Capítulo 13: Charadas

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Se saltaron la cena para prepararse para el baile. La sala de guerra se transformó en un vestuario, repleto de cabinas privadas y espejos dispuestos para capturar cada ángulo.

Después de darle los toques finales a su atuendo, Tom estudió su apariencia. Una larga y abrasadora ducha había lavado la suciedad de Little Hangleton, y el mago que lo miraba no se parecía en nada a un Gaunt. Su estatura era alta y su porte orgulloso. Su túnica de gala, gris oscuro y ribeteada de azul, había sido confeccionada para él en Twilfitt y Tattings, cortesía de la billetera de Abraxas. Combinada con el aspecto heredado de un padre muggle (no es que nadie necesitara saberlo), nadie podría confundirlo con un heredero caído de Slytherin.

Estaba dejando atrás la penumbra de Little Hangleton. Esa noche, y todas las noches siguientes, iba a deslumbrar a Grindelwald y a los demás invitados de la Mansión Malfoy.

La puerta del cubículo adyacente se abrió, encendiendo una chispa de expectación. Harry se había mostrado reticente con respecto a su atuendo, pues había tomado prestada la túnica de gala de un divertido Dumbledore. Tom no podía culparlo del todo, basándose en lo que había visto del sentido de la moda del hombre.

Se le cortó la respiración. La túnica de Dumbledore le sentaba bien a Harry. El solemne color azul marino acentuaba su pelo oscuro y su piel pálida, mientras que las estrellas doradas que titilaban sobre la tela oscura resaltaban el brillo de sus ojos.

Había alguna esperanza para Dumbledore después de todo.

"Te ves, eh, te ves..."

Harry se desplomó. -Lo sé, lo sé, parezco un Abraxas moreno. Espero que sea suficiente para pasar por un sangre pura.

En opinión de Tom, más que un simple pase. Apartó la mirada y fingió estar ocupado con los broches de su propia túnica, que llevaba abrochada mucho tiempo. -Supongo que sí. En cualquier caso, puedes pasar por Fleamont Potter.

-La túnica de gala de Dumbledore todavía me queda demasiado grande -Harry comparó su reflejo con la foto de su abuelo en una revista de Pociones-. Y todavía siento que algo no encaja.

-En primer lugar, tus encantamientos encogedores son terribles. -Tom se acercó a Harry y le tocó los hombros con la varita, luego la cintura. La tela se tensó, resaltando su pequeña figura y sus curvas...

Bueno, ahora no era el momento de pensar en las curvas de Harry.

"Por otra parte, Fleamont es casi dos décadas mayor que tú, por lo que te faltan algunas canas y arrugas, lo que en realidad no tiene nada de malo".

Harry le lanzó una mirada fulminante. "Al menos no voy a perder todo mi pelo y mi nariz en mi vejez".

Tom lo ignoró. -Por último, y más evidente, Fleamont tenía ojos marrones. Ningún Potter, hasta donde yo sé, tiene ojos verdes.

-Al diablo, tienes razón. -Harry agarró su varita-. No soy bueno con los disfraces. ¿Cuál es el hechizo para cambiar de color de ojos otra vez?

"Lo haré para que no te saques los ojos".

Tom se inclinó hacia Harry y le tocó la mejilla antes de acordarse de pedirle permiso. Harry se puso rígido ante su nueva proximidad y sus miradas se cruzaron en una pregunta silenciosa.

Lentamente, Harry asintió.

Los hechizos de glamour requerían delicadeza, ya que una transfiguración humana que saliera mal era difícil de revertir. Sin embargo, Tom ya conocía tan bien el rostro de Harry que hacer modificaciones menores era fácil. O más bien, debería ser fácil, si pudiera dejar de pensar en el hecho de que la boca de Harry estaba a solo unos centímetros de distancia.

Game On, Your Move (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora