Escombros

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Había pasado poco más de una semana desde que Keigo llegó a nuestra casa. Tanto él como Kaina, parecían más cómodos y dispuestos a interactuar. O al menos Keigo. 

—¿Segura que no quieres acompañarnos a la playa, Lady Nagant? 

—No. Me quedaré aquí —dijo, elevando un suspiro. Al menos no me gruñó. Y el hecho de que ya no quisiera seguirme a todos lados era aliviador; significaba que ya estaba confiando en mí. 

Guardé las cosas de los niños en la maleta para llevarlos a la playa antes de que hubiera demasiadas personas. Lo último que quería era ataques de pánico o perros shiba inu que los provocaran.

Tenía los pequeños bañadores de los niños y mudas de ropa extra en caso de. Además llevaba cosas para merendar y juguetes de playa (incluyendo flotadores de los héroes 1 y 2). La chica me ayudó a guardar todo en el auto y entramos a la casa para buscar a los niños.  

—Si decides unirtenos, nos puedes decir más tarde. 

—Gracias. Lo pensaré…Hey, por cierto, no estaré aquí la próxima semana. Creo que tres niños es demasiado trabajo para ti sola. ¿Pensaste en llamar al chico del pelo esponjoso?

—¿Al que pateaste? —dije, levantando una ceja— Se veía muy interesado y según las recomendaciones también es muy responsable. Lo llamaré un día de estos…

Sentí un estruendo en la escalera. Eran Kai y Tenko quienes rodaban por los escalones, chillando palabras que no entendía. Parecían dos animalitos pequeños peleando. De atrás venía Keigo, con cara de mediador pacifista. 

—¡No peleen por favor! —les rogaba. 

—¡¿Qué pasa?! —pregunté. 

—¡Tomura casi me deja sin brazos! —exclamó Kai— ¡Dijo que la prensa de papel reciclado de su oficina estaba apagada y que sus manos eran muy cortas para sacar el papel atascado! ¡Resulta que estaba encendida!

—¡Ya te pedí disculpas y desintegré la máquina antes de que te aplastara las manos! ¡Pero tú seguiste gritando! 

—¡Sabías que estaba encendida!

—¡¿Y tú eres ciego?! ¡Era obvio que debías ver sí estaba apagada! 

—Por favor…no peleemos…a la Señorita le duele la cabeza —suplicó Keigo, en voz baja. 

Rodé los ojos. 

—¿Te lastimaste Kai? 

—No —dijo, intentando hacerse el fuerte—. Bueno, me hice un corte con el borde de la prensa, pero me armé de nuevo. 

Lo miré con tristeza. Hacer eso de regenerarse era bastante doloroso, más que tratar la herida por más tiempo. Pero se veía que Kai no quería ser una molestia. 

—Bien, eso es importante. Si estás lastimado debes decírmelo. En cuanto a lo demás, tu hermano no haría eso a propósito Kai. Fue un error, lo siente y no volverá a ocurrir, ¿verdad, Tomura?

—Sí, no pasará otra vez. 

—Bien. Ambos no debieron entrar a mi oficina sin permiso. Menos usar la prensa. Es peligroso. No creí necesario ponerle llave porque confié en que me obedecerían. ¿Fue un error desobedecer?

—Sí, señora. 

—¿Volverá a pasar?

—No, señora.

—Eso espero. Ahora vamos a vestirnos para ir a la playa —concluí sonriendo. 

Kaina estaba con cara de querer reírse de mí, pero a la vez de mandar a los niños a hacer servicio comunitario (o militar más bien).

Madre no hay una sola (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora