17: Monstruo, dios, bestia, héroe

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Allí estaba otra vez: la presencia en la oscuridad... No. Ryomen se equivocaba. No era una presencia en la oscuridad. Más bien, la oscuridad era la presencia.

De inmediato volvió a encender las antorchas y, sólo por si acaso, también le prendió fuego a un par de mesas. El fuego ardió alto y enloquecido, pero las sombras se retiraron de a poco, en moda lánguida y enfurruñada. ¿Quién se atrevía a molestarlas en su territorio?

Ryomen y Yuji se quedaron quietos. El chico blandía el arma en una mano y se había apoyado en el cuerpo de Ryomen como si pretendiera saltar y lanzarse al ataque. Él lo sostenía por la cintura; su brazo era un grillete de carne que lo aprisionaba sin misericordia.

—¿Escuchaste eso? —dijo Yuji.

Una voz hecha de hueso y polvo y fuego había pronunciado su nombre completo. Claro que lo había escuchado.

—¿Recuerdas el camino hasta la salida? —le preguntó Ryomen. Las cavernas eran enrevesadas y traicioneras en su centro, pero hasta ese punto no habían pasado más que un par de bifurcaciones en el trayecto. Si se daba el caso, el muchacho sería capaz de salir por su cuenta.

—Ni por un segundo pienses que voy a abandonarte aquí.

Con un tono sobrio y realista, Ryomen le dijo:

—No todo es cuestión de voluntad. A veces las cosas simplemente ocurren... Prepárate.

Se lo cambió de brazo, para que Yuji pudiera sostener la lanza con mayor comodidad. La piel del muchacho estaba helada y pegajosa; sudaba frío. Probablemente era culpa suya, de su aura, pero en ese momento Ryomen no consideró la opción de sofocar su poder. No estaba dispuesto a correr ese riesgo.

Sabía lo que le esperaba...

No, no sabía, no podía asegurar...

Sabía...

No lo veía, maldita sea...

Rey... de las dos caras —siseó la voz de la oscuridad.

Ryomen dio un paso en falso para provocar. En lugar de arrojarse hacia alguna de las salidas de la cámara, pateó un cofre rumbo a la oscuridad. Éste se abrió en el aire, revelando su contenido —una docena de pieles de oso, de zorro, de tigre. Al mismo tiempo lanzó un ataque cortante. Su técnica, sin embargo, no alcanzó a cortar ni la mitad de las pieles y se disolvió en la nada. La descomunal pata de una araña emergió de la oscuridad, perforando al vuelo una piel de tigre.

Ryomen lanzó otro ataque que se desvaneció sin lograr nada. O casi nada. Gracias a él pudo calcular el alcance y supo que debía retroceder, preferentemente, de inmediato. Saltó hacia atrás, todavía cargando a Yuji en un brazo.

El espíritu maldito de grado especial ya no se contentó con acechar en las sombras. Fue tras ellos. Al pasar junto a las antorchas encendidas con el poder maldito de Ryomen, el fuego tembló y en algunos casos se extinguió.

Ryomen... ¿no puedes... ver...?

El cuerpo de la araña avanzó con dificultad. Era una madeja acalambrada de oscuridad y huesos. Tenía más de ocho patas, todas hechas de hueso, todas afiladas y punzantes. Proyectó una hacia ellos; la piel del tigre pendía allí, como un estandarte grotesco. Ryomen la esquivó dejando mucha más distancia de la que parecería necesaria. La araña avanzó, a medias arrastrándose, a medias cojeando, y de nuevo trató de alcanzarlos con sus patas. Ryomen saltó a un lado.

No trataba de empalarlos. Trataba de acercarse lo suficiente y disolver su energía maldita. Si lo lograba, Ryomen no sería capaz de mantener la transformación. No podría ni encender una vela con su técnica ritual.

Los ojos del rey (JJK SukuIta ff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora