ese vacio

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capitulo:5

Melisa se despertó al sonar el despertador, marcando las 6:00 de la mañana. Hoy era su cuarto día en el nuevo colegio, y aunque sentía un nudo en el estómago, también había una chispa de emoción. Se levantó y se preparó rápidamente, repasando en su mente las conversaciones con Jerónimo y sus momentos con Lísienle.

Después de desayunar y despedirse de su madre, Melisa y su hermano se dirigieron a la escuela. El trayecto fue tranquilo, pero sus pensamientos estaban ocupados con lo que le esperaba.

Al llegar, se dirigió directamente a su casillero. Mientras sacaba sus libros, una voz familiar la sorprendió.

"¡Melisa!", exclamó Lísienle, apareciendo a su lado con una sonrisa brillante. "¿Estás lista para otro día emocionante?"

Melisa sonrió. "Sí, aunque todavía me estoy acostumbrando a todo."

"¡Lo estás haciendo genial!", dijo Lísienle, dándole una palmadita en el hombro. "¿Quieres caminar juntas a clase?"

"Claro, vamos", respondió Melisa, sintiendo una calidez en la amistad de Lísienle.

Caminaron juntas hacia la primera clase del día, que era matemáticas. Mientras caminaban, Melisa decidió que quería conocer más sobre Lísienle.

"Entonces, Lísienle, cuéntame más sobre ti. ¿Qué te gusta hacer fuera de la escuela?", preguntó Melisa, con genuino interés.

Lísienle sonrió ampliamente. "Bueno, me encanta el arte. Paso mucho tiempo pintando y dibujando. Es mi forma de relajarme y expresarme. ¿Y tú, Melisa?"

"Me gusta leer y escribir. Encuentro mucho consuelo en los libros y en expresar mis pensamientos a través de la escritura", respondió Melisa.

"¡Eso es genial! Tal vez algún día puedas mostrarme algunos de tus escritos, y yo te mostraré algunas de mis pinturas", sugirió Lísienle.

"Me encantaría", dijo Melisa, sintiendo que la conexión entre ellas se fortalecía.

Las clases de matemáticas y ciencias pasaron rápidamente, y pronto llegó la hora del almuerzo. Melisa y Lísienle se sentaron juntas en el comedor, disfrutando de la compañía mutua. Justo cuando estaban a punto de empezar a comer, Jerónimo se acercó a su mesa.

"Hola, chicas", saludó Jerónimo, con una sonrisa.

"Hola, Jerónimo", respondieron al unísono Melisa y Lísienle.

"¿Puedo unirme a ustedes?", preguntó Jerónimo, señalando un asiento vacío.

"Claro, siéntate", dijo Lísienle, moviendo su mochila para hacer espacio.

Mientras comían, la conversación fluyó naturalmente. Hablaron de sus clases, sus profesores y sus expectativas para el año. Melisa se sentía feliz de tener amigos con quienes compartir sus días.

Después del almuerzo, las clases continuaron con literatura y arte. Melisa estaba emocionada por la clase de arte, especialmente después de la conversación con Lísienle. Cuando entraron al aula de arte, Lísienle le mostró algunos de sus bocetos.

"Son hermosos, Lísienle", dijo Melisa, admirando el talento de su amiga.

"Gracias, Melisa. Me encantaría ver tus escritos algún día", respondió Lísienle.

La clase de arte fue una de las más relajantes del día. Melisa se perdió en la creación de su propia obra, inspirada por la conversación con Lísienle. Al final de la clase, se sintió más conectada con sus amigos y con su nueva escuela.

Al final del día, Melisa y Lísienle caminaron juntas hacia la salida. Hablaron sobre sus planes para el fin de semana y sobre cómo podían pasar tiempo juntas fuera de la escuela. Melisa se sintió agradecida por haber encontrado a alguien como Lísienle, una amiga que no solo la comprendía, sino que también la apoyaba incondicionalmente.

Esa noche, Melisa escribió en su diario. "Querido diario, hoy fue un día increíble. Conocí más a Lísienle y descubrí que tengo verdaderos amigos que me apoyan. Aunque mi salud sigue siendo un desafío."

Melisa cerró su diario y se acostó, sintiendo de nuevo ese vacío que la consumía a pesar de tener amigos como Lísienle y Jerónimo a su lado.

Mientras cerraba lentamente mis ojos llenos de insomnio empecé a ver como caía a un vacío que a pesar de lo oscuro tuvo un final donde aterrice bruscamente, al instante me levante y vi todos estaban rodeándome mientras yo bailaba con mi antiguo traje de bailarina, en un Arabesque cambie a mi también antiguo traje de porrista y todos me miraban con sorpresa y admiración pero mientas bailaba como una porrista profesional, cambia a mi uniforme de estudiante y todos me miraron con asco y deshonra... se marcharon mientras hablaban de mi y me dejaban sola....

Trazos de caminos Cruzados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora