𝓐 𝓓𝓮𝓪𝓵 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝓖𝓸𝓭

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"Estaba destruida... Me costaba comprender porque me había abandonado... ¿Acaso no me amaba?... Yo solo quería estar segura que él estaba a salvo...

Si tan solo podría hacer un trato con Dios..."

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La puerta entorno junto a un chirrido agudo que sonó en toda la habitación.
De aquella puerta, una mujer entró a aquél pequeño mono espacio, mientras, que en sus manos, traía comida, un pastel recién salido de la cocina de una panadería.
El grito y llanto de desesperación de aquella loba se hizo presenciar en todo el lugar, en los pasillos y las habitaciones.
Las gotas de sus lágrimas recorrían sus mejillas y caían en el piso con rapidez mientras se escuchan los sollozos de la mujer aumentando mucho más.

De pronto, dos voces masculinas se hicieron escuchar del otro lado de la puerta, buscando a la loba. Eran los oficiales...
La loba solo se limitó a parar su llanto y a rendirse, ya no podía seguir escapando de su destino...
Dejó pasar a los oficiales, quiénes entraron armados a la habitación.

-¡WILLOW WENDY WATSON! ¡USTED ESTÁ ARRESTADA POR ROBO EN TODA LA CIUDAD! - Gritó exigente un perro dogerman, mientras le apuntaba con su arma -.

La oji verde levantó los brazos en forma de entrega, mientras las lágrimas no paraban de salir de sus ojos pálidos.
Los oficiales tomaron a la loba y la arrestaron para llevarla hacía la estación.

"Adiós, hermano"

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A los pocos minutos, la patrulla ya había llegado a la estación policial. El jefe los esparaba fuera con una leve sonrisa, mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
Sacaron a la loba de aquél vehículo y la dirigieron hacía aquél oso polar, que se veía bastante amenazante con sus colmillos fuera.

-Valla, valla... Miren a quién tenemos aquí... ¿Pensaste que ibas a escapar de tu destino, chica? - Mencionó el oso polar en un tono decepcionado -Ojalá el encierro te haga reflexionar... - Dijo, para después, abrir la entrada de la estación y dejar entrar a los dos policías -.

El camino hacía su celda fue largo y deprimente, la luces tenues reflejaban un rostro deprimido y pálido, sus ojos verdes habían perdido su brillo inicial antes de presenciar la falta de su hermanito en aquélla habitación que era su único refugio... Su único hogar...
Entre las celdas, una se distinguió por estar vacía, allí la loba fue metida para después encerrarla y dejarla allí.
El canino que la acompañó, se posó en frente de la celda y la observó con seriedad. La oji verde lo miró de reojo con mala gana y le habló en voz baja en un tono casi inaudible.

𝑳𝒂 𝑷𝒂𝒕𝒓𝒖𝒍𝒍𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 // ᵖⁱᵍᵍʸ ᵃᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora