Cap 31

1K 210 5
                                    

Christopher.

—Tranquilo. —Acaricio la espalda de Asher mientras me paseo por la habitación, meciendo suavemente a mi hijo en mis brazos en busca de que se quede dormido.

Han pasado dos días, Asher tiene una infección de garganta que hemos comenzado a tratar desde que vino su pediatra la mañana siguiente a mi cita con Val.

Decir que han sido días largos es poco. Asher no hace más que llorar y eso hace que Killian se desespere y llore. Como si, a pesar de no escuchar a su hermano, pudiera sentir lo que él.

Es jodidamente extraño.

—Killian está dormido. —Val, con aspecto cansado y ojeras, entra a la habitación y se deja caer en la mecedora—. Dios, me duele la cabeza. —Me mira—. Si me contagié, voy a encerrarme en la habitación y no salir hasta estar sana—advierte y río—. Hablo en serio, Christopher. No voy a arriesgarme a contagiar a nadie.

—Está bien, debe ser solo falta de sueño—murmuro, caminando hacia el purificador de aire para encenderlo—. Deberías ir a dormir. Yo pondré a Asher en su cuna en unos minutos.

Killian y Asher no están durmiendo en la misma habitación. Por ahora, hasta que Asher esté sano, no queremos que estén cerca del otro para no contagiarse y terminar con dos niños con infección de garganta.

—No, aún tengo que hacer la cena. —Frunce el ceño—. Cocinarla. Tú entiendes. —Rueda los ojos.

—Yo puedo hacerlo. Ve a dormir y te despertaré para cenar. —Reanudo las caricias en la espalda de mi hijo cuando se remueve en mis brazos.

—Puedo hacerlo, tranquilo. —Se levanta y yo me acerco a ella, tomándola por sorpresa cuando rodeo su nuca con mi mano, obligándola a verme a los ojos.

—Ve a dormir, Val. —Es más una exigencia, lo que la hace enarcar una ceja—. Joder, sé que eres la mujer maravilla, ¿si? Pero tienes que descansar. Puedes hacerlo por tu propio pie o voy a llevarte yo mismo a la cama y encerrarte en tu habitación—advierto.

Espero una respuesta mordaz, como las que suele darme cuando siquiera intento darle una orden, espero que se ría en mi cara; pero, en cambio, simplemente suspira y asiente.

—No quemes el pastel, y por favor pídele a uno de los chicos que traiga algunos refrescos. —Lleva su mano a mi antrebrazo y la suave caricia hace que mi corazón lata con rapidez—. Necesito unos refrescos para sobrevivir.

Me le quedo mirando, acostumbrado en sobremanera a la reacción de mi cuerpo cuando se trata de ella.

Lo odié durante años. Incluso odiaba pensarlo, pero ahora solo deseo más y más de ello como si de una maldita droga se tratara.

—Bien. Y date una ducha—pido y ella jadea ofendida, golpeando mi abdomen—. ¿Qué?

—Huelo a medicina, no huelo mal—resopla, apartando mi mano antes de alejarse—. En cambio tú hueles a mierda de bebé. Creo que Asher manchó tu camisa.

Frunzo el ceño antes de bajar la vista, y maldigo en voz alta cuando noto la enorme mancha en la ropa de Asher por un costado.

Es mierda, sin duda. Y ha manchado la tela de su enterizo, lo que significa que también me ha llenado la camisa.

Asher se sacude en mis brazos y comienza a llorar, lo que me hace morderme la lengua antes de apresurarme al baño para darle una ducha.

Y tirar esa maldita ropa a la basura.

«Si no fuera mi hijo y lo amara, probablemente también lo tiraría a él. Joder»

***

—Val. —Dejo la bandeja en la mesa de noche junto a su cama y me acerco a la mujer cubierta por sábanas.

Ni siquiera me escucha. Sé que está agotada, pero tiene que alimentarse. Y sé que va a matarme si mañana se levanta hambrienta como un oso porque yo no la desperté.

»Val. —Aparto las sábanas y toco su frente, sintiéndome aliviado cuando no hay fiebre—. Traje tu comida. —La giro y ella se queja, levantando su mano para apartar la mía.

—¿Qué hora es?—pregunta con voz adormilada.

—Las once. Ya está la cena. —Tomo sus muñecas y tiro hasta levantarla, riendo con sus quejidos lastimeros—. Tienes que comer.

—Ya sé. —Rodea mi cuello con sus brazos—. Pero tengo mucho sueño.

Suspiro, rodando los ojos antes de sentarla en mi regazo y tomar el tenedor de la bandeja. Tomo un poco del pastel de papa y se lo acerco a la boca, a lo que ella sonríe y toma el bocado.

—Eres una mimada—me burlo y ella se encoge de hombros.

—Mi vida ha sido dura, ya es hora de que me consientan—dice, tragando antes de inclinarse y tomar la lata de coca-cola ella misma. La destapa y bebe un par de sorbos antes de mirarme—. ¿O prefieres que lo haga otro?

—¿Es una amenaza?—cuestiono y ella ríe, negando antes de estirarse para intentar tomar el tenedor—. No, yo lo hago. —Corto otro poco del pastel y lo pincho antes de acercárselo.

—Para alguien que me llamó mimada hace unos segundos, no pareces molesto en mimarme. —Enarca una ceja y yo resoplo, presionando el tenedor contra sus labios hasta que ella abre y toma el bocado.

No sé porqué lo hago, pero sigo alimentándola. Le doy bocado tras otro en medio de un cómodo silencio.

Estar con Val es más cómodo y reconfortante que cualquier otra cosa. Ni siquiera parece que hablo de una mujer que podría rebanarme el cuello en dos segundos, pero lo hago.

—¿Por qué tu vida fue dura?—pregunto y ella respira profundo—. Además del hecho de que fuiste vendida a Romanov y tu padre fue...

—Asesinado cruelmente por la Bratva—completa—. Si, bueno... fue difícil estar rodeada de depredadores. No podía confiar en nadie y estaba sumergida en una soledad tan profunda que... no sentía que en realidad estuviera viviendo. —Respira profundo—. Además de eso, cuando mi madre murió... mi padre dejó de ser él mismo. Era como un fantasma.

»Lo necesité mucho, pero eso no significa que haya dejado de amarlo. —Toma el otro bocado que le acerco—. Mi padre fue un gran hombre, muy protector y amoroso. Pero la muerte de mi madre lo mató a él también. —Bebe un sorbo del refresco—. ¿Qué hay de ti?

—¿De mi?—Evito sus ojos, cortando otro pedazo del pastel para acercarlo a sus labios. Ella toma mi muñeca.

—No tienes que hablarme de eso. Pero puedes decir que no quieres hacerlo—dice, con tal suavidad que mis ojos de inmediato van a los suyos para encontrar la sinceridad en ellos—. ¿Quieres hablar de ello, Christopher?

A veces odio su madurez. Es tan... joder, fastidioso y atractivo. Tan contraria a lo que me gusta, pero tan impulsiva, coqueta y con esa sonrisa y esos ojos... que no puedo odiar las otras partes de ella que antes no me gustaban.

Es solo ella.

—No—admito y ella asiente, ofreciéndome una pequeña sonrisa antes de soltar mi muñeca y tomar el bocado del pastel.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Blood of The Gods [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora