Comprensión

6.2K 1.1K 404
                                    

Fruncí el ceño ante su pregunta tan pasivo-agresiva. Cuando alguien desconocido te habla de esa manera enciende todas las alarmas de que es la hora de largarse. Este era un hombre con malas intenciones; no valía la pena siquiera dirigirle la palabra.

Sostuve a Tenko cerca de mí, sin apartar la mirada del hombre y apresurándome a recoger mis cosas para irnos de inmediato. 

—Vamos, hijo.

—Pero…¿Y el postre? —Tenko replicó.

—Dije que vamos —respondí con firmeza. A lo que él entendió que debía obedecer. 

El hombre cambió su mirada tétrica al ver a Tenko aproximarse, y la cubrió de una simpática sonrisa. Se quitó el sombrero y se inclinó a la altura de Tenko con rapidez. 

—Hola, pequeño…—antes de que terminase de saludarlo me interpuse entre él y mi hijo.

—No te acerques —le dije, con aún más firmeza y en un tono cortante. El desconocido quería matarme con la mirada a medida que me alejaba con Tenko del brazo.

—Tu abuela era encantadora, Tenko. Nana estaría sumamente orgullosa de ti —dijo, de una forma casi burlona. 

Me congelé al escucharle llamar a Tenko por su nombre. Era la primera vez que una persona ajena a la familia, además de Oboro, se daba cuenta de nuestra mentira, y parecía estar absolutamente convencido de ello. 

—¿Mi abuela…? —Le cubrí la boca a Tenko con la mano. La curiosidad le haría soltar información que no debía. 

Lo tomé en brazos y salí corriendo del café. Con la velocidad que pude, dejé a Tenko sentado en el auto. Mientras me proponía volver  al asiento del chófer para arrancar cuánto antes, un escalofrío me dijo que había tardado demasiado.

Él estaba detrás mío y podía sentirlo. Nadie hubiera podido ir a tal velocidad sin haber hecho alguna clase de ruido. Claramente, se trataba de un quirk que lo había hecho llegar antes de que siquiera pisaramos en aparcadero. 

—Señorita, no es educado dejar hablando solos a los demás.

—¡¿Qué quieres?! 

—Charlar. Tenemos mucho de qué charlar. 

—No te conozco. No tengo nada de qué hablar —dije, subiendo al auto, hasta que él sostuvo la puerta con una fuerza sobrehumana.

—Pero yo te conozco muy bien. 

—Wow, no sabía que tenía admiradores…¡Saca tu sucia mano de mi auto o te golpearé! 

—Si supieras quién soy te morderías la lengua…—me susurró para que Tenko no escuchase sus amenazas— Soy un amigo, no planeo que nadie se asuste.

—¡Voy a gritar!

—No —dijo, levantando ligeramente la mano. 

Sentí que por más que intentase hablar no podía. Los gritos no salían de mi boca. Ese hombre me había quitado la capacidad de hablar de alguna manera. Posiblemente tenía un quirk con esas características. Al ver aquello, me enfurecí e intenté darle un golpe en el estómago, pero no tuve éxito defendiéndome, pues me tomó la muñeca como si fuera una débil ramita que podía romper en cualquier segundo. 

A pesar de que no podía lastimarme, sí me tenía fuertemente sujeta. 

—¡...!

—Así está mejor. Vine a buscar lo que me corresponde, un proyecto que robaste con tu absurdo ideal de bondad fingida hacia los huérfanos. Me repugnas igual que está sociedad heroica. Pero no hace bien para la confianza de un niño que asesine a su madre frente a él —me dijo al oído—. Nos volveremos a ver. 

Madre no hay una sola (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora