Ya era julio, las vacaciones de verano estaban cada vez más cercanas, y esa pequeña castaña de ojos esmeraldas, pensaba simplemente en el tiempo que por fin pasaría dormida, sin salir de su departamento, disfrutando de su gran biblioteca personal.
Cada año, durante el verano; Touya se iba a casa de su abuela, la que aún vivía, en Kyoto, y, como cada año, siempre la invitaban a ir. Al principio Sakura iba, pues no tenía muchas opciones para negarse, pero desde qué cumplió los doce, decidió dejar de asistir. Por otro lado, Tomoyo, al venir de una familia adinerada, su madre, por cierto, divorciada, siempre la llevaba a un viaje en crucero para ellas dos por el caribe; la jovencita de piel blanquecina, cabellos negros y ojos lilas, siempre intentaba que su mejor amiga asistiera y pasarán el verano juntas, sin embargo, Sakura se negaba repetidamente, aparte de no gustarle la idea de generar inconvenientes a los demás, tampoco lo era al subirse a un barco y morir de las náuseas.
Lentamente los días transcurrían, era ya doce de julio, su último día escolar antes de las vacaciones de verano, esa niña, como siempre se encontraba en el aula de cocina en compañía de ese chico de ojos miel, el cual se esforzaba mucho por llegar a la altura deseada para él, o sea, el mismo sabor que el de su mentora y amiga no íntima.
—¿Por qué mierda no me quedan igual qué a tí? —preguntó completamente frustrado.
—Yuuko lo dice como la mano que lo prepara.
—¿Qué mierda? —La mira fijamente.
—Ja ja ja, ella dice que cuando cada individuo cocina, le impregna de su propia esencia, volviéndolo único, e irrepetible, aunque sea la misma receta.
—La mano qué lo prepara.
—Uju, sip.
—Sí es así, estoy perdido… Jamás podré imitar el sabor que le das a la comida.
—Gracias —susurra—, pero tampoco creo que debas perder las esperanzas. —Sonríe.
—Es como dijiste hace tiempo, ella cocina mejor que tú.
—Ja ja ja, ¿Por qué recuerdas lo qué te digo?
—Hmm. —Alza sus hombros como si nada.
—Ja ja ja ja.
—¿Qué harás en vacaciones Amamiya?
—Ser una completa ermitaña, encerrada sin que me de la luz del día, leyendo, ja ja ja. Y ¿Tú?
—Algo similar, sin tanto oscurantismo de por medio, ja ja ja.
—¿No irás a casa?
—No.
—Es una pena escucharlo.
—¿Qué hay de tí? ¿Por qué tanto misticismo a tus vacaciones?
—No tiene nada de especial, simplemente haré lo que todos los años.
—¿Y Reed? ¿Y Daidouji? —preguntó extrañado.
—Touya se irá a Kyoto a casa de su abuela, como cada año. Y Tomoyo se irá de crucero con su mamá, como cada año.
—¿Y ellos? —alarga la pregunta.
—Ja ja ja, ellos siempre me invitan, pero no soy la gran fanática de marearme en alta mar, y desde los doce años dejé de ir con Touya y sus padres a Kyoto.
—¿Puedo preguntarte algo sin intimar?
—Ja ja ja, adelante Li.
—¿Por qué aunque estás con ellos, pareciera qué siempre estás sola?

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Elígeme a mí
Fanfic"Prefiero no intimar con nadie; hacerlo significa qué conozcan mis secretos, mis miedos, mis demonios, y no estoy preparada emocionalmente para eso".