El más débil es siempre el más feroz

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Ulianna y su pandilla avanzaban entre los altos cipreses, sus pasos resonando en el suelo húmedo. Con un tono molesto, Ulianna empezó a quejarse.

—Soy feroz y también temida —dijo, sus ojos brillando con determinación—. Todos saben lo mala y cruel que soy.

Morgie asintió, agregando con una sonrisa torcida:

—Estarán limpiando un charco de lágrimas cada vez que te vean.

Ulianna lo calló con un gesto de su mano y siguió hablando, su voz llena de amargura y orgullo.

—Mi única competencia es Úrsula, pero sus maldiciones no son las peores. Tengo pociones y hechizos malignos que convertirían la vida de cualquiera de mal a peor.

El grupo continuó caminando hasta llegar al borde de una laguna con aguas de un color casi negro. Ulianna se detuvo, su mirada fija en el agua.

—Luego está esa chica desesperada que viene hacia mí intentando alterar mi mundo —dijo, girándose para mirar a sus compañeros—. Bien, vivo malevolamente, se va a arrepentir por haberse metido con la bruja equivocada.

Ulianna tomó un collar en forma de concha que colgaba de su cuello y sopló en él. Un enorme pez emergió de la laguna, su boca abierta esperando. Desde los árboles cercanos, Red y Chloe observaban cada movimiento de Ulianna, intentando averiguar qué tramaba.

Ulianna y sus compañeros empezaron a saltar entre las piedras que se encontraban en la laguna hasta entrar en la boca del enorme pez. Una vez dentro, Ulianna siguió hablando.

—Tengo una vida de venganza y soy salvaje hasta los huesos. Cualquiera que se cruce conmigo deseará nunca haber nacido.

Hook rodeó a Ulianna, añadiendo con una sonrisa maliciosa:

—No sabrán lo que les espera cuando los golpeemos con la venganza.

Morgie continuó, su tono siniestro:

—Comenzarán a correr cuando los golpeemos con tu venganza.

Ulianna nuevamente los calló con un gesto de su mano y siguió hablando, su voz resonando en la oscuridad.

—No me detendré hasta conjurar un castigo dolorosamente perfecto.

Ulianna pasó uno de sus tentáculos por el cabello de Hook, sus ojos brillando con malicia.

—Yo no me enojo, querido —dijo con una sonrisa torcida—. Yo solo me desquito. Y es por eso que voy a encontrar la venganza perfecta.

Todos caminaron hasta el centro de su escondite, un lugar sombrío y lleno de objetos mágicos. Cada uno se acomodó en un espacio, mientras Ulianna seguía caminando, su mente maquinando planes.

—¿Alguno tiene una sugerencia? —preguntó, mirando a su alrededor.

Hook se levantó de su asiento y caminó sobre el borde de una mesa.

—¿Por qué no la haces caminar por la plancha? —dijo con una sonrisa traviesa.

Ulianna soltó una risita.

—Querido, eso es demasiado sencillo.

Maléfica se levantó con un gesto elegante y sugirió:

—¿Qué tal pincharla con mil espinas?

Ulianna rodó los ojos.

—¿Y luego qué? ¿Se quedará dormida?

Hades, mostrando su habitual desinterés, mencionó:

—Podríamos quemarla hasta convertirla en cenizas.

Morgie asintió, apoyando la idea de Hades.

—Sí, eso sería efectivo.

El ascenso de RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora