Primero de abril, era la ceremonia de ingreso para la escuela preparatoria Mizu. Un jovencito alto, de cabellos negros y piel morena tocaba con insistencia la puerta de su mejor amiga y vecina.
—Enana, mis padres nos llevarán —dijo por fuera del departamento.
—Adelantense, iré en mi bici —gritó del interior.
—¿Segura, enana? No es molestia. Madre insiste.
—Dile a Yuuko que gracias, pero está bien. Te veo en la ceremonia.
—Bien enana.
La chica se quedó un par de minutos más, visualizando la perfección de su uniforme nuevo, su peinado acompañado de un lindo moño lila, y del almuerzo que llevaría. Salió de su departamento despidiéndose en voz alta, cerrando bien la puerta, bajando por las escaleras hasta el estacionamiento, tomando su bicicleta, encaminándose a su nueva escuela.
Los alrededores eran tranquilos, el minisuper de la esquina se veía demasiado pintoresco a comparación de la vista que generaba el parque Kōzan Kōen, arboledas tan enormes que te hacían sentir dentro de un profundo bosque.
Aquella chica pedaleaba con tranquilidad, viendo las casas a los alrededores, la zona mercante que estaba doblando la esquina, para qué a la esquina contraria diera vuelta hacía su nueva institución escolar. Se comenzaban a ver jovencitos de diversas edades con uniforme azul marino y blanco, algunos corriendo, otros más riendo, y uno que otro despistado yendo más lento. La chica en cuestión estaba a punto de doblar en la entrada y dejar su bicicleta en el estacionamiento escolar, pero un suave pétalo de cerezo le cayó justo en la nariz, provocando que estornudara.
Al abrir sus enormes ojos esmeraldas, ya estaba demasiado cerca de ese alguien. Se estampó de lleno con él, provocando que ambos cayeran al suelo de manera estrepitosa, molestó, le reclamó y, con justa razón.
—¿Qué te pasa?
—Lo siento, lo siento —dijo levantándose—, no te ví.
—¿Es enserio? —añadió fastidiado—. Mido uno ochenta y no me viste.
—Estornude —sonríe—. Escucha, lo siento, no se repetirá —comienza a correr—. Perdón —grita.
El joven de uno ochenta de alto se levantaba y sacudía su uniforme, molesto, mantenía sus ojos miel fijos en la chica que huyó lo más rápido qué pudo.
Dentro del auditorio, había un sinfín de jóvenes que estudiarían en la misma escuela, pero a ella solo le importaba visualizar a específicamente dos: sus mejores amigos. Cuando la chica vio al huraño de su amigo, inmediatamente se acercó hasta dónde él estaba.
—Toto.
—¿Por qué llegaste apenas?
—Tuve un pequeño incidente —minimiza.
—Hmm ¿Qué tan pequeño?
—Lo suficiente para no mencionarlo.
—Hmm.
—Solo olvídalo, ¿Quieres? Y ¿Tomtom?
—Daidouji, no la he visto. —Chasqueo la lengua.
—Touya…
—Sakurita —la abraza por la espalda—, amiga te extrañe.
—Oh Tomtom, solo fueron dos semanas.
—No solo fueron dos semanas, fueron dos semanas sin tu cautivante presencia.
—Estas exagerando —dijo avergonzada.
—Para nada…
El sonido del golpeteo al micrófono provocó un silencio sepulcral en la sala. Los presentes comenzaron a acomodarse en filas, el director Hayami daba la bienvenida a todos los presentes, tanto los de nuevo ingreso cómo los qué volvían y terminarían. La emoción en Sakura era realmente mucha, se sentía bien, se sentía tranquila. Iniciaba un nuevo ciclo escolar.
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Elígeme a mí
Fanfiction"Prefiero no intimar con nadie; hacerlo significa qué conozcan mis secretos, mis miedos, mis demonios, y no estoy preparada emocionalmente para eso".