Capítulo 10: La Revelación

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Alex se sentía nervioso al entrar al consultorio del doctor Morales. Las últimas semanas habían sido una montaña rusa de emociones, y no sabía cómo empezar a explicar lo que había sucedido. Sin embargo, sabía que necesitaba ayuda, y el doctor Morales era su única esperanza.

El doctor Morales lo recibió con una sonrisa comprensiva, invitándolo a sentarse en el cómodo sillón de su oficina.

—Hola, Alex. ¿Cómo te has sentido últimamente? —preguntó el doctor Morales, encendiendo la cámara de video. Había recibido autorización de los padres de Alex y de él para grabar las sesiones en busca de alguna pista que pudiera ayudar a su paciente.

—Hola, doctor —respondió Alex, nervioso—. Han pasado muchas cosas desde la última vez que hablamos. No sé ni por dónde empezar.

—Tranquilo, Alex. Tómate tu tiempo. Estoy aquí para escucharte —dijo el doctor Morales, asentando con paciencia.

Alex respiró hondo y comenzó a relatar lo sucedido. Habló de las transformaciones cada vez más frecuentes, de cómo Alexia había tomado control de su cuerpo.

—Y luego, cuando me transformé en Alexia en la escuela, ella obligó a Marta a acompañarla a una joyería, y se perforó las orejas —continuó Alex, su voz temblando—. Ahora tengo estos aretes que no puedo quitarme—. Luego se inscribió en un curso de automaquillaje, desde entonces no puedo sacar su maquillaje de mi mochila.

Mientras Alex hablaba, el doctor Morales tomaba notas, observando atentamente cada detalle. La ansiedad de Alex era palpable, y el psicólogo sabía que estaba cerca de presenciar algo extraordinario. El doctor Morales notó el aumento en la ansiedad de Alex. Sus manos temblaban y su respiración se aceleraba. Estaba a punto de presenciar algo único.

—Alex, respira profundamente. Estás a salvo aquí —dijo el doctor Morales, tratando de calmarlo—. ¿Puedes describir cómo te sientes en este momento?

—Siento que... que Alexia está aquí —murmuró Alex, cerrando los ojos con fuerza—. Siento que va a salir de nuevo.

En ese momento, la transformación ocurrió. Alex dejó escapar un suspiro tembloroso y, en cuestión de segundos, su cuerpo cambió. Su cabello se alargó y suavizó, sus facciones se volvieron más delicadas y su postura se transformó. Frente al doctor Morales ya no estaba Alex, sino Alexia.

El psicólogo observó el cambio con asombro y fascinación. Había leído sobre el trastorno de personalidad disociativa, pero esto era algo completamente nuevo. La transformación física añadía una dimensión completamente diferente a lo que había estudiado.

—Hola, Alexia —dijo el doctor Morales con calma—. Soy el doctor Morales. ¿Puedes decirme cómo te sientes en este momento?

Alexia parpadeó y miró al psicólogo con una sonrisa despreocupada.

—Hola, doctor. Me siento bien, gracias. Es un placer conocerte en persona —respondió ella, su tono alegre contrastando con la ansiedad de Alex momentos antes.

El doctor Morales tomó un momento para procesar lo que estaba viendo. Alexia se comportaba de manera completamente diferente a Alex. Era más segura de sí misma, más relajada, y parecía disfrutar de la situación.

—Alexia, quiero hacerte algunas preguntas, si no te importa —dijo el doctor Morales, ajustando la cámara de video—. ¿Puedes decirme cómo te sientes respecto a compartir el cuerpo con Alex?

Alexia suspiró, cruzando las piernas con elegancia.

—Es complicado, doctor. No tengo nada en contra de Alex, pero es frustrante no tener control sobre mi propia vida. Solo puedo salir cuando él tiene ataques de ansiedad, y eso no es justo para ninguno de los dos.

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