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Daryl había estado buscando a su esposa, encontrándose con un susurrador en el camino, así que lo siguió de cerca. Estuvo a nada de atacarlo por la espalda, teniendo que abandonar la idea al ver a otro salir de aquella cueva que había encontrado, para después ver salir a Alfa, con los caminantes que se encontraban dentro, ahora siguiéndola.

Optó por seguirlos. Llegaron a un pequeño río, y atacó de lejos a uno de los susurradores, provocando a los caminantes. Alfa y dos más se pusieron en alerta, hasta que el ballestero volvió a atacar, matando a los otros dos susurradores que la acompañaban, y siendo herido por ella.

— ¿Dónde están? — exigió clavándole una gruesa rama en el hombro — ¡Dímelo!

Vio a los caminantes acercarse a ellos, así que tuvo que alejarse de Alfa para encargarse de los muertos, lo cual sólo lo llevó a ser herido nuevamente por la líder de los susurradores. La mujer terminó clavándole una cuchilla en la pierna al ballestero, causándole un daño mayor, impidiéndole caminar, exponiéndose aún más a volver a ser atacado.

(...)

Desesperado y mal herido, así se encontraba ahora escondido.

Había logrado escapar de su depredador, pero eso no significaba que la caza había concluido. Logró encontrar su escondite en aquel taller abandonado, haciendo llamar a los muertos golpeando la entrada. El ballestero los escuchó entrar y sintió aún mayor desesperación, estaba casi inválido por la navaja aún incrustada en su pierna. Los caminantes lograron ubicarlo por el ruido que él mismo ocasionó, todo para tomar algo con que defenderse de ellos.

Al final no vio más opción que sacarse la cuchilla y así poder incrustarla en el último caminante que lo asechaba, pero aquello había ocasionado que una fuente de sangre surgiera de su pierna.

La noche les cayó encima, y todo lo que el ballestero podía pensar era en su esposa, había pasado todo un día, bajo aquellos escombros, o quizá habría logrado encontrar la salida y en esos momentos ya se encontraba con los demás, pero todo sólo era un tal vez, un deseo profundo.

— Ah, carajo. — maldijo dándose cuenta de lo débil que estaba.

Quería mantenerse positivo, en que ella se encontraba bien, en que posiblemente ahora era ella quien se encontrara buscándolo, y que al encontrarlo sólo recibiera un regaño por verlo en aquella condición, para después consolarlo y cuidar de él.

Charlo con Alfa, hasta que esta pareció quedar inconsciente, cosa que también ocurrió con él momentos después, para que al abrir de nuevo los ojos, se encontrara con Lydia, quien lo había salvado de su propia madre.

(...)

Le costaba caminar, mantenerse de pie sin tambalearse, el dolor en su tobillo era insoportable, y lo único que podía hacer era arrastrar la pierna para avanzar, con una velocidad mucho más lenta de lo que creyó que sería.

— Es una maldita broma. — formuló al ver como caminantes comenzaban a aparecer.

Se había encontrado con un par por el camino, pero los que se acercaban eran más de los que podía manejar en ese estado.

Sacó su navaja y se puso en guardia esperando por los caminantes, esperando salir viva de ahí. Tenía que ingeniárselas para terminar con ellos, logró hacerlo con un par, hasta que en un movimiento su pie herido terminó tocando el suelo, haciéndola caer, y con ella, un caminante.

Buscaba su navaja entre las hojas regadas en la tierra, mientras sostenía al caminante con una mano, pero por más que lo intentaba, no lo conseguía.

BACK TO YOU//The Walking Dead Donde viven las historias. Descúbrelo ahora