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Derek entró en su oficina como una tormenta imparable, su rabia palpable en cada paso que daba. El simple hecho de haberse encontrado con los periodistas en la entrada de su empresa ya lo había sacado de sus casillas, pero ver cómo exponían a Liam de esa manera, cómo lo arrastraban a su mundo caótico, lo ponía aún peor. No soportaba la idea de que alguien más pudiera dañarlo, ni siquiera con palabras.

—Derek, por favor, tienes que calmarte —la voz de Liam, suave pero cargada de preocupación, lo seguía de cerca mientras Derek se movía por la habitación como una fiera atrapada en una jaula.

Liam podía sentir la tensión en el aire, cómo la energía de Derek irradiaba ira contenida, y sabía que tenía que hacer algo para tranquilizarlo antes de que las cosas empeoraran. Se acercó lentamente, cada paso calculado para no encender más la furia de Derek.

—No puedo evitarlo, Liam —respondió Derek, deteniéndose abruptamente. Se dio la vuelta, mirándolo a los ojos con una intensidad que hizo que Liam casi retrocediera—. No puedo permitir que vengan a mi empresa, a mi vida, y traten de desestabilizar todo lo que he construido. ¡No puedo permitir que te expongan así!

La voz de Derek estaba cargada de una mezcla de frustración y protección. Sus manos estaban apretadas en puños, y su mandíbula tensa mostraba claramente cuánto se esforzaba por controlar sus emociones. Liam, por su parte, respiró hondo antes de dar otro paso hacia él.

— Tal vez... tal vez no ha sido culpa de Jaison —dijo Liam, intentando razonar con él—. Él no tiene amigos periodistas, no es alguien que podría hacer algo como esto.

La respuesta de Liam no hizo más que alimentar la furia de Derek, quien soltó una carcajada amarga y dio un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos.

— ¿Estás defendiendo al hijo de puta de tu marido? —gritó Derek, su voz resonando en la oficina mientras sus ojos se llenaban de una mezcla de celos y dolor.

Liam negó rápidamente, sorprendido por el estallido. Sabía que Derek podía ser territorial, pero no esperaba esa reacción tan visceral.

—¡Claro que no! —respondió Liam, alzando un poco la voz, intentando hacerse escuchar entre la tormenta emocional de Derek—. Pero es la verdad, Derek. Jaison no tiene dónde caerse muerto. ¿De dónde va a sacar los medios para hacer algo así? ¡No tiene ni el poder ni la influencia!

Liam se acercó aún más, buscando calmar a Derek con su cercanía, esperando que la lógica pudiera atravesar el muro de ira que Derek había levantado. Pero justo cuando estaba a punto de tocarle el brazo, sintió el móvil vibrar en el bolsillo de su chaqueta. Se detuvo por un segundo, sacándolo con cierta vacilación. Al mirar la pantalla, su corazón dio un vuelco. Era su padre.

Derek notó inmediatamente el cambio en la expresión de Liam. Sus ojos se estrecharon, observando cómo el nerviosismo reemplazaba la seguridad en el rostro de su amante.

—¿Quién es? —preguntó Derek, su tono más bajo pero aún cargado de tensión.

Liam tragó saliva, mordiéndose el labio antes de responder. No quería que las cosas se intensificaran más de lo que ya estaban, pero sabía que ocultarle algo a Derek solo empeoraría la situación.

—Es mi padre... —respondió Liam en voz baja, evitando la mirada de Derek—. Seguramente vio las noticias.

Derek apretó la mandíbula. Podía imaginarse el tipo de conversación que seguiría. Sabía que el padre de Liam no sería exactamente comprensivo con la situación, y el simple hecho de pensar en lo que ese hombre podría decirle a Liam lo ponía al borde del colapso.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Derek, su tono firme pero lleno de una preocupación que no podía ocultar.

Liam miró el móvil en su mano, sintiendo cómo las vibraciones continuaban, cada una un recordatorio insistente de la conversación que no podría evitar. Cerró los ojos por un segundo, tomando una decisión rápida.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversa Ambición II || BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora