nuestro desenlace

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Capítulo 22: El Desenlace del Año

Al día siguiente, Melisa se preparaba para la graduación. Era un evento que marcaba el fin de una etapa, un cambio significativo que también reflejaba el cierre de un capítulo en su vida. La ceremonia se llevaría a cabo de 5 a 6 de la tarde, y el simbolismo de ese evento no podía ser ignorado. La graduación era un nuevo comienzo, un momento para dejar atrás el dolor y mirar hacia el futuro con esperanza.

La graduación había llegado finalmente, y Melisa se encontraba en una montaña rusa emocional. El evento, que marcaba el fin de su etapa escolar, se celebró en un auditorio decorado con elegancia. El sol brillaba en lo alto, y la emoción de los graduados era palpable. Sin embargo, la ausencia de Lísienle era una sombra constante en la mente de Melisa, afectando su capacidad de disfrutar plenamente del momento.

Después de la ceremonia, el grupo de amigos se reunió para celebrar. Daniel, Jerónimo, Juliana, Samuel y Camila estaban allí, y el apoyo que le ofrecían era una fuente de consuelo en medio de la tristeza. Aunque Lísienle no estaba presente, la compañía de estos amigos le brindaba un alivio en medio de la tormenta emocional que estaba atravesando.

—¡Felicidades, Melisa! —exclamó Juliana, abrazándola con calidez—. Aunque este año ha sido un desafío, estoy tan feliz de que lo hayas superado.

Melisa sonrió, agradecida pero con un leve atisbo de tristeza en sus ojos.

—Gracias, Juliana —respondió Melisa—. La graduación es un momento agridulce sin Lísienle aquí.

Samuel, con su característico entusiasmo, trató de levantar el ánimo.

—¡El viaje al parque acuático está a la vuelta de la esquina! —dijo Samuel—. Vamos a disfrutarlo al máximo y a celebrar como se debe.

El grupo se dirigió al parque acuático al día siguiente. El parque estaba lleno de vibrantes colores y risas, y la perspectiva de un día lleno de diversión era un bálsamo para las heridas emocionales. Melisa se sintió aliviada al sumergirse en la experiencia, aunque la ausencia de Lísienle seguía siendo una preocupación constante.

Jerónimo y Melisa pasaron mucho tiempo juntos durante el día. La química entre ellos era innegable; había una conexión sutil pero profunda que se manifestaba en cada mirada y gesto compartido. Mientras navegaban por los toboganes y se relajaban en las áreas de descanso, Melisa sentía una atracción creciente hacia Jerónimo que no podía ignorar.

En uno de los momentos tranquilos del día, mientras descansaban en una tumbona junto a la piscina, Jerónimo se volvió hacia Melisa con una mirada sincera.

—¿Cómo estás realmente? —preguntó—. Sé que has tenido un año difícil, y quiero asegurarme de que estés bien.

Melisa suspiró, sintiendo el peso de sus pensamientos. La cercanía de Jerónimo, su voz suave y sus gestos cuidadosos le brindaban una sensación de seguridad.

—A veces es difícil saber cómo estoy —admitió Melisa—. La situación con Lísienle ha sido tan complicada, y aunque estoy tratando de seguir adelante, su ausencia y el conflicto han dejado una marca.

Jerónimo la miró con comprensión, sus ojos reflejando una empatía genuina.

—Entiendo —dijo Jerónimo—. La amistad y las relaciones son complicadas, y es normal que sientas la ausencia de Lísienle. Pero estoy aquí para ti, y quiero que sepas que estoy dispuesto a escucharte y apoyarte en lo que necesites.

Melisa sonrió, sintiendo una oleada de gratitud. La conexión que compartían iba más allá de la amistad, y la cercanía con Jerónimo le proporcionaba un consuelo inesperado.

—Gracias, Jerónimo —dijo Melisa—. Tu apoyo significa mucho para mí.No sé qué significa exactamente, pero estoy dispuesta a ayudarte en lo que necesites.

Jerónimo sonrió, su expresión llena de calidez.

—Yo también siento lo mismo —dijo—. A veces, las palabras no son suficientes para expresar lo que sentimos, pero estoy aquí para ti, dispuesto a descubrirlo juntos. La conexión que tenemos es algo que valoro mucho.

A medida que avanzaba el día, la relación entre Melisa y Jerónimo se fortalecía. Pasaron tiempo juntos en los toboganes, compartieron risas y disfrutaron de cada momento. La química entre ellos era palpable, y cada interacción se sentía más significativa. Melisa no podía evitar notar cómo su atracción hacia Jerónimo se hacía más fuerte, especialmente cuando él la miraba con esos ojos llenos de comprensión y cariño.

Al final del día, mientras el sol comenzaba a ocultarse y el parque acuático se vaciaba, Jerónimo se acercó a Melisa con una pequeña carta en la mano.

—Tengo algo para ti —dijo Jerónimo, su voz suave pero cargada de significado—. Quiero que lo leas cuando estés sola. Es algo personal y quiero que te lo lleves contigo.

Melisa tomó la carta con curiosidad, sintiendo un ligero temblor de anticipación. Jerónimo la miró con una mezcla de esperanza y ternura.

—Gracias, Jerónimo —dijo Melisa—. Estaré segura de que la leeré.

Con una sonrisa cálida, Jerónimo asintió y se despidió con un abrazo.

—Disfruta del resto del día —dijo—. Estoy ansioso por escuchar lo que piensas cuando la leas.

Melisa guardó la carta en su bolso, sintiendo que el enigma que contenía la acompañaría en su camino hacia adelante.


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