Christopher.
—Siento como si fuera a explotar. —La declaración de mi hermana hace que las esquinas de mis labios se levanten.
—No vas a explotar. Y, en caso de que entres en labor de parto, Simón está contigo.
—Si, Simón. El mismo que me toca como si el mero roce fuera a inducir la labor de parto—se queja—. Estoy embarazada, no soy una bomba.
La risa de Simón puede escucharse al fondo, seguido de lo que no quiero creer que es un beso a Rosalie.
»Como sea, ven con Leska esta noche. Reece y Regina también estarán aquí antes de... bueno, los temidos dos días finales. —Ríe—. Y tráeme un helado.
—Mhm, lo haré. —Cuelgo la llamada, metiendo mi celular en el bolsillo mientras camino por el estacionamiento subterráneo con la Alta Guardia siguiéndome de cerca.
En dos días debería nacer mi sobrino. Mentiría si dijera que el embarazo de Rosalie no ha sido eterno para nosotros.
Sobretodo para mi, porque egoístamente quiero a mi hermana a mi lado mientras dirijo la FEMF y no puedo tenerlo si ella está embarazada de nueve meses. O después de dar a luz, cuando tendremos que esperar al menos seis meses.
Jodidamente eterno.
Lo único que me consuela es que ella es feliz. Con el imbécil de Simón, pero es feliz.
—Ministro. —Una mano envuelve mi brazo cuando estoy a nada de abrir la puerta de mi auto.
No necesito verla para saber quién es. Reconozco su voz de los años que estuve obsesionado con ella como un imbécil.
—James. —Me aparto de su agarre y la miro, enarcando una ceja cuando me encuentro con su sonrisa.
Maldición, en verdad espero que no esté aquí con algún objetivo romántico. Hace ya tiempo que esta mujer me dejó de interesar.
No hay una explicación profunda para ello. Ya estaba comprometido con Gema cuando comencé a perder el interés en Rachel, comencé a perder el interés en rogarle a una mujer para que me ponga en el primer lugar en su lista.
Si, eso no iba a pasar. Ni en mil años.
Rachel tiene complejo de heroína, eso es algo que tuve que asumir cuando volvió de su exilio. Y no hay nada que me interese menos que las personas a las que ella quiera poner a salvo.
A ella no le importaba lo suficiente, ella dejó de importarme. Simple.
—Fui a tu casa, tu madre dijo...
—Sé lo que te dijo Sara—la corto—. Hiciste un buen trabajo en la misión, se te compensará monetariamente por ello, pero a mi no me interesa nada que tengas para decirme, Rachel.
Ella parpadea, retrocede como si le hubiera dado una bofetada, y la forma en la que sus ojos se enrojecen solo hace que el sentimiento de fastidio me llene el pecho.
Odio las lágrimas, y detesto ver la forma en la que ella actúa como si acabar las cosas fuera algo que nunca se imaginó.
—¿Qué pasa?—cuestiona—. ¿Qué bicho te picó ahora para que andes en esas?
—No me picó nada, simplemente ya no me interesas. —Me encojo de hombros—. Así es la vida. Ve y busca en otro lado al príncipe azul que tanto deseabas que yo fuera.
No tengo la menor intención de volver a darle rienda a Rachel James. Sobretodo porque ahora no hay ningún interés de mi parte en ello.
Ella siempre quiso algo de mi que no podía darle. Bien, puede buscarlo en otro lado ahora. Donde guste. Me importa una mierda.
—¿En serio?—Jadea—. ¿Después de todo lo que hice por ti simplemente me desechas? ¿Quién te crees?
Ruedo los ojos.
—Cree lo que se te dé la gana, pero lo que en algún momento hubo entre nosotros ya no existe—dejo claro.
—¡Arruinaste mi relación con Bratt!—Me reclama y frunzo el ceño, sintiendo que el fastidio comienza a ser opacado por irritación—. ¡Denigraste a Stefan y me hiciste romper mi relación con él! ¡¿Para qué?! ¡¿Acaso te divierte joderme la vida para después hacerme a un lado como si no valiera nada?!
