Capítulo 24: La Primera Semana

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El día que Alex se presentó en la escuela con el arreglo que tanto él como Alexia decidieron, el aire estaba cargado de anticipación. Mientras caminaba hacia la entrada principal, su corazón latía con fuerza, cada paso resonando en sus oídos. Sus padres lo habían despedido esa mañana con palabras de aliento, aunque todavía perplejos por su apariencia.

Al llegar, Marta y Carlos lo esperaban cerca de la puerta. Marta, con su habitual sonrisa amable, lo saludó primero.

—¡Alex! Te ves muy bien hoy —dijo, con un tono de aprobación que aliviaba un poco los nervios de Alex.

Carlos, aunque aún con algo de incertidumbre sobre si hacer eso era lo correcto, asintió con la cabeza y añadió:

—Sí, te ves genial, amigo.

Sin embargo, fue Sofía quien realmente se robó la escena. Al ver a Alex, sus ojos se iluminaron y su rostro se llenó de entusiasmo.

—¡Dios mío, Alex! —exclamó, acercándose rápidamente—. ¡Te ves increíble! ¡Esos pantalones te quedan perfectos y la blusa es preciosa!

Alex sintió que su cara se ponía roja ante tanto halago. No estaba acostumbrado a tanta atención positiva dirigida a su apariencia.

—Gracias, Sofía —murmuró, tratando de mantener la compostura.

Pero Sofía no le dio tregua, continuó lanzando halago tras halago, apenas dando oportunidad a que alguien más comentara algo.

—¡Y esos aretes! Son tan delicados y elegantes. ¡Realmente resaltan tus facciones! —dijo, casi sin aliento—. ¡Y tu maquillaje! Es perfecto. ¿Lo hiciste tú mismo?

Alex, sintiendo una mezcla de orgullo y vergüenza, decidió ser honesto.

—Bueno, tuve un poco de ayuda de Alexia...

Sofía sonrió aún más.

—¡Claro que sí! ¡Sabía que había un toque extra especial! —dijo—. Te ves tan lindo, Alex. Realmente precioso. ¡Eres el chico más lindo de toda la escuela!

Los halagos de Sofía continuaron mientras entraban a la escuela, atrayendo algunas miradas curiosas pero no hostiles. La mayoría de los compañeros de clase de Alex ya estaban al tanto de su situación con Alexia, lo que evitó comentarios hirientes. A pesar de esto, Alex no podía evitar sentirse nervioso, aunque aliviado de que Alexia no se presentara en ese momento.

La rutina que se estableció durante el resto de la semana ayudó a disminuir gradualmente la preocupación de Alex. Cada mañana, se levantaba temprano para prepararse. Seguía las instrucciones de Alexia para su maquillaje, aplicando la base, el delineador, la sombra y el labial con más confianza cada día.

Sus compañeros de clase, aunque sorprendidos al principio, empezaron a acostumbrarse a la nueva apariencia de Alex. En lugar de murmullos y miradas extrañas, recibió sonrisas y saludos amistosos.

Marta y Carlos estuvieron siempre a su lado, ofreciendo apoyo y asegurándose de que Alex se sintiera cómodo. Marta, en particular, se convirtió en una especie de guardiana, protegiéndolo de cualquier comentario negativo.

—Si alguien se atreve a decir algo malo sobre ti, Alex, tendrán que enfrentarse a mí primero —le dijo un día, con una determinación que hizo sonreír a Alex.

Carlos, aunque menos vocal, también estaba allí para él, siempre dispuesto a escuchar y ofrecer un hombro en el que apoyarse.

Sofía, por su parte, se mostró incansable en su entusiasmo. Cada día, le lanzaba nuevos halagos, comentando sobre su ropa, su maquillaje y su confianza creciente.

—Te ves cada vez más seguro, Alex. Es realmente admirable —dijo un día, mientras caminaban juntos hacia la clase—. Estoy tan orgullosa de ti.

Alex no pudo evitar sonrojarse ante tantos cumplidos. Aunque todavía sentía una extraña mezcla de emociones, empezaba a acostumbrarse a la atención positiva. Sus nervios iniciales se iban disipando lentamente, aunque siempre con una ligera aprensión de que Alexia pudiera aparecer en cualquier momento.

Un día en particular, a mitad de la semana, Alex se sintió especialmente nervioso. Había decidido usar un conjunto nuevo que Sofía le había ayudado a elegir. Optó por unos jeans ajustados de color oscuro, una blusa de seda en tono coral con detalles de encaje y sus bailarinas con su hebilla dorada. La blusa dejaba ver discretamente su piercing en el ombligo, añadiendo un toque sutil pero atractivo.

Mientras se miraba en el espejo, colocando unas arracadas doradas con pequeños cristales que brillaban con la luz, Alexia apareció reflejada en el espejo.

—Te ves realmente hermoso, Alex —dijo Alexia, totalmente sincera.

—No necesito que te burles, Alexia —respondió Alex, creyendo que era una treta más de ella.

—Te juro que no es burla...

Alexia intentó decir algo más, pero se dio cuenta de que Alex todavía tenía cierto resentimiento hacia ella. Sabía que debía trabajar en ese aspecto, pero por ahora lo dejaría así.

Alex se sentó en su tocador, dispuesto a maquillarse por completo una vez más. Aplicó la base, el corrector, la sombra de ojos, el delineador y el rímel, siguiendo las instrucciones de Alexia. Finalmente, aplicó un labial en tono coral, a juego con su blusa.

Al llegar a la escuela, se sintió más seguro que los días anteriores. Marta y Carlos lo recibieron con sonrisas y saludos.

—¡Te ves genial hoy, Alex! —dijo Marta, con su habitual entusiasmo.

—Sí, realmente has mejorado en esto —añadió Carlos, asintiendo con aprobación.

Sofía, como de costumbre, estaba completamente extasiada.

—¡Alex! ¡Te ves tan lindo hoy! Esa blusa es preciosa, y el labial te queda perfecto. ¡Eres realmente precioso!

Alex se sonrojó ante tanto halago, pero se sintió agradecido por el apoyo de sus amigos. Sus compañeros de clase lo recibieron con sonrisas y saludos, y aunque todavía sentía un ligero nerviosismo, se sintió más seguro y confiado.

Lasemana continuó con la misma rutina. Cada día, Alex se sentía un poco máscómodo con su nueva apariencia. Las adiciones femeninas crecientes de Alexhabían dejado de ser una novedad, y sus compañeros de clase aceptaban su cambiosin problemas. Aunque todavía sentía la presión de mantener su apariencia, laausencia de Alexia durante esos momentos le dio una sensación de control que nohabía experimentado en mucho tiempo.

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