Satoru está incluso en mis sueños
Megumi era demasiado pequeño como para saber si lo que sus ojos veían en ese momento era real o un sueño.
Pero la mano que se posó sobre su mejilla era cálida.
La sonrisa que acompaño la muestra de cariño fue igual de bonita que la mujer frente a él.
—Megumi, ven con mami.
Antes de siquiera pensarlo el pequeño se acercó a la voz que lo llamaba. Fue instintivo la forma en que su cuerpo reaccionó, usando sus manitos para aferrarse a la ropa de la contraria quien lo tomó en brazos y lo cargó.
—Mira cariño— ella señaló el cielo, aquel punto en el horizonte donde el sol estaba a punto de esconderse. —Es precioso ¿verdad?
El niño observó el paisaje. El mar hacía un contraste perfecto con los cálidos colores del cielo en una armonía perfecta. Los ojos de Megumi guardaron esta imagen en sus más profundos recuerdos.
La mujer giró la cabeza ante una nueva presencia, Megumi copió su acción, curioso de la persona que los observaba. Allí parado había un hombre, grande y fuerte como un muro impenetrable.
Él los llamó, Megumi está seguro de que así fue, pero por alguna razón el nombre de la mujer no lo escucho.
—Cariño, parece que Megumi tiene sueño— ella se acercó al hombre quien tan pronto los tuvo entre sus brazos no dudo en dejar un rápido beso en la frente de ambos. —Parece que nuestro pequeño ya agotó todas sus fuerzas.
Él hombre soltó una risa, apretando el agarre que tenía en ambos.
—Es normal, hoy fue especialmente enérgico.
—Sin duda sacaste la energía de tu padre, Megumi— bromeó ella, soltando risitas y dándole tiernas caricias en las mejillas del menor. —Cuando seas grande serás igual de grande y fuerte que tu padre.
—Preferiría que fuera como tú.
Ella soltó un pequeño bufido a modo de queja.
—Ah cariño, incluso si yo lo di a luz este pequeño decidió ser idéntico a su padre.
Solo lo decía a forma de broma, pero la mirada de su esposo fue cariñosa cuando habló.
—Pero tú eres única para mi, por eso nuestro hijo es especial. Quiero que él sea igual de bendecido como lo fuimos nosotros.
La mano de la mujer se posó en su mejilla, acariciando con las yemas de sus dedos la fina línea de una cicatriz en las comisuras de los labios del hombre.
—Megumi, significa bendición.
El menor intentó forzar sus ojos a mantenerse abiertos el mayor tiempo posible, una tarea casi imposible. El cansancio era mucho y el arrullo que ambos adultos hacían para que se duerma no ayudaba.
Megumi no quería cerrar los ojos.
Megumi quería verlos solo un poco más.
Megumi quería llenarse de esta calidez familiar solo un poquito más.
—Dulces sueños, Megumi.
El niño frunció el ceño, acomodándose entre las mantas que lo cubrían. La superficie donde descansaba si bien no era tan suave como un colchón era lo suficientemente cómoda como para no querer moverse de ahí.
Una mano se posó entre sus cabellos otorgando caricias suaves junto a un pequeño murmullo.
Megumi abrió los ojos solo un poco. Entre sueños deslumbró cabello blanco decorando un profundo azul.
—Satoru— murmuró.
El mencionado sonrió, pellizcando solo un poco una de las mejillas del niño recibiendo una pequeña queja.
—Te quedaste dormido— le avisó. —¿Soñaste?
Satoru solo preguntaba porque tenía curiosidad, el niño murmuró un par de palabras inentendibles entre sueños que llamaban su atención.
Megumi no recordaba nada del sueño. Ni siquiera sabía si tuvo uno. Pero lo que sí sabía, es que el sentimiento que sentía era el mismo que en ese momento.
No lo recuerda con exactitud, pero su corazón se siente igual de cálido. El sentimiento es el mismo.
—No lo recuerdo, pero Satoru estaba en él.
Sin decir más se acomodó en el regazo del hombre dispuesto a continuar descansando recibiendo solo un par de mimos antes de volver a quedarse dormido. El hombre solo sonrió, satisfecho con su respuesta.
Lo último que se escuchó fue el suave susurró de unas palabras.
—Tú también estás en mis sueños, Megumi.
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Un día NORMAL en la vida de Gojo Satoru y Megumi Fushiguro
FanfictionSolo eran días normales entre un niño y un adolescente casi adulto. Gojo Satoru estaba seguro que criar a un mocoso debía de ser fácil. Megumi Fushiguro no confiaba ni un poco en él. Por supuesto, nada sale según lo planeado. ●Créditos a sus respect...