Desde el cielo [Rami Malek]©

Capítulo 3. Sólo somos tú y yo contra el mundo.

Ben Jones nació en un invierno crudo de la ciudad de Nueva York en 1989. Su madre falleció cuando dio a luz al pequeño por complicaciones, sin pensar que, solo un par de semanas después, otra mujer en Miami le daba vida a una niña, con el mismo padre, pues el hombre en un viaje de negocios, engañó a su esposa con quien ahora vivía y había formado una familia de cuatro integrantes. Cuando Ben creció, su abuela le contó la historia de su padre y de su media hermana Lucy, por lo cual, actualmente tenía un resentimiento atorado en su pecho hacia su padre. Solo hacia él, pues amaba a su hermana, y de cierta forma le tenía cariño a su madrastra.

El rubio era un chico tímido, a sus dieciocho años no había tenido novia, siempre tenía propuestas que rechazaba, e imaginaba que la chica perfecta para él llegaría cuando menos lo imaginara, y que ella lo haría perder la timidez animándolo a confesarse el mismo. Estuvo pensando si esa chica se trataba de Mali, pues desde que la conoció, no dejaba de pensar en ella. Los próximos días al inicio de clases, la esperaba en el estacionamiento del campus.

Ese día Mali salió algo tarde del departamento. Buscó en su closet y sus cajones un pantalón o un short cómodo que ponerse, dado que se había dado cuenta que usar vestidos mientras montaba la bicicleta no era muy adecuado, sin embargo, no encontró ningún pantalón, gracias al clima seco de Florida, no había comprado ninguno. Al final encontró un vestido oscuro, floreado y largo hasta las rodillas. Se colocó unos tenis y salió a velocidad, casi sin despedirse de su madre.

Solamente había avanzado un par de cuadras cuando las cadenas de su bicicleta se desprendieron de su lugar obstaculizando que siguiera su ritmo. Se detuvo sobre una acera e intentó unos largos minutos arreglarlo. Estresada porque iba tarde, le pareció más complicado arreglarla y se rindió.

En seguida, una camioneta blanca se paró a su costado. La rubia observó la ventanilla bajarse, el rostro de Everly se hizo visible acompañado con una sonrisa.

—¡Hola! ¿necesitas ayuda?.—preguntó.

—Si, la cadena se rompió.—la mujer miró la bicicleta.

—Lo siento, no sé de bicicletas, pero puedo llevarte a la universidad, veo que vas tarde.—Mali observó el camino que le quedaba por delante, si iba caminando tardaría veinte minutos, faltaban diez para el primer timbre y en auto podían hacer hasta cinco minutos si tenía suerte.

—Está bien.—la mujer sonrió.

—Puedes subirla al asiento de atrás.—le dijo. Mali subió deprisa la bici por la puerta trasera y luego se montó al asiento del copiloto. Una vez dentro, el aire frio le pegó inmediatamente en la cara y en los hombros descubiertos.

—¿Qué tal la universidad?.—comenzó la conversación.

—Bien. Me agrada ir.

—¿Siempre trabajaste con tu madre?.—asintió con la cabeza.—¿Por qué? ¿no podían pagar la escuela?

—Prefería quedarme a ayudarle.

—Eres una buena hija entonces.

—¿Usted tiene hijos?.—la miró un segundo después, en el que guardó silencio.

—No.—respondió.

—¿Para que visitó a mi madre el otro día?

—Fuimos las mejores amigas en la escuela. Perdimos contacto en la universidad y luego me mudé de la ciudad. Volví porque mi madre falleció hace unos días y regresaré a vivir aquí.

—Lamento lo de su madre.

—Descuida. Vivió su vida como ella quiso. Fue feliz.—Everly detuvo el auto en el estacionamiento sin apagar el motor, la miró sonriente. —No puedo creer... que eres muy parecida a tu madre. Es como si... la estuviera viendo a ella cuando éramos... amigas.—dijo con aparente sentimiento y nostalgia, a Mali le pareció extraño.