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— Todo tuyo mi vida.

Derek lo azotó un par de veces más con su palma. Sus glúteos picaban debido a los golpes, aunque éstos no hubieran sido demasiado fuertes. Liam se sorprendió cuando Derek le separó los glúteos de pronto y se hundió en él de una sola estocada. Gimió su nombre altamente y sus caderas se alzaron solas. En esa posición, Derek podía llegar más lejos en su interior.

Lo embistió con fuerza y rapidez, y luego de pronto cambiaba la velocidad y lo penetraba con lentitud para luego comenzar de nueva cuenta rápido y hondo. Le volvía loco que Derek cambiara de velocidad de esa forma, le llevaba al límite y le hacía gemir su nombre cada vez que iba lento.

Su miembro rozaba deliciosamente contra la almohada en cada embestida, debido a que Derek le empujaba en cada una de ellas por la fuerza.

— Voy a, ngh, Derek voy a correrme, estoy cerca.

Su voz sonaba tan quebrada y vibrante, jamás se había sentido así anteriormente. Derek envolvió su mano derecha en el miembro de Liam y la izquierda en su cabello, halando ligeramente de él para que Liam se pusiera sobre sus manos y rodillas. Su cabeza hacia atrás debido a que el pelinegro no había soltado su cabello.

Maldita sea, podía imaginarse la escena desde fuera, le tenía justo como le quería, como una perra en celo; en cuatro, con las caderas alzadas hacia su pene, su cabello siendo jalado por él, su miembro a punto de explotar siendo bombeado y jadeando por aire.

— A-Aah, Derek — gimoteó, sintiendo que aceleraba el ritmo de las embestidas y la mano sobre su miembro, sin poder reprimirlo más, se corrió sobre la almohada del contrario. Su interior se contrajo involuntariamente y sólo le bastaron unas cuántas penetraciones más a Derek para correrse él mismo en el interior del rubio.

Ambos se sentían exhaustos, jadeaban por aire mientras se recostaban boca arriba sobre la cama. Liam nunca había tenido un sexo así de bueno. Se llevó una mano a la cabeza y suspiró ligeramente.

— ¿Te he hecho daño, cielo? — le escuchó decir.

— No, uhm, sólo me tomó por sorpresa que jalaras de mi cabello.

Derek rió ligeramente, acostándose de lado para poder ver el rostro de Liam — Sacas un lado salvaje en mí — le dijo sonriendo, antes de tomarlo por la cintura y acercarlo a él, abrazándolo contra su pecho.

La ola de calor que se extendió por su espalda le hizo despertar por completo. Odiaba sentir calor por las mañanas y despertar todo pegajoso por el sudor, sin embargo aquella calidez no se debía a la temperatura.

Abrió sus ojos, pestañeando ligeramente para desprenderse del sueño. La razón del calor que estaba sintiendo era que tenía un cuerpo pegado al suyo.

Su espalda estaba pegada piel con piel al torso de alguien más, y sólo hasta que se percató del brazo que rodeaba su cintura y posaba su mano contra su pecho, que recordó los eventos del día anterior. Rápidamente un furioso calor se apoderó de sus mejillas, reviviendo en su mente las escenas de la cena, el beso en la azotea y posteriormente el increíble y desenfrenado sexo que había compartido con Derek Carbone.

No había parado en toda la noche, su trasero dolía con sólo pensar en moverse, y no solamente por dentro, el pelinegro había azotado su trasero tantas veces a lo largo de la noche que estaba seguro de que sus manos se habían quedado marcadas en sus glúteos.

Se removió un poco, con total cuidado para no despertar a Derek y verlo dormir. Lucía totalmente pacífico, relajado. Sus labios estaban entreabiertos y el cabello totalmente revuelto. Maldición, incluso a esa hora de la mañana el hombre era condenadamente apuesto.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversa Ambición II || BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora