Capítulo 13: Enebro

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«Para el afecto.

Cuando alguien te abraza, cuando sabes que todo está bien mientras estés en sus brazos.»


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— ¿Harry tienes todo? —le preguntó Erica con la respiración agitada. El azabache cerró su baúl y afirmó con la cabeza, dando a entender que era un sí.

Ella terminó de abrir las jaulas de sus dos lechuzas y las apresuró para que salieran fuera de la habitación, indicándoles que se mantuviesen volando cerca de ellos.

Entonces cada uno tomó su baúl con sus pertenencias, una mochila en la espalda y las varitas en mano, para luego bajar lo más rápido posible las escaleras.

La hermana de Vernon Dursley había ido de visita y durante la cena las cosas se salieron de control cuando Harry conjuró magia accidental, haciendo que la mujer se inflara como un globo y comenzase a flotar hasta –sin querer- irse para el jardín y terminar en los aires.


Y ahora ambos jóvenes estaban intentando escaparse de la casa porque sabían que no debían de hacer magia fuera del colegio, y no era la primera vez que pasaba, y sabían que habría algún tipo de represalia por hacerlo frente a muggles y por dejar a una mujer varada en el cielo... sin saber qué le pasaría.

— ¿¡A dónde creen que van!? —Gritó Vernon corriendo hacia la puerta de entrada, trastabillando en el camino— ¡Tráela de vuelta!

— Le hará bien un poco de aire fresco —dijo Erica bajando el último peldaño— no debería de haber insultado a nuestros padres o a Harry.

— ¡Insolente! ¡Y tú no te vas de aquí, mocoso, hasta que las cosas se arreglen! —Señaló con rabia hacia Harry— ¡Cuando te expulsen del colegio no vivirás bajo mi techo!

Él se apegó más hacia Erica para estirar su brazo y apuntarle con la varita a su tío. Vernon retrocedió hasta chocar con la pared y les miró con bronca y furia pero a la vez con cierto miedo.

— Cualquier lugar es mejor que aquí —dijo Harry entonces, dándole un pequeño empujón a su hermana para que abriese la puerta antes de que cambiase de opinión. Porque si bien Erica era de las que querían aventurarse cada tanto... también era de las que pensaba muchas veces la situación, y sabía que ahora no tenían las de ganar.

Eran dos menores de edad -una joven de quince y un niño de trece- deambulando por la noche en un barrio alejado del centro, sin ningún tipo de hospedaje en donde quedarse, con dinero mágico, baúles antiguos, dos lechuzas volando por encima de sus cabezas y con varitas en la mano.

Desde la raíz ➳  George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora