huellas en la niebla#2

8 2 0
                                    

capitulo 11: huellas en la niebla#2

Una tarde, mientras ambas caminaban hacia la cafetería, Lísienle comenzó a hablar con un entusiasmo renovado, el tipo de emoción que hacía tiempo no mostraba. "Melisa, tengo que contarte algo," dijo Lísienle, sus ojos brillando con una emoción que hizo que Melisa sintiera un leve malestar en el estómago.

Melisa sonrió, aunque había un leve rastro de preocupación en su mente. "¿Qué pasa, Lísienle?"

"Hay un chico nuevo... bueno, no sé si es nuevo, pero lo vi por primera vez hace unos días. Es... perfecto. Tiene el cabello azul, Melisa, y es idéntico a alguien que siempre he imaginado. Lo llamo el 'Peli Azul'. ¡Cumple con todos los requisitos que siempre has dicho que te gustan!" La voz de Lísienle estaba llena de un entusiasmo casi frenético, como si acabara de descubrir un tesoro escondido.

Melisa sintió que su corazón se detenía por un instante. Este tipo de coincidencias siempre la ponían en alerta. Sabía que las fantasías de Lísienle a menudo cruzaban la delgada línea entre lo real y lo imaginario, y la aparición del Peli Azul sonaba demasiado familiar, demasiado como el Ruso. Intentando mantener la calma, Melisa fingió una sonrisa. "¿De verdad? Eso suena... interesante. ¿Cómo lo conociste?"

Lísienle se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada. "Lo vi en los pasillos, y después, me pareció verlo en el patio. No he hablado con él todavía, pero sé que hay algo especial en él. Es como si estuviera hecho a medida para ti, Melisa."

Melisa sintió un escalofrío recorrer su espalda. La voz de Lísienle tenía un tono que le resultaba inquietantemente similar a cuando hablaba del Ruso. "Lísienle... ¿estás segura de que este chico es real? Quiero decir, ¿has hablado con él o lo has visto interactuar con alguien más?"

Lísienle frunció el ceño, como si la pregunta la hubiera desconcertado. "Claro que es real. Lo he visto varias veces. Solo... no he tenido la oportunidad de hablar con él. Pero lo haré pronto. Siento que lo conozco de alguna parte, como si hubiera estado en mis sueños."

Las palabras de Lísienle resonaron en la mente de Melisa, llenándola de una inquietud creciente. Esto se estaba pareciendo demasiado a la situación con el Ruso, cuando Lísienle estaba convencida de la existencia de alguien que solo ella podía ver o escuchar. Pero esta vez, había algo aún más perturbador: el hecho de que el Peli Azul cumplía con los mismos criterios que Melisa había imaginado para su "chico ideal".

Melisa sintió que una corriente de pánico se deslizó en su interior, pero trató de no mostrarlo. "¿Y qué te hace pensar que es perfecto para mí?"

Lísienle sonrió de una manera que hizo que Melisa sintiera una mezcla de ternura y temor. "Porque te conoce, Melisa. Me lo dijo... en un sueño. Dijo que te entiende mejor que nadie, y que está aquí para ayudarte, para protegerte."

El nudo en el estómago de Melisa se hizo más fuerte. Las palabras de Lísienle eran demasiado similares a las que había usado cuando el Ruso apareció por primera vez. Melisa sabía que esto no podía ser real, que era una manifestación más de los problemas de su amiga, pero el hecho de que esta vez estuviera tan alineado con sus propios deseos lo hacía todo aún más aterrador.

Intentando mantener la calma, Melisa respiró hondo. "Lísienle, no estoy segura de que sea buena idea que te acerques a él. Quiero decir... no sabemos quién es, ni de dónde viene."

Lísienle la miró, sus ojos llenos de una mezcla de confusión y determinación. "No lo entiendes, Melisa. Él está aquí por una razón, igual que el Ruso. Pero esta vez es diferente. Él no quiere hacerme daño... quiere ayudarte a ti."

Melisa sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Sabía que necesitaba manejar esta situación con cuidado, pero también sabía que tenía que hacer algo antes de que todo se descontrolara. El Peli Azul no era real, o al menos no lo era de la manera en que Lísienle lo creía. Pero, ¿cómo podía ayudar a su amiga sin hacer que se cerrara de nuevo?

"Lísienle, escúchame," dijo Melisa con suavidad, tomando la mano de su amiga—. Quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que siempre estaré a tu lado. Pero también necesito que me prometas algo: si ves al Peli Azul otra vez, quiero que me lo digas, ¿de acuerdo? Y si empiezas a sentirte confundida o asustada, vamos a hablar con la señora Hernández, tal como lo hicimos antes."

Lísienle la miró por un largo momento, como si estuviera tratando de decidir si confiar en ella o no. Finalmente, asintió lentamente. "De acuerdo, Melisa. Te lo prometo."

Melisa sintió un pequeño alivio, pero sabía que esto era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su lucha por ayudar a Lísienle. Esta vez, el peligro no venía de algo tan amenazante como el Ruso, sino de algo que podía parecer inofensivo, incluso deseable. Pero Melisa no se dejaría engañar. Sabía que, en la mente de su amiga, lo imaginario y lo real a menudo se entrelazaban de formas peligrosas.

Y así, mientras caminaban juntas hacia la cafetería, Melisa hizo una promesa silenciosa: no permitiría que Lísienle se perdiera en esta nueva fantasía, no importaba cuán real pareciera o cuán tentador fuera creer en ella. Porque esta vez, el peligro no solo amenazaba a su amiga, sino también a ella misma. Y no estaba dispuesta a perder a Lísienle, ni a permitir que el Peli Azul se convirtiera en algo más que una simple sombra en la mente de su amiga.

Trazos de caminos Cruzados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora