y cortantes. Cada ofensa salía más hiriente, y más alto. Como si eso les fuera a dar la razón. Quería detenerlos. Pero mi voz no tenía fuerza para eso.

- Señores... Señora...- Interrumpió Rafael. - No tenemos tiempo para esto.

Se oyeron más cuchicheos. La abuela resopló a mi lado. Pero guardó silencio, así como el otro hombre.

-Si alguno prefiere esperar ayuda, es libre de hacerlo. - Comentó Rafael.- Le sugiero que suba al techo y espere que el gobierno envíe helicópteros o un equipo de rescate. Desde allí le podrán hacer señas.

¿Pero qué dice? Si hacen eso, y el gobierno no envía ayuda a tiempo, morirán cuando destruyan la ciudad. Vi como tres personas se levantaron y encaminaron a las escaleras. Desearía decirles que es un suicidio. Pero la mirada seria de Rafael me hizo callar. ¿Qué trama?

- Caminar de aquí al puerto nos llevaría un poco más de media hora, en circunstancias normales...- Comenzó a razonar una mujer de mediana edad, creo que es una de las profesoras de la escuela.

-Primero deberíamos pensar en cómo salir de aquí. - Habló el mismo hombre de antes.

-Solo hay un camino, Ernesto. - Nombro otro hombre.- Tenemos que bajar por los techos.

- El techo más cercano esta al menos 10 metros de altura. - Cortó el nombrado Ernesto.

- A dos, en realidad. - Comunicó Rafael. Consiguiendo la atención de todos. - En las ventanas del frente hay un alero de al menos 1 metro. A la derecha hay un tejado de la misma escuela. A su vez comunica con las casas vecinas.

- ¡Ya está! - Exclamó Ernesto.

- Solo hay un problema. - Cortó Rafael.- No creo que los más ancianos puedan tomar ese camino.

Entre los presentes había tres de avanzada edad, una de ellas era mi abuela. También había cuatro niños pequeños. Para mi no era una opción. Sin embargo, estos hombres no tenían pensado mantener el grupo.

- ¡Eso es problema de ellos! - Exclamó Ernesto comenzando a caminar hacia su posible salida.- ¡Rafael! Muéstrame tu salida.

Rafael acudió al llamado, y junto a él fueron otras cinco personas más. Debía de pensar en algo. Debe haber otra forma de salir.

- Hija... Ve con ellos. - Habló mi abuela. Negué a su pedido y seguí pensando.

King me dio esta información a mí. Sus últimas palabras fueron para alargar mi vida y la de las personas que yo se lo compartiera. Es egoísta pensarlo así. Pero esos idiotas ni siquiera se preocuparon por saber la fuente de toda la información. Y Rafael. ¿¡Quién es él?! ¿Por qué tiene tanta facilidad para mover a las personas? ¿Qué está tramando?

- No tengas miedo. Eres joven. Seguro lo logras. - Volví a negar.

No la dejaría a ella. Es mi abuela. Ella y el abuelo son todo para mí. No los dejaría atrás por nada del mundo. Tiene que haber otro camino. Quizás otra estrategia. Por favor, debe haber una forma. Piensa. Piensa. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas otra vez. No puedo ser tan débil. Siempre fui inteligente. Esa era mi fortaleza. Pero ahora mismo no logro pensar con claridad.

- Hay otra manera. - Declaró la maestra que había hablado un momento antes.

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