Capítulo 12

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Satoru

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Satoru.

—Megumi, no puedo cocinar si te tengo a mi alrededor.

El pequeño soltó algo parecido a un bufido molesto antes de soltar uno de los brazos de Satoru e ir con Tsumiki quien pintaba uno de sus libros. Le preguntó a su hermano si quería dibujar pero el niño negó ante el pedido, siempre con sus ojos en Satoru.

Satoru no sabía cómo sentirse realmente.

Reconoce que tal vez fue algo dramático y no todos sus actos fueron correctos, pero en este mismo instante estaba recibiendo el castigo de sus acciones.

Megumi en un inicio fue distante y cortante, muy pocas veces se dejaba ver indefenso.

Desde que hablaron aquel día todo cambió.

Satoru no podía estar más de treinta minutos solo antes de sentir la compañía de Megumi. Ya sea acompañando, tocando o abrazando el niño se aseguraba de tener cualquier tipo de contacto con el mayor.

Si antes tenía cero contacto ahora sentía que se asfixiaba. En el buen sentido.

Satoru con el transcurso de los primeros días lo tomó de manera natural y hasta bien bienvenido. No podía negar que esta faceta de Megumi era extraña pero encantadora, un lado suave y mimado que nunca antes había imaginado.

La cara amargada y enfurruñada no cambió para nada, pero las expresiones no iban de acuerdo con sus acciones. Incluso si Satoru era quien hacía el gesto para darle una tierna caricia Megumi solo se enfurruñaria pero se acercaría, incluso se inclinaría al contacto de las manos en su cabello o mejillas.

Megumi escapaba de sus manos siempre que podía en el pasado. Ahora no.

Además, con el tiempo lo más probable es que se aburra y vuelva a su actitud pasada.

Satoru podía reconocer esta faceta infantil y mimosa por más serio que intentará ser el menor. Era como si Megumi intentara compensar todos sus cortos años de soledad y falta de cariño en esos pocos días, sumado a su aún pequeña ansiedad de ser abandonado nuevamente.

Satoru lo comprendía totalmente por lo que no le negó nada. Si Megumi quería un abrazo, entonces lo abrazaría. Si Megumi quería unas caricias en sus mejillas, se aseguraría de acariciarlas hasta dejarlas rojas. Si Megumi quería que le repitiera que no lo dejaría ni a él ni a Tsumiki, entonces Satoru le prometería mil veces que jamás haría tal cosa.

Esta necesidad de cuidar y proteger era algo sin precedentes.

Era un sentimiento que él mismo desconocía.

Pero no estaba mal.

—Gojo sensei— Tsumiki se acercó a él jalando la tela de su pantalón para llamar su atención. En sus manos presentó ante Satoru un dibujo. —Es para usted.

Satoru no dudó ni un segundo en tomar el dibujo en manos y verlo. Incluso con trazos algo descuidados Satoru no pudo pasar por alto el talento que tenía Tsumiki a la hora de dibujar, incluso se las arregló para hacer un bonito dibujo con el poco material que tenía a mano.

Realmente era una niña muy talentosa.

—Mira nada más. Nuestra linda Tsumiki volvió a dejarnos en vergüenza a Megumi y a mi con su hermoso arte— su voz fue dramática y chillona lo que generó risas por parte de la niña.

—¡Sensei! No es para tanto.

Satoru se llevó una mano al pecho, lágrimas a los bordes de sus ojos se asomaron.

—¡¿Cómo que no, Tsumiki?! Este se merece estar en un lugar donde todos la puedan ver.

Bajo la atenta mirada de ambos hermanos Satoru dejó el dibujo en la puerta de su heladera sostenido por pequeños imanes de animales.

Tal vez para Satoru fue un gesto simple pero para Tsumiki fue mucho más.

Sus ojos brillaron con una luz tan radiante que haría enternecer los corazones de quien la viera.

Su sonrisa no desapareció incluso cuando se lanzó al mayor para abrazarlo, rodeando su cuello con una fuerza tal que ahogaría a cualquiera. Satoru estaba por alejarla solo un poco cuando las palabras de Tsumiki lo detuvieron.

—¡Muchas gracias, Satoru!

Se quedó congelado.

La menor fue consciente de sus palabras cuando sintió el cuerpo bajo sus brazos tensos. Por un momento se alejó con timidez y vergüenza creyendo que lo que dijo estuvo mal.

—Ah, esto... no era mi intención, sensei.

Esta era la primera vez que uno de los niños lo llamaban por su nombre.

¿Cuándo fue que empezaron a usar el 'Gojo sensei'?

Satoru recuerda que fue desde el inicio, pero en ese entonces no le dio importancia. A estas alturas escuchar el constante 'sensei, sensei, sensei' le generaban cierto rechazo. Aún era un estudiante y no tenía definido cuál sería su oficio exacto una vez terminara la escuela de hechicería.

Había pensado que lo más probable es que los altos mandos sean quienes habían instruido que le llamaran así al ser quien tendría que enseñarles. Pero lo consideraba inapropiado y muy formal para la convivencia que estaban teniendo.

Su mano derecha se posó sobre una de las mejillas de la niña, apretando hasta sacarle un bajo chillido de queja.

—Satoru.

Tsumiki y Megumi lo miraron confundidos al escucharlo llamarse así mismo.

—De ahora en más llámenme Satoru.

Por unos segundos el silencio fue ensordecedor. El hombre pensó que tal vez fue apresurado pero pronto un bajo murmullo llegó a sus oídos por parte de Megumi.

—Satoru.

El hombre abrió sus ojos al escuchar su nombre salir en esa voz infantil. Sus ojos miraron con algo de sorpresa a Megumi.

—¡Satoru!

Su atención volvió a Tsumiki quien volvió a abrazarlo gritando una y otra vez su nombre. Como una reafirmación de la confianza que estaba recibiendo.

Esa tarde todo lo que se escuchó por el departamento fue la voz de Tsumiki y Megumi diciendo una y otra vez 'Satoru'.

Un día NORMAL en la vida de Gojo Satoru y Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora