Cap 19

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—Uh, oigo llanto. —Miro a Miranda y ella asiente.

—El pequeño Killian ha estado llorando unos minutos.

Respiro profundo, entregándole mi saco a Miranda antes de encaminarme escaleras arriba, siguiendo el ruido de los gritos de Killian hasta la habitación de los niños.

Christopher se encuentra agachado frente a él, mirándolo mientras acaricia suavemente su mano. Sonrío.

—Oye. —Me acerco y él voltea a verme cuando me agacho.

—Hambre, pero la cena aún no está lista—me informa y asiento—. ¿Quieres encargarte mientras ducho a Asher?

—Claro, ve. —Me entrega la mano de Killian, que se restriega los ojitos con su puño libre, desgarrándome con esa mirada de ojitos llorosos que me da—. ¿Quieres un abrazo, bebé?—le pregunto.

Mi hijo de inmediato rodea mi cuello con sus bracitos y yo respiro profundo, acariciando su espalda con suavidad mientras nos mezo suavemente.

»Está bien, mi cielo, sé que tienes hambre. —Lo aparto un poco para que pueda mirarme a los ojos mientras sigo acariciando su espalda—. No tienes que llorar, puedes pedirle a papá que te dé una galleta, ¿sabes?

Soy consciente de que está bien que los niños lloren. Son niños al final del día, pero también hay que enseñarles a comunicarse. Llorar es un buen desahogo, pero a veces es mejor simplemente comunicar lo que sentimos para poder encontrar una solución.

—Hambre, mami—su vocecita me hace morderme la mejilla.

—Okey, ¿puedes pedirme lo que deseas, mi cielo?

—Galleta. —Sorbe su nariz, ahora más calmado que cuando entré.

Killian es, por mucho, el más sentimental de los gemelos. Y con eso me refiero a que su solución siempre es llorar, por eso nos esforzamos en enseñarle que tiene que comunicarse porque mamá y papá no leen su mente.

Si, somos sus padres, pero no somos adivinos. Y no es correcto enseñarle a los niños que la solución a todo es llorar; eso solo va a causarles mucho daño de mayores. Igual que lo hará el otro extremo, decirles que no lloren.

Llorar es sano, pero la comunicación también.

Últimamente Killian no lo hace con tanta frecuencia. Pide lo que quiere o nos comunica lo que siente, pero al final del día es un niño y Roma no se construyó en un día.

—Okey, vamos a buscarte una galleta. —Me levanto y le ofrezco mi mano, así que él la toma aún respirando agitado por el llanto de hace rato y sorbiendo su nariz.

Me saco un pañuelo del bolsillo y se lo entrego, sonriendo cuando se limpia el rostro torpemente y se pone el pañuelo en la nariz; pero en lugar de soplar su nariz, hace un ruido con la boca que me tiene apretando los labios para no reír.

Cuando llegamos a la cocina, Miranda se encuentra revolviendo algo en el fuego y nos ofrece una sonrisa mientras caminamos a la despensa.

La despensa ocupa toda una habitación, así que, como siempre, Killian quiere correr a los dulces en cuanto los ve.

—No. —Aprieto su mano y él me ve con ojos de cachorro—. No puedes comer dulces en la noche. —Tomo dos tipos de galletas y me agacho frente a él—. Mañana después del almuerzo puedes tomar un dulce, pero a esta hora te hará daño. Te dolerá la barriga. —Pincho su barriguita con mi dedo y él ríe—. Puedes comer galletas porque tienes hambre, así que... ¿de vainilla o galletas saladas?

Pongo ambas frente a él, dejándolo sentir que después de todo él tiene el poder de elección.

Sonrío satisfecha cuando toma las saladas y pongo la otra en su lugar.

Blood of The Gods [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora