A los ojos de la prensa

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Félix iba caminando lentamente hacía la puerta mientras yo lo veía desde las escaleras, rascándome la nuca de forma insistente. Estaba demasiado adormilada como para seguir de pie, pero quería saber quién tocaba con tanta insistencia.

Cuando abrió la puerta se tardó unos segundos en pensar, lo vi curiosa porque con los hombros tapaba a la persona en la puerta.

— Pedido para... — El chico no pudo terminar de hablar, Félix ya estaba afuera con la puerta cerrada, supuse que era porque tenía algo que esconder. Después de unos minutos lo escuché decir gracias y entró nuevamente a la casa.

En su brazo llevaba un ramo de camelias rosas enorme. Solté un gritito y bajé corriendo las escaleras para abalanzarme sobre él. Besé sus labios emocionada mientras sentía el ramo de flores apoyado en mi espalda mientras me besaba con ahínco.

Joder, en este momento lo amaba más que nada. Mis labios se curvearon en una sonrisa mientras unía mis labios contra los suyos.

— Feliz aniversario. —

— Félix... No compré nada para ti, perdóname — Dije en voz baja mientras me alejaba un poco y le plantaba un beso en la mejilla tratando de aligerar mis palabras, el no se molestó, en cambio me besó envolviendome con los brazos cada vez más.

— Da igual, tendré que seguir cargando con el peso de ser el hombre más detallista, guapo, amable, el mejor cantante, esposo y padre del mundo.

— ¡Si claro! — Le dije sarcástica y besé sus labios nuevamente mientras acariciaba sus hombros suavemente.

Félix siempre había sido una persona bastante detallista desde que nos conocimos, me sorprendía un poco que todavía no me comprara una florería o una librería entera. Probablemente porque no se lo había pedido, pero siempre que le decía algo sobre un libro se iba a escondidas y lo compraba. Al día siguiente estaba sobre mí escritorio envuelto con un papel de regalo, un moñito y una notita diciendo que me amaba.

Me alejé de él ligeramente para agarrar el ramo y hundir mi cara entre las flores mientras lo veía con una sonrisa — Me encantan. — Dije estirando el cuello para recibir otro beso, me lo dio sin dudar y  apoyó una mano sobre mi cadera apenas rozandome porque el ramo era lo suficientemente grande como para no poder acercarme a él como quería.

— Me encanta que te encanten. — Su voz resonó por toda la habitación antes de que Bridget bajara corriendo las escaleras y chocará contra mis piernas. Me tambalee ligeramente y reí mientras le acariciabaa cabeza con una mano.

— Hola cielo. — Le dije, ella se abrazó a mi pierna.

— Mami, tengo hambre. — Dijo, entrecerré los ojos viendo a Félix y reí cuando suspiro, se dió la vuelta caminando a la cocina con pesadez.

— Ve con papá, Bri. Voy a despertar a Emma.

— ¿Por qué tienes tantas flores? — Arqueó una ceja y tuve que contener una carcajada, era igual de preguntona que su papá. Sus ojos entre verdes y café brillaron con un destello de curiosidad. Bridget había heredado mis ojeras y la nariz curveada de su padre, por lo tanto tenía una genética casí perfecta. Llevaba pecas adornandole las mejillas y la nariz, par de hoyuelos pequeñísimos. Cabellos ondulados color castaño demasiado claro y una estatura un poco más pequeña a la de las niñas de su edad considerando que tenía cinco años.

— Si, bueno... Tu papá y yo tenemos muchos años de conocernos, yo tengo muchos años de aguantar a tu papá. — Dije y escuché un '¡Auch!' venir de la cocina, Bridget rió suavemente, asintió. Se dio la medía vuelta y se fue corriendo al patio.

— ¡No te ensucies! — Le dije mientras dejaba el ramo sobre una mesita que usábamos de recibidor, saqué una de las flores y subí las escaleras mientras la bata pequeña de satín rosa me acariciaba los muslos.

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