Estación Los Leones

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Vitacura, una hermosa parte de Santiago. Era otro Chile por completo como dirían algunos. Es tranquilo, es bonito para salir a pasear, salir a vitrinear, salir a comer y miles de cosas más, pero en especial para vivir.

Sunoo sabía muy bien eso, y es que él vive allí. Su vida era tranquila y completamente normal. Buenos amigos que vivían cerca, un buen colegio, una familia unida, cosas bonitas, comidas abundantes, mesada mucho más que generosa, una linda nana que lo quería mucho, vacaciones en varios países, chófer personal, su propio auto que aún no podía usar porque no sabía manejar y un agradable techo en el cual vivir, que suertudamente también tenía piscina y un inmenso patio.

Lo normal.

Y Sunoo estaba más que agradecido, amaba su vida y todo le iba perfecto.

– ¡Sunoo Kim García!

O bueno, hasta ahora.

Sunoo, quien fue furiosamente llamado por su padre desde el primer piso, bajó resginado las escaleras, listo para aceptar su destino. ¿Qué había pasado? Realmente nada importante, sólo que quizás al estar ya en 4to Medio se había puesto un poco flojo respecto a las notas y terminó el primer semestre con promedio rojo en matemáticas... Nada importante.

– ¿Sí, papá? – Pregunta al finalmente llegar al primer piso, viendo a sus padres sentados en uno de los varios sofás que tenía su sala de estar después de llegar de la reunión de apoderados.

– No te hagas el desentendido, Sunoo Kim. ¿Qué es este 3,8 en matemáticas? – Su padre se acerca exaltado al verlo llegar, agitando la hoja con las notas.

– Creí que te iba bien con el profesor particular que te pusimos, hijo. ¿Acaso Alex no fue de ayuda? – Su madre también se acerca, intentando entender el por qué de esos resultados.

– Alex era bueno, pero después de que me intentó besar le pedí que no viniera más. – Sunoo rueda los ojos al recordar a su profesor particular que le tocó el muslo y se había acercado muy peligrosamente mientras que él sólo intentaba aprender.

Obviamente ese idiota se ganó una cachetada y un despido.

– Eso no es excusa para estos resultados tan deplorables, Sunoo. – Su padre seguía enfadado. – ¿Y qué hay de tu amigo bueno en matemáticas? Le pudiste haber pedido ayuda a él, ¡o al menos que te dejara copiarle!

Sunoo se cruza de brazos mientras que bajaba su vista, haciendo un leve puchero. Sabía que era su culpa, pero aún así no le gustaba estar siendo regañado.

– No puedes seguir así, Sunoo Kim, y por eso mismo te voy a castigar. – La expresión del rubio cambió apenas escuchó esa última palabra.

– Papá, te creo que me estés retando por esto, ¿pero castigarme? Ya no soy un cabro chico de cuarto básico. – Se queja, empezando a seguir a su padre al ver que se iba a alguna parte.

– Pero estás actuando como uno. – Se sonroja al oír esas palabras, que claramente estaban llenas de verdad, pero que no quiso admitir.

– Ya po, papá~ Te juro que el próximo semestre voy a mejorar, pero no me castigues. – Le vuelve a rogar, tomándolo del brazo mientras que veía cómo tomaba su celular.

Al parecer estaba llamando a alguien.

– ¿Aló, Roberto? Sí, todo bien, más o menos no más. – Sunoo se sorprendió al escuchar el nombre de su chófer. – Estas vacaciones de invierno las tienes libres, Sunoo ya no va a requerir de tu servicio hasta que vuelva a clases.

– ¿QUÉ? ¿Y cómo se supone que voy a moverme? Papá, ir en uber es súper peligroso, imagínate me raptan.

– Es un castigo, no tiene que gustarte.

El Metro. - Sunsun AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora