Cap 29

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—Val. —La voz agitada de Christopher me sobresalta, haciéndome tropezar en mi cinta de correr.

—Mierda. —Trastabillo, pero justo antes de que pueda sujetarme unas enormes manos me toman de la cintura y me bajan de la cinta—. Gracias. —Frunzo el ceño antes de ver a Christopher—. Te fuiste hace nada, ¿pasa algo?

—Rosie está en labor de parto—contesta y parpadeo—. Yo... ¿me acompañas al hospital? Ella te quiere allí también, eres su amiga y...

—Por supuesto. —Asiento, girando entre sus brazos para llevar mis manos a su rostro y sonreírle—. ¿Estás nervioso?—Entrecierro los ojos cuando él aprieta mi cintura.

—¿Por el nacimiento de mi sobrino? Joder, si. —Mira a abajo—. Pero lo estoy más por el maldito sostén deportivo y shorts que estás usando.

—Bueno, segunda vez en el día con ropa de ejercicio. ¿No recuerdas que esa es mi rutina? Corro en la noche para poder dormir bien. —Me encojo de hombros y él respira profundo.

No necesito estar dentro de su cabeza para saber lo que piensa, puedo sentirlo; su erección contra mi vientre, me refiero, y estoy segura de que recuerda que cada vez que hemos follado es también una vez en la que no he necesitado hacer ejercicio hasta desgastar mi cuerpo para poder dormir bien.

Porque lo desgastaba de otra forma. Una deliciosa y divertida forma.

—Mierda, Val. Joder. —Aprieta mi cintura y yo sonrío, deslizando mis manos hacia su nuca—. No digas eso cuando no puedo follarte.

—Tú abriste esa puerta cuando me invitaste a una cita, Chris. —Rasguño suavemente su nuca y él gime—. ¿Los años han hecho que olvides cuál es mi forma de manejar esto?

Disfrutarlo al máximo, esa es mi forma. Una vez decido darle una oportunidad a alguien, me encargo de nunca ser yo quien sabotee la situación o algo por el estilo.

Si funciona, maravilloso; sino, entonces yo no tengo la culpa porque puse todo de mi para que la relación funcionara.

Y mentiría si dijera que no extrañaba juguetear y coquetear. Cuando tuve a los niños, me enfoqué cien por ciento en eso y abandoné un poco mi lado de mujer.

Poco a poco lo he ido recuperando, pero esto... dios, recuerdo cuán divertido era burlarme de Christopher en cada pelea en la que nos veíamos.

—Créeme, no lo olvido. —Se inclina hacia mi y yo giro mi rostro, haciendo que su beso aterrice en mi mejilla—. Maldita sea.

Río.

—Tenemos un sobrino que conocer—le recuerdo, poniéndome de puntillas para besar la comisura de sus labios. Él gruñe—. Dame diez para estar lista.

***

Christopher.

—¿Cómo está?—pregunto en dirección a Reece cuando llegamos a la sala de espera del hospital militar.

Hay tres pisos vacíos. Se suponía que aún faltaba un poco para que Rosie diera a luz, pero su equipo de seguridad cumplió el protocolo rápida y pulcramente.

Habría despedido a más de uno si no.

—Todo va bien, aún está en labor. —Señala los asientos vacíos a su lado—. Siéntense, esto probablemente tomará un tiempo. —Le sonríe a Val—. Hola a ti, ¿dónde están los niños?

—Con la niñera, tuvimos que movernos rápidamente. —Ella se sienta a mi lado y yo respiro profundo cuando apoya su mano en mi pierna.

Ella sabe lo que hace. Nunca he creído que Val es una mujer inexperta o inocente; joder, no, es todo lo contrario. Es una mujer inteligente, coqueta y seria. Le divierte sacarme de mis casillas, quitarme el control.

Blood of The Gods [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora