Lo prometo. No volverá a pasar.
—¡Repite lo que acabas de decir!
—Dije que me llevare a Megumi y Tsumiki Fushiguro.
Lo que siguió fueron susurros de claro descontento. Pero esto le importaba poco o nada a Gojo Satoru. Incluso siendo solo un adolescente su influencia y pertenencia al clan Gojo le daba un poder y autoridad imposible de ignorar.
Incluso por los altos mandos.
—No seas insolente. Teníamos un trato. No puedes hacer lo que quieras.
Satoru observaba sus zapatos como si fueran más interesantes que esta conversación. De hecho todo él lucía relajado como si solo hablara del clima.
—El trato era que ustedes se harían cargo del niño junto a su hermana a cambio de que sirviera como hechicero en la escuela de hechicería en el futuro.
—¡Y eso es lo que hacemos!— El anciano había golpeado el suelo en señal de autoridad contra el joven.
Señal que por supuesto no funcionó.
Satoru levantó la cabeza, desde que había llegado no había dirigido ni una sola mirada a nadie.
Su diestra se alzó a la altura de sus lentes negros, bajándolo lo suficiente hasta dejar a relucir el precioso pero poderoso azul celeste de sus ojos. Cualquiera consideraría a esto una escena encantadora pero ciertamente estaba muy alejado de serlo. Era una advertencia.
Una sonrisa cínica se formó en sus labios.
—Ustedes no están cumpliendo con el trato.
Y era la pura verdad.
A pesar de su juventud Gojo Satoru se había ganado el título del Hechicero más fuerte de todos. Por tanto, la cantidad de misiones de primer y grado especial era tanta que llegaba a ser absurdo. Satoru las cumplía en parte para obtener mayor experiencia en el control de sus técnicas, además, el exceso de trabajo mantenía su cabeza ocupada.
Aquí el problema.
Cuando conoció a Megumi Fushiguro, el pequeño enano que había dejado Toji Zenin a su suerte, le había prometido un hogar junto a su hermana.
Maldición incluso tuvo que intervenir contra el molesto clan Zenin para cancelar su venta.
Todo para que los peces gordos y su ansia de control arruinaron todo.
¿Cuánto había pasado? Gojo calculaba qué no más de dos meses desde que había dejado al niño y su hermana bajo el cuidado de la escuela de hechicería.
Grave error.
Un día antes, luego de estar una semana en el extranjero quiso ver a la pequeña copia del bastardo que casi lo mata. Si, podrá ser el padre del niño pero jamás olvidaría lo que le hizo. Además había dejado a su suerte a su propio hijo, algo que incluso para Gojo era demasiado.
Gojo nunca pensó ver así de enojado y triste a este enano.
Solo era un niño. No debería de estar así de cansado ¿que demonios con esas ojeras? Gojo había dejado a un niño saludable y ya no había rastro alguno de él.
La mayor sorpresa fue cuando intentó acercarse y recibió de lleno un golpe en sus partes privadas junto a un grito roto.
—¡Mentiroso!
Solo era un niño por lo que Gojo no veía necesario tener activado el infinito. Ahora se arrepentía completamente.
Megumi no dejó de gritar, sollozos escapando cada vez más y más de su pequeño cuerpo el cual con cada segundo solo temblaba más, como si no fuera capaz de contener toda la rabia.
—¡Prometiste que estaría con Tsumiki! ¡Desde que llegué aquí no la he vuelto a ver! ¡Es todo tu culpa! ¡Nunca debí confiar en un anciano!
Bien. Gojo no entendía nada. Pero incluso así era el adulto que debía mantener la calma. La pequeña copia de Toji Zenin lloraba como si se hubiera muerto su padre.
Oh, cierto. Gojo se golpeó mentalmente la cabeza. Él mató al hombre.
Ignoró el dolor e hizo el intento de acercarse al niño el cual tiraba golpes al aire con la esperanza de acertar un golpe contra este rufián.
—Bien, nada mal para ser un mocoso ¡Hey, ahí no! ¡Ese lo necesito! Enano no puedo hacer nada si no me dices que paso.
Fushiguro se mordió los labios en un acto ansioso, algo que Gojo anotó en su cabeza para corregir en el futuro antes de que se desarrollara a mayores niveles.
—Mi hermana…
—De acuerdo. Mírame. Respira correctamente y explícame que fue lo que pasó.
Ahora estaba aquí. Prácticamente amenazando para que no se metieran en su plan.
Estos ancianos habían tenido la audacia de aprovechar la ausencia de Gojo y separar a Megumi y Tsumiki. Megumi había sido encerrado en una de las tantas habitaciones de la escuela mientras Tsumiki encerrada en otra área más restringida. Según los altos mandos era una ‘modalidad de seguridad’ al ser una niña no hechicera.
Megumi había llorado, prácticamente rogado ver a su hermana -algo que Gojo ciertamente no podía imaginar del niño- pero se le había sido negado todo contacto. Sumado a eso era puesto en clases estrictas para controlar su energía y desarrollar sus habilidades. Casi imposible al tener su cabeza triste todo el día.
Gojo no podía permitir este trato, menos contra un par de niños que solo buscaban protecciones luego de ser abandonados. Había hecho una promesa y la iba a cumplir, incluso si iba en contra de sus planes iniciales.
Después de todo ¿Quién le daría la contra al Hechicero más fuerte?
Esa misma tarde fue en busca del niño quien claramente estaba resentido con él por la forma en que lo evitaba.
—Megumi, vamos.
El nombrado le dio la espalda, acostado sobre la cama solo se tapó hasta la cabeza ignorando abiertamente a Satoru.
El mayor estaba por soltar un suspiro cansado cuando la aguda voz sonó amortiguada por las sábanas.
—¿Y Tsumiki?
Gojo solo se acercó unos pasos, respetando el espacio ajeno, algo raro pero que sus instintos le decían que no podía romper.
—Iremos con Tsumiki.
Ojos verdes se asomaron de debajo de las sábanas, mirándolo de forma analítica como si estudiará cada uno de sus gestos buscando cualquier indicio de mentira.
Satoru dio su sonrisa más bonita y sincera, generalmente funcionaba. Megumi no fue la excepción aunque lo miró feo pero bueno, resultados son resultados.
El camino hasta donde Tsumiki estaba fue silencioso y rápido, Megumi apuraba los pasos de Gojo ansioso de ver a su hermana. Satoru en algún momento tuvo el impulso de tomar la mano del niño pero fue un instinto pasajero que rápidamente suprimió.
Si pudiera describir el encuentro sería; lágrimas y mocos. Más por parte de Megumi que de Tsumiki aunque la niña podría competir en quien derrama más lágrimas, era un milagro que con tantas lágrimas no se quedara seca e incluso pudiera llorar más.
Satoru no amaba especialmente a los niños pero siendo que esta era su situación actual haría el esfuerzo.
Megumi había tratado de recomponer su rostro lo más que pudo, sus cejas fruncidas de forma graciosa al intentar hacer la cara que generalmente tendría.
—¿Y ahora? ¿Me separaras de Tsumiki otra vez?
—Iremos a mi departamento. De ahora en adelante se quedarán conmigo.
—¿Contigo?
—Así es. Megumi cometí un error ¿puedes disculparme? Prometo que no volverá a pasar.
Si, haría el esfuerzo.
Porque estos niños se lo merecían.
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Un día NORMAL en la vida de Gojo Satoru y Megumi Fushiguro
Fiksi PenggemarSolo eran días normales entre un niño y un adolescente casi adulto. Gojo Satoru estaba seguro que criar a un mocoso debía de ser fácil. Megumi Fushiguro no confiaba ni un poco en él. Por supuesto, nada sale según lo planeado. ●Créditos a sus respect...