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El camino de regreso a casa fue silencioso. Emily caminaba por delante junto a perro, mientras el ballestero se mantenía un par de pasos atrás de ella, le estaba dando todo el espacio que merecía y necesitaba.

— Déjame ayudarte.

— Estoy bien. — respondió sin mirarlo.

El ballestero no respondió en contra y sólo se mantuvo observándola como le costaba abrir su bote de agua.

— Toma esto. — le extendió su navaja para que se ayudase con eso deteniéndose logrando que ella también lo hiciera.

— Gracias.

Al conseguir abrirlo la devolvió y siguió caminando después de beber, volvió a dejarlo atrás sin querer mirarlo aún.

— Voy a volver. — le informó al ballestero — Al menos uno de nosotros tiene que quedarse con ellos.

— Puedo hacerlo esta vez si quieres...

— No hace falta. — seguía sin mirarlo — A ti se te da mejor estar aquí afuera.

El ballestero sólo agachó la mirada y asintió dándose por vencido.

— Te llevaré en la motocicleta, no está muy lejos de aquí.

— Prefiero caminar.

Lo único que pudo hacer fue soltar un suspiro y no insistirle.

— Ve con cuidado. — declaró el ballestero.

— Tú igual.

Tomaron caminos separados, haciendo que perro se viera en un dilema sobre a quien seguir, para al final terminar siguiendo a la mujer.

— Genial.

Fue lo único que exclamó el ballestero al notar la traición de su amigo.

No le insistió a Emily en que se quedara, o en que la acompañaría a casa. Sabía que necesitaba un tiempo a solas, notó lo que le estaba costando mirarlo a la cara, pero quería saber que pensaba, que sentía, y porque no lo estaba culpando, cuando él se sentía él peor esposo del mundo.

(...)

Al regresar, Emily buscó distraerse y olvidarse de todo aquello, y sólo sus hijos eran quienes podrían lograrlo, así que pasó todo el tiempo con ellos. Ayudaron en el huerto, entrenó junto a Max, y jugó con Carl junto a los pequeños Grimes y la hija de Aarón. Al igual que también hicieron un desastre en la cocina mientras horneaba gallegas junto a los niños.

Era la primera vez que se había sentido en paz después de tanto tiempo. El ver a sus hijos a salvo, felices y divirtiéndose, sintiéndose orgullosa del mayor por ver lo bien que progresaba en los entrenamientos, haciéndole saber que si alguno de sus padres llegara a faltar algún día, Carl no estaría sólo y tendría quien cuidara y peleara para mantenerlo a salvo.

Eso le hizo sentir tanta paz y felicidad, lo suficiente como para alegrarse con la llegada de su esposo.

— Bienvenido. — saludó con una ligera sonrisa al percatarse de su presencia afuera del garaje.

— Gracias. — le devolvió el gesto mientras acariciaba a perro — ¿Estás bien?

— Sí, bien, ¿y tú?

BACK TO YOU//The Walking Dead Donde viven las historias. Descúbrelo ahora