¿Son sueños?

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Habían pasado dos días sin dormir o comer apropiadamente, buscando en cada calle y callejón.

En un momento, solo regresé a casa para revisar los alrededores otra vez y cuidar a los niños, que ya no podían quedarse sólo con una niñera (temporal porque Oboro no había regresado ni había noticias de él tampoco o de los demás).

No quería llamar la atención de la prensa, de otra manera AFO podría dar con Tenko mucho más fácil.

Mi búsqueda solo fue interrumpida por la voz suplicante de alguien que me esperaba en el jardín.

Era Shirakumo, que estaba con la ropa rota, cubierto de suciedad y lleno de heridas y rasguños. Estaba al borde del desmayo y el colapso; tenía quemaduras por doquier. Una nube gigante lo seguía de cerca.

Él aún era un niño también, y lo envíe a buscar a los chicos en la cárcel, siendo que podía traer consecuencias irreparables a alguien que no me debía nada. La culpa no hacía más que aplastarme.

—¡Oboro! —exclamé al verlo desvanecido en el césped mojado por la lluvia.

Al caer al suelo, deshizo la nube y mostró su contenido. Kaina, Akaguro, Atsushiro, un hombre desconocido y un niño de no más de cuatro años estaban ahí también en condiciones deplorables. Heridos mortalmente.

—¡KAI! —grité— ¡Necesito tu ayuda!

Sostuve a Oboro antes de que se desplomase en el suelo. Los demás fueron dejados en el césped del jardín por la nube que se desvaneció.

—Jefa…lo siento mucho, alguien puso una bomba en la Van. No me di cuenta…

—No te disculpes. Todo ésto es mi culpa. Mi estúpida culpa por tratar a niños como adultos —dije, tragando mi llanto— Lo siento tanto.

Shirakumo se agarró fuerte de mí mientras su aliento se iba apagando. Su vida se desvanecía en mis brazos demasiado rápido.

Por fortuna, Kai llegó a tiempo.

—Por favor, cariño. Ayúdalo.

Lo armó con un solo toque. El chico lanzó un grito horrible de dolor y se desmayó por el impacto en su sistema nervioso. Lo dejé descansar mientras atendía a los demás.

El quirk de Kai no era ilimitado por su corta edad y falta de entrenamiento. Por lo demás, no es como que fuera su obligación reparar los errores ajenos, por eso jamás lo presioné para mejorar, de otra manera habría cometido el mismo error que Endeavor.

Tuvimos que analizar quienes estaban más heridos, y todos quedaron reparados parcialmente. Al menos, fueron sacados de peligro vital.

Los llevé como pude dentro de la casa, acostados en el sofá y los colchones que puse en el mismo lugar para verlos a todos.

—¿Qué les pasó? —preguntó Touya.

—Un villano puso un explosivo en la van.

—Oh no. ¡Deberíamos llamar a la ambulancia!

—No. El único que puede ir al hospital es Shirakumo, pero él está bien. Los demás son fugitivos de la ley por el momento, hasta que les den un perdón oficial.

—Y ese niño, ¿quién es?

Miré al pequeño niño que estaba recostado en el sofá, tenía un rostro angelical y su pierna estaba rota. 

—No lo sé. Lo sabremos cuando los demás despierten.

—¿Llamo a Aizawa o a Yamada? —preguntó Kai.

—Sí, deben saber lo que le pasó a Oboro. También hay que llamar a Mirai y a Toshi sin falta. Obviamente esto lo hizo…

Kai corrió hacia el teléfono, mientras yo atendía las heridas de Kaina y los demás.

Madre no hay una sola (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora