Quién diría que dos camaradas, unidos en medio de la guerra y el anhelo de la victoria, llegarían a encender la llama en sus corazones. Sin embargo, en este mundo, es difícil mantener unidos los lazos del amor. Una oscura y cruel sombra los rodeará...
Una brisa cálida acarició el rostro de Titán, el cameraman. El exceso de viento provocó un despertar abrupto y forzoso. Al levantarse de golpe, su cabeza comenzó a girar, sumiéndolo en un mareo profundo y desagradable. Cuando finalmente se detuvo, miró a su alrededor, desconcertado. Se encontraba en un prado luminoso, vasto y sereno. No había árboles ni montañas, ningún edificio rompía el horizonte. A su izquierda y derecha, el atardecer se desplegaba en un lienzo de tonos anaranjados y rojos, salpicado de nubes dispersas. El viento soplaba con una intensidad inusitada, mientras el pasto suave y verde rozaba sus rodillas, brindándole una extraña sensación de consuelo.
-Creo que me quedé dormido por demasiado tiempo -murmuró, llevándose la mano a la cabeza, tratando de descifrar el enigma de su entorno.
Desde la lejanía, una voz familiar rompió el silencio del prado. "¡Cámara!, ¡Cámara! ¡Oh, dónde estás, Cámara!".
Titán Cameraman reconoció al instante la voz de su amado, su corazón latía con una mezcla de esperanza y desesperación. Se levantó con ansias y comenzó a correr, sin rumbo fijo, mientras el viento furioso azotaba su rostro, nublando su visión y dificultando cada paso. Corría y corría, impulsado por la angustia, tropezando y cayendo repetidamente sobre el pasto que se volvía un obstáculo en su meta. Pero la fuerza de su amor le daba alas, y volvía a levantarse, incansable, en busca de aquella voz tan ansiada que resonaba como un faro en su mente.
Su sacrificio no fue en vano. Finalmente, encontró a su amado, quien lo llamaba con fervor y desespero. Sin dudarlo, corrió hacia él, saltando y abrazándolo con todas sus fuerzas, las lágrimas de alivio y felicidad resbalando por sus mejillas.
-Creí que jamás te volvería a ver, cariño mío -dijo entre sollozos, abrazándolo con desesperación y gratitud, como si al soltarlo pudiera perderlo nuevamente. Después, comenzó a besarlo varias veces.
