Acto 12

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La mañana del último domingo de vacaciones anunciaba su lumínica luz resplandeciente, inundando la habitación de esa niña. Sakura giraba y se quedaba absorta viendo la ventana, viendo el leve movimiento de sus cortinas blancas, sintiendo el vacío que existía en su cama; jaló más su almohada y la abrazó con fuerza, se sentía fría, se sentía fresca, se volvía extraño, se volvía diferente. Volvía a girar esa niña, dándole la espalda al creciente resplandor, tomaba sus audífonos y se los colocaba, encendía la música a tope, intentando acallar sus voces internas, mismas qué simplemente no entendía, pero eran tan estruendosas qué no le permitan pensar nada, conociendo lo contradictorio que era el ensordecedor silencio.

Pasaban los minutos con tal falsa tranquilidad que se sentía ajena, y luego, un mensaje hacía de esa infastuosa mañana, algo sumamente significativo.

“¿Qué harás hoy?”

“¿Cuál es tú plan?”

“No tengo planeado nada.”

“Oh, me sorprende caballero, ¿A qué debemos ese repentino cambio de dogma?”

“Me acostumbré a verte”.

“También a mí. Ven a comer”.

“Ja ja ja, ¿La princesa no estará con su príncipe de brillante armadura?”

“Ya dejá eso, y ven”.

“Llegó a las dos”.

Sakura sonrió un poquito, miró fijamente el techo, las voces que no le permitían escuchar el silencio se habían detenido, el canturreo de los pajarillos que revoloteaban cerca de su ventana la hacían sonreír. Se levantaba de su cama con un nuevo ánimo, lista para comenzar su mañana.

Las horas ocurrieron con taciturnidad, Sakura pensaba en qué hacer de comer, por algo que escapaba de su comprensión estaba sumamente emocionada con la preparación de dichos alimentos, al final decidió hacer croquetas de papa con carne.
Llegó la hora acordada, Shaoran llevaba una caja mediana, aparentemente de pastelería, Sakura abría la puerta en cuanto escuchaba el toquido, Shaoran la veía y sonreía por su reacción, Sakura tomaba el brazo del chico y lo jalaba prontamente a su departamento, cerrando la puerta tras de sí lo más pronto posible.

—Ja ja ja, no soy tu sucio secretito, princesa.

—¡Qué no me digas princesa! Además, no quiero que Touya inicie una batalla campal por esto, ayer estuvimos platicando sobre lo sucedido.

—¿Y qué sucedió exactamente princesa? —preguntó burlón.

—Pues pensaron todos que nos estábamos besando.

—¿Y no fue cierto?

—Ya te dije que ese beso no fue real, y fue mucho antes de que me vieran Yuuko, Clow y Touya.

—Ja ja ja, ¿el príncipe se siente amenazado?

—Eres un idiota.

—Ja ja ja, la pregunta es, ¿Tiene razones de peso para sentirse amenazado? —Se acercó lentamente a su rostro.

Sakura se quedó callada, completamente roja, sin poder responder, tartamudeando un poco inclusive.
—¡Eres un demonio!

—¿Y podré corromper a la princesa?

—Ja ja ja, cállate ya —lo empuja un poco—, vamos a comer.

—¿Comida?

—Ja ja ja, por supuesto que comida, zoquete.

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