11- "Indomable"

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El vehículo frenó, finalmente. Los cuatro hombres que la trajeron se bajan. Alma está en la parte trasera, con otras chicas.

Algunas ni siquiera deben tener su edad, una lleva puesto un uniforme escolar y una mirada vacía de espíritu. La mayoría lloran, resignadas a su destino.

Los hombres Belova se encargaron de romperlas antes de siquiera subirlas a esa camioneta, cómo intentaron hacerlo con Gisela.

Hay una que todavía no quebraron, además de ella. Una morocha de ojos miel y cabello ondulado. Un verdadero espíritu salvaje que se niega a rendirse, se nota en su mirada.

Ellos abren, finalmente, la puerta trasera de la camioneta.

La morocha intenta huir. Un gran espíritu, pero no muy lista aparentemente.

El hombre que abrió la puerta la toma del brazo, para luego estrellarla contra la camioneta. Para acto seguido, tomarla del cuello con fuerza elevándola del piso. Las manos de ella, instintivamente se dirigen hacía las de él, para intentar liberarse.

—¿Donde crees que vas putit*?—

Pregunta el animal que la sostiene por el cuello. Mientras su mano libre la manosea.

— Todavía ni empezamos a divertirnos.-

Ella responde con una poderosa patada directo en su entrepierna. Patada que hace que el hombre caiga de rodillas. Dejándola libre para volver a intentar huir, aún con sus manos atadas. No muy listo de su parte.

Si al menos hubiera puesto su vista en frente, se habría percatado del otro hombre que estaba interponiendose en su camino.

Este otro fue un poco más brusco. La sostuvo también del cuello y, como si no pesará nada, la arroja en dirección a otro auto del estacionamiento.

El cuerpo de la morocha impactó con tal fuerza, que los vidrios del vehículo se fragmentaron.

Pero tal acto violento no era suficiente para castigar su desobediencia.

Otro de ellos se dirige hacía ella, la toma del cabello y la arrastra por el piso, de nuevo hacia donde estaban sus compañeros, frente a la puerta trasera de la camioneta. Ya ahí le pisa la cabeza. Ella grita al sentir la pisada, tal es el grito que la cinta en su boca comienza a desprenderse.

Las chicas dentro del vehículo solo lloran. Uno de los hombres golpea la camioneta.

—¡Callense!—ordena.

Alma comienza a enojarse. En otro momento esas bestias ya estarían muertas. Pero necesita estar dentro, para hacerles saber por que no deberían meterse con la novia de un fantasma. Acabar con unos cuantos peones no dejará el mensaje lo suficientemente claro.

Una patada hace que la morocha se coloque en posición fetal buscando protegerse.

Alma quisiera hacerse la sorda y la ciega en este momento. Tiene que aguantar, para poder infiltrarse. Sostiene sus propias manos buscando contenerse.

Pero se hace cada vez más difícil, conforme a qué, a esos tipos les comienza a entretener golpear a una mujer atada e indefensa.

—¡Basta Imbéciles!—los detiene el que recibió la patada—¿Creen que quiero cog*rla de espaldas? No le toquen la cara.—

Se burla el sujeto. Para luego tomarla del cabello, sonriendo con malicia. Mientras ella lo mira con una mezcla entre asco y furia.

—No me mires así, recién empezamos a divertirnos. Pero seguramente necesitaré ayuda para manejarte.—

Exclamó el sujeto para luego dar una señal a sus hombres, para que desaten a la morocha y la tomen de todas sus extremidades.

—Que lástima. Te quería solo para mí. Pero ahora voy a tener que compartirte con esos tres imbéciles—

El desesperadamente intenta bajar su pantalón.

Ante está horrible escena el estómago de Alma se revuelve, casi haciendola vomitar.

"¿En serio, van a viol*rla entre 4? ¿En pleno estacionamiento?" Pensó para si misma. Pero cambio su mirada de dirección con la intención de no olvidar su misión.

Que mala idea desviarla hacia donde se encontraban las demás.

Todas temblando de miedo. Ahogándose en su propio llanto. Tratando de aceptar que eso mismo les esperaría a ellas, tal vez esa misma noche.

Esas lágrimas, los gritos de auxilio de la morocha en el piso, los golpes que había recibido hasta ahora, el placer reflejado en el rostro de aquellas bestias que la someten, la idea de que en lugar de la morocha podría ser Gisela. Todo eso hizo que Alma no tuviera más opción que intervenir.

A riesgo de arruinar su misión, tomo un cuchillo que los imbéciles se olvidaron de bajar. Se lo dio a la chica en uniforme. Le señaló que la ayude a cortar la cinta de sus manos. La chica solo sostuvo el cuchillo con fuerza. Eso era suficiente. Alma, con su ayuda, corta la cinta. Quita la que cubre su boca.

—Las sacaré de aquí. Les prometo que no podrán tocarlas. Pero necesito que permanezcan en silencio.—ordena en un susurro. Las chicas asienten.

Bajo con sigilo de la camioneta. Se coloca detrás del hombre con los pantalones abajo, lo toma del cabello con fuerza guiando su cabeza hacia atrás, al mismo tiempo que dirije el filo del cuchillo al inicio del cuello.

—¡Quiten sus put*s manos de ella!— amenaza Alma.

Los hombres retroceden. La morocha larga un llanto de alivio desconsolado.

—¡Los quiero lejos hijos de put*!—vuelve a ordenar, mientras presiona el cuchillo contra el cuello del sujeto.

Esa presión le ocasiona una leve herida que da a entender la seriedad de la amenaza. Ellos vuelven a retroceder. Mientras, cómo puede, la morocha se va poniendo de pie y se coloca detrás de ella.

Alma observa la situación.

Ellos están intentando tomar las armas que llevan ocultas en sus pantalones, pero no dispararán mientras el cuello de su líder este en juego.

La morocha a su espalda está vomitando y llorando. Alma no es la única que tenía el estómago revuelto.

—¡MALDITOS HIJOS DE PUT*! ¡OJALA Y LOS COG*N POR EL CUL*!—Grita asqueada la morocha, para luego continuar llorando.

Estas bestias solo están esperando el momento, para atacar y volverán a intentar violarla. Lo mejor sería usar al sujeto de rehén e intentar escapar. Ya encontrará la forma de enviar su mensaje.

—¿Crees ser más rápido para dispararme?— Alma vuelve a tironear el cabello del sujeto.— Deberíamos intentarlo. ¿Quien sufrirá más? ¿Yo por la bala o tu amigo por el desangrado?— amenaza nuevamente.

Los hombres vuelven a inmobilizarse, por ahora.

El sentimiento de asco en la morocha es momentáneamente reemplazado por la furia.

Cuando Alma intenta retroceder para huir con su rehén, su mano, guiada por la morocha, presiona el cuchillo contra el cuello del sujeto fuertemente y se desliza hacia arriba. Provocándole al sujeto una muerte segura.

Y, tal vez, también a ellas.

TQF: "Te ame en tu otra Vida"Where stories live. Discover now