La Alta Guardia lanza miradas en nuestra dirección, claramente curiosos por saber el motivo de la explosión de la mujer frente a mi.
Antes sus palabras me habrían enfurecido, pero ella ya no tiene ese efecto en mi. Ella no causa absolutamente nada que pueda sacarme de mi control.
—Yo no arruiné nada, deja ese papel de víctima que no te queda—mi voz sale tan irritada como estoy en este momento, porque lo que deseo es ir a ver a mis hijos—. Tú eras la de la relación, no yo. Quien debió estar en contra de ponerle el cuerno debiste ser tú más que nadie; y me importa una mierda el pobretón de Stefan. Vuelve con alguno de ellos si te da la gana, pero deja de joderme y deja de llorar como si en algún momento hubiéramos sido algo más que amantes.
Veo su mano levantarse y rápidamente la tomo de la muñeca, apretando con fuerza ante el descaro que tiene por intentar abofetearme como si ella y yo estuviéramos en el mismo nivel.
»Cuidado, James. Se te olvida que no soy tu amante, soy el ministro de la FEMF—le recuerdo—. Inténtalo de nuevo y te daré de baja antes de mandarte a Phoenix a trabajar con la policía local.
Dalton ya está cerca para cuando la suelto, así que cundo ella intenta acercarse de nuevo él la detiene, permitiéndome abrir la puerta de mi auto para por fin poder largarme después de un largo día.
Mi celular suena en mi mano, y me encuentro descolgando mientras veo como uno de mis hombres aleja a Rachel. «Espero que no tenga la intención de comenzar a actuar como Luisa, porque yo no soy Simón. No voy a tolerarlo»
—Hola, tú. Los niños quieren manzanas acarameladas.
—Val. —La irritación se desliza fuera de mi con demasiada facilidad ante la voz de la madre de mis hijos—. ¿Desde cuando comen manzanas acarameladas?
Ignoro las miradas de Rachel, que voltea la cabeza cada tanto, pero ahora parpadea en shock como si algo enorme hubiera pasado.
Ignoro eso, entrando al Bugatti que enciendo, poniendo mi celular en altavoz mientras salgo del estacionamiento.
—Desde hace poco. Se las corto en trozos a pesar de que es demasiado trabajo y le quita la magia. —Ríe—. ¿Las compras? Estoy un poco ocupada intentando duchar a Killian y dejarlos listos para cuando llegue la niñera.
—Si, dime donde queda la tienda.
—Cerca del parque—contesta—. ¡Ah! Y compra una botella de vino por mi, por favor. Olvidé comprarla esta mañana y no pienso ir donde Rosie con las manos vacías.
—Como si mi hermana embarazada pudiera tomar vino—resoplo y ella suelta una risita que me tiene relajado.
Es lo que me gusta de ella. Tiene ese maldito don, puede hacer que me desprenda fácilmente de cualquier sentimiento negativo con solo un par de palabras.
Pero también genera positivos. Como el maldito deseo que tengo se follarla desde que llegamos de Grecia, pero ella me esquiva simplemente riendo como si fuera un chiste.
Follarla de nuevo después de tanto tiempo fue... como encender un fuego en mi pecho que había estado apagado por mucho tiempo. Un fuego que parece solo pertenecerle a ella, puesto que no responde a ningún otro toque que no sea el suyo.
Es una maldita tortura. Pero ya me haré cargo de ello.
Porque Val puede intentar fingir que nada pasó, pero ambos sabemos que hay algo ahí que se enciende cada vez que estamos juntos. Y es algo a lo que pienso hacerle frente a pesar de su negativa.
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Blood of The Gods [Christopher Morgan]
FanfictionDos peleadores a muerte. Dos noches juntos. La creencia de una traición me llevó a huir, pero solo 17 meses después vuelvo a encontrarme de frente con Legion o, como había descubierto recientemente, Christopher Morgan. Nuestra sangre fue derramada e...