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Minho siempre había soñado con tener una gran familia, una casa llena de niños, una mascota y envejecer junto al amor de su vida. Jamás pensó que ese sueño se cumpliría tal cual lo había deseado, y que ahora sería padre de seis niños con un perrito llamado Max, felizmente casado con Bang Chan.

Cuidar de sus "angelitos" era hermoso, o bueno, casi siempre solía serlo. El más pequeño tenía apenas cuatro años, un niño de cabello negro y tez blanca, con ojitos parecidos a los de un zorrito bebé. Le seguían los mellizos Seungmin y Felix de cinco años, quienes resultaban ser un caso aparte porque gran parte del día se la pasaban haciendo travesuras o peleando con sus otros hermanos. Después estaba el más tranquilo de todos, Jisung, de mejillas gorditas y sonrisa hermosa, cuyo pasatiempo era jugar, dibujar y ayudar a sus padres con la comida, a sus seis años. Hyunjin y Changbin eran los mayores; el pelinegro tenía doce, mientras que el de apariencia de hurón tenía diez.

Lee los amaba. Estaba feliz. Porque los tenía a todos ellos y era lo único que necesitaba. Aunque las cosas se pusieran difíciles en algunos momentos.

—¿Papi? —una vocecita lo sacó de sus pensamientos. Al girarse, se encontró con uno de sus gatitos más pequeños.

—Ey, Lixie, ¿qué sucede, cariño? —Min se acercó hasta su hijo, esperando su respuesta.

—¿Sabes que te amo mucho, verdad?

—¿Qué hiciste? Cuando me dices esa frase, siempre viene seguida de alguna travesura.

A Minho se le estrujó el corazón cuando al gatito bebé se le hicieron agua los ojitos y un pequeño puchero comenzó a formarse.

—Está bien, cielo. Cuéntale a papi lo que pasa y vamos a solucionarlo, ¿de acuerdo?

Felix asintió, limpiando unas lágrimas que habían descendido.

—Yo... yo... no te enojes, papi. Solo queríamos jugar a la peluquería.

—No me digas que...

—Le corté el cabello a Innie.

Y otra vez, el menor había sido víctima de las tijeras que encontraba el pecoso.

—¿Cómo las encontraste? Esta vez juré que las había escondido bien. Estaba seguro de que así era.

—Papá me las dio.

—¿Cómo? —a Minho le comenzó a dar un tic nervioso en su ojo derecho al escuchar eso—. ¿Cómo es posible que tu padre te haya dado esas tijeras?

—No lo sé, papi. Él solo me las dio y ya.

El castaño iba a cortar las pelotas de su esposo por haber hecho algo como eso. Tomó al menor en sus brazos y bajó apresurado hasta la primera planta. Al llegar a la cocina, vio cómo el mayor intentaba calmar a Jeongin, quien lloraba desconsoladamente.

El menor, al ver a su papi, estiró sus brazitos hacia él, y Minho dejó a Felix en el suelo para ir por el más pequeño.

—Tranquilo, bebé. No pasa nada, está todo bien... —Y en ese momento, Min juraba que podría reírse de aquella caótica situación, pero sabía que no sería un buen padre al hacer eso. Pero ¿cómo podía controlarse cuando a su hijo prácticamente le habían cortado el cabello como si fuera césped?

Escuchó por lo bajo que uno de sus hijos dijo "Lixie está salvado, pero papá no", y eso estaba más que claro.

Bang Chan se acercó hasta su esposo, y lo único que recibió fue una mala mirada por parte de este.

—¿Qué hice? —susurró por lo bajo.

—Le diste las tijeras. —Felix, quien se mantenía en el mismo lugar donde su papá lo había dejado, miraba a su padre entrar en pánico.

—¿Cómo que yo te las di? Lix, esas tijeras estaban en un lugar secreto porque sabíamos que ibas a cortarle de nuevo el cabello a tu hermanito, así que por eso tomamos medidas drásticas.

—¿No se las diste?

—Amor, ¿cómo podría dárselas si sabíamos lo que pasaría?

—¿Entonces?

Minho y Bang Chan se miraron por unos segundos, hasta que vieron cómo una cabellera castaña quería dejar la habitación donde estaban.

—Bang Seungmin, no te atrevas a irte de aquí sin aclarar las cosas.

—Uh, a Seung van a regañarlo —habló por primera vez el de mejillas regordetas, que observaba todo desde su pequeño sillón mientras comía sus galletas con formitas.

—Cállate, Ji, no ayudas.

Lee fue hasta donde estaba el mellizo para escuchar lo que tenía que decir respecto a todo eso.

—¿Y bien, Seungmin?

El castañito comenzó a frotarse las manos. Buscó a sus hermanos con la mirada, pero estos esta vez no podían ayudarlo, y por último vio a su otra mitad que lo miraba atento.

—Está bien... fui yo quien le dio las tijeras a Fe y le dije que papá le había dado permiso para tenerlas.

—¿Por qué hiciste eso?

—Lix no paraba de molestarme con que encontráramos las dichosas tijeras, y bueno, yo solo se las di.

Minho respiró profundo, intentando entender a su hijo.

—Cariño, estuvo muy mal lo que hiciste por varias razones. La primera es que son una herramienta muy peligrosa que podía haber hecho que tu hermano se lastimara, y la segunda es que desobedeciste nuestra orden de no tocar eso.

—Lo sé, papi.

—Por eso, a partir de ahora, no puedes agarrar tablet, computadora o lo que se te ocurra, ¿de acuerdo? por al menos una semana.

—Está bien, pa. —Seungmin en su interior festejaba que su castigo no fuese tan severo como la última vez que lo habían hecho limpiar su habitación todos los días por dos semanas.

Chaotic family | Stray kids Donde viven las historias. Descúbrelo ahora