la decisión

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Capítulo 21: La Decisión del Corazón

Los días se habían convertido en un campo de batalla emocional para Melisa. La tensión entre ella y Lísienle seguía creciendo, y el conflicto interno de Melisa se intensificaba con cada día que pasaba. La amistad que una vez le dio consuelo y alegría ahora se había convertido en una fuente constante de dolor y confusión.

En medio de este tumulto, Jerónimo había entrado en la vida de Melisa como un rayo de luz inesperado. Su presencia era un refugio que ofrecía un contraste refrescante con la tormentosa relación que mantenía con Lísienle. Jerónimo había sido un apoyo constante, escuchando a Melisa y brindándole la perspectiva y el consuelo que necesitaba.

Un día, mientras Melisa estaba en el parque con Jerónimo, se permitió un respiro de la intensidad que había marcado sus días recientes. El sol brillaba suavemente, y la conversación con Jerónimo fluyó con una naturalidad que había comenzado a ser rara para Melisa.

—No puedo agradecerte lo suficiente por estar aquí —dijo Melisa, su voz llena de gratitud—. A veces siento que no puedo encontrar una salida a todo esto.

Jerónimo la miró con comprensión, su expresión serena transmitiendo un apoyo incondicional.

—Entiendo que es difícil —dijo Jerónimo—. Pero a veces, alejarse un poco de la situación puede ayudar a ver las cosas desde una nueva perspectiva. ¿Cómo te sientes acerca de todo esto?

Melisa respiró hondo, tratando de organizar sus pensamientos. La relación con Lísienle estaba afectando cada aspecto de su vida, y el dilema de si debía alejarse o no se había vuelto una carga constante.

—Siento que estoy al borde de una decisión —confesó Melisa—. No sé si debería alejarme de Lísienle para protegerme a mí misma, o si debería seguir intentando salvar nuestra amistad a pesar de todo lo que está pasando.

Jerónimo asintió, comprendiendo la complejidad de la situación.

—Es una decisión muy personal —dijo—. A veces, proteger tu propio bienestar es necesario, incluso si eso significa tomar distancia de alguien a quien amas. Sin embargo, también es importante considerar si hay alguna forma de ayudar a Lísienle sin comprometer tu propia salud emocional.

Mientras hablaban, el teléfono de Melisa vibró con un mensaje. Era de Lísienle, pidiéndole que se encontraran para hablar. El corazón de Melisa se hundió. Sabía que la conversación que tenían por delante no sería fácil.

—¿Qué harías en mi lugar? —preguntó Melisa a Jerónimo, su voz llena de vulnerabilidad.

Jerónimo la miró con empatía y determinación.

—Lo más importante es que te escuches a ti misma —respondió—. ¿Qué es lo que realmente te hará sentir en paz? A veces, la verdad puede ser dolorosa, pero es necesario enfrentarla para encontrar una solución. No tienes que hacerlo sola. Estoy aquí para apoyarte en cualquier decisión que tomes.

Melisa asintió, sintiendo una oleada de alivio al tener a alguien en quien confiar. La conversación con Jerónimo le había dado una nueva claridad, y se sintió más preparada para enfrentar la difícil conversación con Lísienle.

Esa tarde, Melisa se dirigió a la casa de Lísienle, con el corazón pesado y la mente llena de dudas. Lísienle la recibió con una sonrisa forzada, que no logró ocultar la tristeza y la preocupación en sus ojos.

—Gracias por venir —dijo Lísienle, su tono apagado—. Quería hablar contigo sobre lo que ha estado pasando. Me siento perdida sin ti.

Melisa se sentó en el sofá, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—Lísienle, he estado pensando mucho sobre nuestra amistad y sobre cómo ha cambiado todo —comenzó Melisa, su voz temblando—. He llegado a darme cuenta de que, para protegerme y encontrar paz, necesito tomar un paso atrás.

Lísienle la miró, la confusión y la tristeza reflejadas en su rostro.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó con un hilo de voz—. ¿Quieres dejarme?

Melisa sintió el peso de sus palabras. La verdad era dura, pero era necesario ser honesta con ella misma y con Lísienle.

—No quiero que pienses que no te aprecio o que no me importas —dijo Melisa—. Pero nuestra amistad se ha vuelto demasiado dolorosa y complicada. Necesito espacio para cuidarme y encontrar claridad.

Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Lísienle, y su voz se quebró.

—No sé cómo seguir sin ti —murmuró—. Me siento tan sola y confundida.

Melisa se acercó y tomó las manos de Lísienle, tratando de transmitir todo el amor y la tristeza que sentía.

—Siempre estaré aquí para ti, incluso si tomamos un tiempo para alejarnos —dijo Melisa—. Espero que puedas encontrar la ayuda que necesitas y que, algún día, podamos encontrar una forma de reconciliarnos.

Con esas palabras, Melisa se despidió, sintiendo el dolor de la separación La decisión de alejarse no había sido fácil, pero sabía que era necesaria para su propio bienestar. 

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