Cuando el cadáver de rostro desfigurado deja de moverse, Alma se pone en pie. Su apariencia es la de un personaje salido de una película de terror.
Está cubierta de sangre. El traje blanco, por momentos, teñido de rojo. El cabello largo a la cintura casi perfectamente alisado. Sus ojos azules, vacíos. La conciencia pareciera extrañamente tranquila. O tal vez apagada.
Las chicas ya se apartaron. Su mirada vacía, dio miedo. La forma en que los asesino, cómo poseída, las asustó. Pero, aún si ella fuera un demonio, fue la única persona que las liberó. Están en deuda.
De pronto, los ojos de Alma dejan de sentirse vacíos. Cómo si ella volviera. Ya no está poseída. Y con ello vuelve su conciencia.
Al observar la sangre a su alrededor, de pronto, le viene el deseo de fumar. Cómo cada vez que le quita la vida a alguien.
—¿Me habrán quedado cigarrillos?—piensa en voz alta.
La chica que la maquillo le extiende uno. De los que había en su campera.
—¡Ohh Gracias!—exclama Alma.—¿No había un encendedor ahí o si?—pregunta ella mientras lleva el cigarrillo a su boca. La chica lo niega.—¡Put* madre! Lo volví a perder.—
De pronto, otra chica, toma del bolsillo de un cadáver sin rostro, un encendedor. Con el le ayuda a encender el cigarro.
—¡Gracias!—
Alma se predispone a fumar, cuando nota como ellas se van acercando, con una mirada extraña. Reconociéndola como su salvadora.
Ahí es cuando ella se percata, no hizo ningún daño al mandar al infierno a esas bestias. Ellas eran la prueba.
Pero aún le queda trabajo por hacer.
—Necesito una última ayuda.—ruega la morocha. —Tenemos que prender fuego este lugar de mierda.—
Las chicas no podrían estar más contentas con esa propuesta. Comienzan incendiando lo que encuentran. Camas, colchones, sillas, muebles. Con alcohol, aceite, lo que encuentran a su paso.
Cuando esa tarea está completa, bajan por las escaleras. Directo a la oficina.
Alma se dirige hacía dónde controlan las cámaras, para eliminar todo rastro de su existencia. Y al mismo tiempo desactivarlas. Al igual que la alarma de incendios.
Las chicas están cargando todo el dinero que pueden. En mochilas y bolsos que encontraron. Al menos con eso podrán huir lejos de ese infierno.
—¡Lo que no se lleven lo quemaré!—Advierte la morocha.
Las chicas lo entienden, pero no podría importarle menos. Prefieren cargar un poco y escapar rápido.
Alma termino con las cámaras. Huye hacia el estacionamiento. Y, por fin, Lucio baja por el ascensor. Con Iván desmayado en su espalda.
—Te dije que prenderé fuego todo y bajas por el ascensor...—agarra su propia cabeza, no entendiendo el nivel de imprudencia de su hermano.—y yo soy descuidada por perder encendedores.—
—Relajate... Todavía no se activa la alarma. El fuego no debe ser tan grande. Y ni siquiera hiciste explotar los autos.—
—¡Desactive la alarma, imbécil!—
Lucio frena para pensar brevemente "Mierd* pude morir".
—Y explotar los autos es tu trabajo.—vuelve a explicar su hermana.
Lucio sube, cuidadosamente, a Iván en uno de los vehículos. Lo recuesta delicadamente sobre el asiento trasero y programa las bombas.
—Listo. Tenemos menos de quince minutos para que todo se vaya al caraj*—Aclara Lucio, mientras se coloca el cinturón. Pero, Alma, a media acción recuerda algo.—¿Ahora que?—
—Qual è l'unico nemico che non cerca vendetta? (¿Cuál es el único enemigo que no busca venganza?)— Pregunta ella, a lo que si hermano responde.
—Te olvidaste de eliminar a uno ¿Verdad?—
—Cinco, en realidad.—suelta su cinturón.
—Despues dices que no eres distraída.—reclama Lucio.
—Dame tu arma.—ordena ella. Su hermano se la extiende.
—Acaba rápido. No tenemos mucho tiempo. Te buscaré afuera.—su hermana asiente y toma el arma.
Dirigiéndose nuevamente por las escaleras, hacia el sitio de dónde recién había salido. Para acabar definitivamente con los que habían quedado dormidos sobre la mesa.
Pero ya era tarde. Las chicas se habían encargado por ella. ¿En qué momento? Ni ella sabe.
Por las dudas, les dispara en la cabeza. Y, a modo de souvenir, deja sobre la mesa una bomba. De las que su hermano coloco bajo los autos. De esta manera puede huir tranquila, sabiendo que nadie la reconocerá.
Se retira, con su misión cumplida. Después de esta pequeña demostración, volverán a temerle a los fantasmas.
Las llamas se hacen cada vez más poderosas, más peligrosas. El aire cada vez más difícil de respirar. El humo que sale del edificio comienza a llamar la atención de los vecinos.
Por primera vez, desde que los Belova tienen el control de esa zona, la gente se pregunta: "¿Que sucede ahí dentro?".
Víctor, que llegó de sorpresa, baja de su vehículo. A tiempo para observar como Alma sale de en medio de las llamas. Cómo alguien que sale por la puerta del infierno en busca de venganza.
—¿Quienes esa?—piensa en voz alta su conductor.
Víctor se horroriza al observarla. Cree conocerla.
—Es-es el-el—
La explosión de todos los vehículos, y el derrumbe del edificio tras Alma hace que se distraigan, buscando protegerse. Cuando vuelven su mirada al sitio donde ella se encontraba ya no estaba. Había desaparecido.
Un escalofrío recorre la columna de Víctor. Comienza a persignarse. Y se repite.
—Era el fantasma de Ludovica Belova y vino por mí.—
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TQF: "Te ame en tu otra Vida"
RandomCada familia es un mundo. Cada una tiene sus propios secretos. Pero apuesto a que ninguna como la de los Belova. ¿Podrás descubrirlos? La Familia Belova es poderosa, más de lo que siquiera se pudiera imaginar. Manejan el mundo desde las sombras, a...