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Andrea y Richard se encontraron en un café, en un lugar neutral. Andrea había pedido que se vieran, y Richard había aceptado, sin saber qué esperar.

Cuando se vieron, la tensión era palpable. Andrea parecía fría y distante, y Richard se sentía nervioso y culpable.

—¿Por qué me engañaste?— le preguntó Andrea, sin rodeos.

Richard se sintió abrumado por la culpa. —Lo siento, Andrea. Estaba borracho, y no pensé en las consecuencias. Te juro que no volverá a pasar—.

Andrea lo miró fijamente, como si estuviera buscando algo en sus ojos. —¿Me amas?— le preguntó.

Richard asintió, sin dudar. —Sí, te amo. Más que nada en el mundo—.

Andrea se levantó, y Richard pensó que se iba a ir. Pero en lugar de eso, se acercó a él y lo abrazó.

—Te voy a perdonar— le dijo. —Pero no vuelvas a hacerlo—.

Richard se sintió aliviado y agradecido. —No lo haré— le prometió.

Y entonces, sin saber cómo, se encontraron besándose apasionadamente. La tensión y la emoción se habían acumulado durante días, y ahora se liberaban en un beso intenso.

Mientras se besaban, Richard sintió que el peso de la culpa y la ansiedad se disipaba. Se sentía renovado, como si hubiera recibido una segunda oportunidad. Andrea también parecía haberse relajado, y su beso era apasionado y sincero.

Después de un rato, se separaron y se miraron a los ojos. Andrea sonreía, y Richard vio una chispa de felicidad en su mirada.

—Vamos a empezar de nuevo —dijo Andrea—. Pero recuerda, no hay segundas oportunidades.

Richard asintió, sabiendo que había aprendido una lección valiosa.

—No la necesitaré —le prometió—. Te amo, Andrea.

Andrea se acercó a él y lo besó de nuevo, esta vez con suavidad y ternura.

—Yo también te amo, Richard —le susurró.

Y en ese momento, Richard supo que todo iba a estar bien. Habían superado la crisis, y su amor era más fuerte que nunca.

Mi Vecino - Richard Ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora