Prólogo

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El sol apenas lograba colarse por la delgada tela que adornaba los ventanales de cristal de la habitación que Liam compartía con su esposo, hace una hora que había despertado, pero él simplemente no tenía deseos de salir de la cama, mucho menos desde que llevaba un año y medio desempleado luego de lo ocurrido en la Hamburguesería para la cual trabajaba. Le había agarrado un temor a salir a la calle, que no sentía deseos de salir en busca de otro empleo más cómodo o tal vez de uno que no le hiciera sufrir de tal magnitud, que luego tuviese que estar acostado en una butaca, con una psicóloga al lado, y es que desde aquel terrible suceso, Liam no volvió a ser el mismo, por el simple hecho de que muchas cosas cambiaron en él.

En primer lugar, escuchar aquel sonido de las balas impactando contra los cristales del establecimiento y el ver como las personas salían corriendo del lugar, despavoridos, muertos de miedo, muchas personas murieron ese día y él no dejaba de sentir miedo a pesar de ir a terapia.

Otra cosa que no dejaba de pasar por mente, era aquel hombre que lo había mantenido en sus brazos en el peor momento y que ahora mismo lo sentía en la serie de suaves pero sonoros besos recorriendo su espalda fueron el detonante que ayudó a que reaccionara por completo. Jaison estaba a su lado, con el cabello aún húmedo despeinado y una sonrisa de oreja a oreja.

— Buenos días —musitó con la voz ronca debido al sueño — ¿Qué hora es?

La sonrisa de su esposo se ensanchó y sus ojos formaron dos medias lunas — Aún es temprano, estoy por salir.

Liam se enderezó sobre la cama, tallando sus ojos para luego enfocar al alto hombre junto a él.

— Hoy es la junta, ¿Verdad?

Jaison asintió, poniéndose de pie y ajustando su corbata frente al contrario, esperando la aprobación de Liam — Así es, quería mi beso de buena suerte, sabes lo importante que es para la compañía que la empresa de los Rosabal firmen el contrato. Mi jefe ganará millones y por fin el ansiado aumento que he estado esperando llegará. Todo depende de que logre que firmen el contrato.

El rubio sonrió, escuchando la innecesaria explicación de su esposo, él conocía perfectamente la situación.

La compañía Kang, donde su esposo trabajaba, llevaba más de un año intentando no caer en la bancarrota, y con el contrato que Jaison firmaría con la empresa de Los Rosalba ganarían millones, sin mencionar que la compañía saldría de la mala racha en la que el heredero había caído al hacerse cargo del negocio familiar.

—¿Tienes consulta? — preguntó Jaison acercándose a él para besarlo.

Liam volteó el rostro y el beso cayó en su mejilla, —no, hoy no tengo consulta —dijo.

—Nos vemos más tarde. —sin decir nada más, miró por última vez a su esposo y luego salió de la habitación.

Liam regresó a la cama, desperdició la mitad de la mañana en la misma posición sobre las cobijas, mirando el televisor sin prestar real atención al programa de variedades que tenía colocado. Pensaba más que nada en lo grandioso que se convertirá Jaison cuando logre que la empresa de los Rosalba firme por fin, pues había estado meses detrás de ellos, tratando de hacerles ver todas las ventajas que obtendrían al firmar con su compañía.

Realmente necesitaban que ese contrato se realizara, la compañía se estaba yendo a la quiebra y con ella Jaison, y no es que Liam se hubiera casado con él por el dinero, pero lo que sí era cierto es que en la actualidad conseguir un trabajo estable era toda una odisea, la misma por la que él estaba cursando.

Había sido contratado y luego despedido 4 veces desde que se tituló, y cuando había logrado encontrar un empleo que lo llenaba de cierta forma, ocurrió aquel incidente fatal que lo sacó completamente del radal de empleado, algo por lo que no quería volver a pesar y no deseaba.

Eran las 11 de la mañana cuando su teléfono celular sonó mientras se llevaba una cucharada de cereal a la boca. Masticó rápidamente al tiempo que leía el nombre en la pantalla táctil.

— ¡Cariño! ¿Has terminado ya con el contrato, cómo te fue?

— Se ha acabado todo — le escuchó decir del otro lado.

— Genial, ¿Quieres que festejemos en casa, o prefieres salir a cenar?

— No, Liam, no en ese sentido — su corazón se paralizó al escuchar el tono de su esposo. Dejó el tazón con el cereal remojándose en la leche a un lado y se puso de pie, frunciendo las cejas antes de escuchar de nuevo la voz ajena — No firmaron, por más que intenté, ellos se negaron al saber que la empresa estaba en quiebra.

El silencio se apoderó de la línea, y sólo fue roto por un suspiro emitido por parte de Jaison.

— Lo siento tanto, cariño — logró musitar Liam, con una mano cubriendo su boca — Pero no es el final, estoy seguro que habrá otra compañía que estén dispuestos, no puedes darte por vencido ahora.

— Gracias Liam, pero no, lo he intentado todo — se hizo de nuevo un pequeño silencio hasta que Jaison continuó — Tengo que regresar al trabajo, hablaremos más tarde cariño.

Liam ni siquiera alcanzó a despedirse cuando su esposo colgó. Su corazón se fue en picada tras bloquear el celular y el hambre desapareció por completo. Recogió el tazón de cereal y tiró a la basura los restos de la comida.

Jaison lucía totalmente derrotado cuando cruzó el portal de la entrada. Liam lo esperaba con los brazos cruzados y las cejas levemente fruncidas. En cuanto el contrario se quitó los zapatos, el rubio se lanzó a abrazarlo con fuerza. Sabía que no podía hacer nada por su esposo, pero al menos podía hacerle ver que tenía un hogar y unos brazos en los cuales refugiarse cuando las cosas salieran mal.

— Todo estará bien Liam.

Le sobaba la espalda con lentitud y cariño mientras el otro daba pequeños pasos y los conducía hacia la sala de estar, donde se dejaron caer en el sofá y Liam se acurrucó contra él. Estaban en silencio, Liam podía escuchar los latidos del corazón ajeno, lentos pero fuertes. Sabía que no era el fin, después de todo cosas buenas siempre le pasan a las personas buenas, y Jaison, era una buena persona.

—¿Porqué no te das una ducha? —le dijo Liam separándose un poco de él.

—Sí, lo necesito, — Jaison le dio un beso en la mejilla a su esposo y se pudo de pie, comenzando a despojarse de su camisa a medida que se acercaba a su habitación.

Liam le echó un último vistazo hasta escuchar la puerta cerrarse y él perderse de su campo de visión. Liam no acostumbraba a hacer este tipo de cosas, pero era necesario, agarró el teléfono móvil de su esposo y lo desbloqueó, aún mantenía su fecha de nacimiento como clave principal, automáticamente se abrieron los mensajes, y su corazón dio un vuelco angustiado.  Jaison seguía siéndole infiel, le había mentido, aquel amorío con su compañero de trabajo no había terminado como le había prometido tantas veces.

» — Bastardo, —murmuró dejando el aparato una vez más en el mismo lugar.








                                                                              Nota:


Aquí comienza la historia de Derek y Liam.

Espero que les guste tanto como la primera historia de James y Sean, les prometo que esta les va a fascinar mucho también.

Ojo: No es obligatorio leer la primera parte para entender esta, pero a la vez, es necesario ya que estos personajes aparecen en la primera parte y se conocen ahí, la historia de ellos nace de ese primer libro y luego aquí pueden preguntarse como Liam y Derek se conocieron o que pasó realmente, no se hagan spoiler si leyeron el libro I, tengan paciencia.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversa Ambición II || BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora