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—Otra vez, está es la última

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—Otra vez, está es la última.

Escuché la melodía por una quinta vez y la voz algo chillona de la chica que cantaba en inglés, Samantha estaba sentada del otro lado del estudio evidentemente fastidiada con un par de audífonos y un libro, llevábamos unas dos horas así porque la vocalista de la banda no llegaba a las notas y eso para mí era... ¿Estúpido?

El chico que estaba ayudando a mejorar discretamente las voces estaba apunto de cortarse la cabeza, desesperado negó con la cabeza, todo iba bien. Solo que me preguntaba el porque de las notas, ni siquiera eran muy altas.

Fruncí el entrecejo y me acerqué a él, su cuerpo estaba completamente tenso y estaba algo concentrado —Amigo, ¿Puedo proponer algo? —Dije en voz baja, no conocía su nombre y no iba a complicar mi vida. Sentí la mirada de Samantha en mi espalda, probablemente no en mi espalda si no más abajo, pero como no podía verla no diría nada.

—Si, Félix. Dime —Se quitó los audífonos y se dio una medía vuelta en la silla.

—¿Y si cantamos juntos la nota alta?

—No lo había pensado. Si está bien, ¿Entras con ella o esperas? —Cuestiono viendo discretamente hacía atrás seguramente a la hermosísima rubia —Entró con ella en un momento. —Dije, asintió y se volteo nuevamente para ver atraves del vidrio que separaba las habitaciones, caminé hacia Samantha y subió su mirada lentamente desde los pies a mis ojos.

—¿Quieres dejar de verme así? —Susurré agarrando su mano.

—¿Así cómo? —Cuestiono con fingida duda y una sonrisita en los labios mientras deslizaba su mirada a mi boca, me encorve para besarla agresivamente, respondió con un pequeño jadeó y apoyó su mano no ocupada en mi cuello, dejando de lado el libro que descansaba en su regazo.

—Como me ves, siento tu mirada en mi trasero cada vez que me levanto, cielo.

—Te pusiste unos pantalones muy apretados. —Bromeo y reí ligeramente —Claro, entraré a la cabina para ver si puedo mejorar esto.

—Bien, te estaré esperando como una buena esposa. —Dijo aguantando una risa, me di la vuelta y caminé hacia la cámara donde dentro habían un par de micrófonos, instrumentos musicales y esas cosas.

—Gracias por el rescate, no soy muy buena en las notas.

Estuve tentando a decirle eso veo, pero de alguna manera tenía que crear un ambiente saludable de trabajo, uno que no fuera incómodo.

—No te preocupes. —Susurré algo frustrado y me paré a su lado, rodeando sus hombros con profesionalismo para acercarme al micrófono, no le podía decir que se quitará mucho a la mierda por ser inexperta así que me lo ahorré.

No quería ligarmela ni mucho menos molestar a Samantha, volteé hacía dónde ella estaba a través del cristal y la vi, viéndome fijamente con completa seriedad, deslizó su mano por su vientre y siguió leyendo.

A los ojos de la prensa | RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora