puertas abiertas del 512

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Al día siguiente, me desperté con la mente enfocada en la reunión de la noche. Era una sensación extraña; no solía anticipar con tantas ganas los eventos sociales, pero esta vez era diferente. Quizás la idea de que Zeus también formara parte de la experiencia hacía que todo pareciera más atractivo.

La rutina matutina transcurrió como de costumbre. Paseé a Zeus, lo alimenté y me preparé para el día en la oficina. Pero a lo largo de la jornada, mi mente volvía una y otra vez a la invitación de sofia. ¿Cómo sería la dinámica? ¿Iban a asistir muchos vecinos? Y lo más importante: ¿cómo me sentiría yo, alguien que generalmente prefería su espacio, en un ambiente de socialización tan cercano?

Cuando el día laboral llegó a su fin, regresé al apartamento 512 y, tras un rápido vistazo a Zeus, decidí que lo mejor era sacarlo un rato antes de la reunión. Quería que estuviera relajado para cuando llegara el momento de conocer a más gente. El paseo fue agradable, con el aire fresco de la tarde llenando el parque cercano.

De vuelta en casa, me di una ducha rápida y opté por un atuendo casual pero presentable. Quería sentirme cómodo, pero también dar una buena impresión. Sofia había mencionado que sería una reunión informal, así que no veía la necesidad de exagerar.

Finalmente, llegó la hora. Tomé la correa de Zeus ,que parecía captar mi emoción, y nos dirigimos al salón comunitario. El espacio estaba decorado de manera sencilla, con algunas mesas y sillas dispuestas en círculos, creando un ambiente acogedor. Un par de vecinos ya habían llegado y se encontraban en medio de una conversación ligera.

Sofia fue una de las primeras en notar mi llegada. Se acercó con una sonrisa radiante y me saludó con una calidez que hizo que me sintiera bienvenido al instante.

—¡Samuel, qué bueno que viniste! —exclamó, agachándose para saludar a Zeus, quien inmediatamente la reconoció y le lamió la mano con entusiasmo.

—No podía perderme esto —respondí, mirando alrededor y notando a más vecinos que se iban sumando a la reunión.

Nos unimos a un pequeño grupo que estaba conversando cerca de la mesa con bebidas. Algunos de los vecinos ya estaban charlando animadamente sobre el edificio, las peculiaridades de "Sol y Sombra" y sus experiencias personales desde que se mudaron allí. Me di cuenta de que, aunque había vivido en el edificio por un tiempo, conocía muy poco sobre las personas que compartían mi entorno.

A medida que la noche avanzaba, fui descubriendo que había una mezcla interesante de residentes: jóvenes profesionales, parejas mayores, e incluso algunas familias con niños pequeños. Cada persona tenía su propia historia, y escucharlas me hizo ver el edificio desde una nueva perspectiva. No era solo un lugar donde vivíamos; era una comunidad con vidas entrelazadas de maneras que apenas empezaba a comprender.

Zeus, por su parte, se estaba ganando el cariño de todos. Se movía de persona en persona, recibiendo caricias y atenciones, y su presencia parecía aliviar cualquier tensión o incomodidad que pudiera haber. No podía haber traído mejor compañero.

Durante la conversación, me di cuenta de lo bien que Sofía manejaba las interacciones. Parecía conocer a todos, y todos la apreciaban. Me resultaba fascinante cómo se desenvolvía con tanta naturalidad en un ambiente que yo habría encontrado desafiante.

—Este edificio tiene su encanto, ¿verdad? —dijo sofia en un momento, mientras observaba a los demás charlar.

—Definitivamente lo tiene —respondí, y no pude evitar pensar en cómo, de alguna manera, el 512 había sido el punto de partida para que mi vida empezara a cambiar.

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