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Félix, el hombre que me enseñó a ser valorada, el que me enseñó a sentirme amada también fue el que me lo arrebató todo en un solo segundo, en un beso.

¿Era tan difícil mantenerse quieto? ¿Era tan difícil no actuar como un idiota y no hacerme ver a mi como una idiota? ¿El enserio sabe lo que hace?

Tenía veintiún años cuando lo conocí, desde ahí deje de estudiar, deje de salir con otros chicos, me distancie de ciertas personas a las cuales siempre creí que tendría a mi lado, me lo quitó todo, yo lo solté todo aun sabiendo que probablemente no lo recuperaría y que estaría mal haberlo hecho. La cagué creyendo en él y hasta ayer creía que debí haber escuchado el porqué de lo que hizo.

“Debí de haberlo escuchado antes de bloquearlo, siempre hago las cosas sin pensar”

Imagina si lo hubiera escuchado, estaría dormida. Tratando de borrar de mi mente lo que vi aun sabiendo que esa foto era real, gracias al cielo mi terquedad borró de mi mente la idea de tratar de entenderlo, el  mensaje que recibí de su parte fue un simple:

“Tengo que hablar contigo, Samantha.”

Presentí que algo malo iba a pasar, pero jamás algo así.

Joder, Félix estaba en una nube inalcanzable en la que yo lo subí, ahora está se esfumó, no podía simplemente huir e irme, era el maldito padre de mi hija.

Vi el celular vibrar desesperadamente y por un momento quise simplemente lanzarlo a la pared, pero sinceramente me daría flojera ir a comprar uno nuevo así que lo agarre y atendí al llamado de Ethan.

— Dime—Respondí mientras me levantaba del sillón y caminaba hacía la cocina por un poco de agua, sentía la garganta seca y no podría hablar.
— ¿Estás bien? —cuestionó en una voz suave.
— Sí, ¿Por qué? —murmuré.
No estaba prácticamente afectada, no entré en depresión o algo por el estilo, ni siquiera tenía tiempo para llorar así que ignoraba simplemente lo que sentía.

Eso no me había lastimado tanto, sabía que simplemente se habían besado, estaría llorando si hubieran tenido sexo.  -eso no significa que no me haya lastimado el orgullo ni que no me hiciera sentir mal-.

— ¿Segura? — dijo casi como si le estuviera diciendo que las abejas no se están extinguiendo.

— Si, segura. No tengo tiempo para sufrir o hacerme la víctima, hoy tengo una sesión de fotos, tengo que ir a visitar a mi hermana y cenaré con Abril y su novio, hoy tengo un día ocupado porqué las sesiones duran mucho tiempo, ¿pero a quien le miento? Me duele.

— Lo digo enserio, Samantha. ¿Te sientes bien? Puede hacerle daño a bebé.

— Deja de preocuparte tanto, enserio estoy genial. —me encogí de hombros apoyando mi codo en la barra de la cocinar mientras tomaba un sorbo de mi botella de agua.

— Te quiero.

— Yo también, pero me tengo que ir.

— ¿Te enojarías si te digo algo? —susurró, tragué saliva tratando de prepararme y me sacudí ligeramente —depende. —respondí y me dirigí a la biblioteca, ya no podía verla como mi lugar seguro, Félix se encargó de hacerlo conmigo en cada rincón de ese lugar y solo podía verlo a él.

— Él está en camino y lleva una bolsa de regalo.

— Bien, es su casa. No lo puedo correr. —ignoré el detalle de la bolsa y me callé.

— ¿No estás enojada? —preguntó con curiosidad, reí un poco —claro que lo estoy, si no lo estuviera sería como si me odiara a mí misma o como si no me valorara. ¿Querías que gritara que no? Puedo hacerlo, por ti.

— ¡No soy idiota, deja de hablarme sarcásticamente! —Jadeo, reí.

— Adiós, Ethan. —colgué y me dejé caer en el sillón a un lado de la ventana, perdiendo mi mirada en los árboles frondosos detrás de la barda del patio.


Con una de mis manos recorrí mi vientre por encima de mi camisón corto color rosa palo y por un momento me sentí mal.

Sentí lástima.

— Perdóname. —Susurré mientras veía la pequeña curva en mi cuerpo, de pronto se movió como respuesta y sonreí.
Jamás me había sentido tan bien por algo, sentí como el pequeño hoyo en mi pecho se llenaba de amor.

Algo había hecho bien.

— Tu papá es un idiota, pero no podemos hacer nada, él te ama. —dije en voz baja y se sacudió nuevamente, reí divertida— Pero gracias a él vas a ser guapo, y a mí también obvio. Tú mamá era modelo por si no lo sabías. —dije sucumbiéndome en mi orgullo y sonreí.

Seguramente me estaba volviendo loca o algo por el estilo, pero era divertido hablar con mi vientre.

— Probablemente también vayas a cantar muy bien. —seguí en voz ahora más baja. Si, probablemente debiese dejar de hablar sola.

Lo vi por unos segundos y después me levanté para buscar algún libro mientras pensaba en donde mierda estaba mi guardaespaldas, no lo necesitaba claramente, pero me sentía algo sola. De cierta manera me hacía falta estar con alguien -acompañada claro-.

Escoger una nueva lectura era la cosa más difícil del mundo, tenía que conectar con la portada de algún libro para poder empezar a leerlo y si sentía que no funcionaría terminaría leyéndolo por obligación y no por gusto. Gracias al cielo la mayor parte de los libros que estaban ahí los había comprado con mi sueldo solo por no saber en qué más gastarlo así que no me sentiría extraña al leerlo.

Cuando vi uno con un diseño minimalista en blanco y negro, atractivo para la vista lo tomé con ambas manos y lo examiné esquina por esquina hasta saber todos y cada uno de los detalles, sentía que tenía en mis manos mi próxima lectura favorita del mes. Por lo general por mes leía unos tres libros por la falta de tiempo, pero me divertía tanto las pocas veces que podía hacerlo que sinceramente no solían ser tan frecuentes por el modelaje, los viajes, las fotos, mi hijo, decorar su habitación y remodelar mi biblioteca. Deje de hacerlo como lo hacía antes.

La comisura de mis labios se curveo en una pequeña sonrisa, mi parte favorita de los libros aparte de su contenido eran las dedicatorias.

Escuché un toque de puerta completamente desesperado que me sacó de mi nube de pensamientos, me sobresalté. No tenía ni siquiera que preguntar quién era, era el toque fastidioso que Félix daba cuando sabía que la había cagado, el resto el tiempo ni siquiera tocaba la puerta.

Lo ignoré por unos cinco minutos hasta que lo escuché soltar un grito desesperado, arrugué la nariz con desesperación y caminé con molestia hasta llegar a la puerta de entrada.

Respiré hondo para contener las ganas de matarlo y abrí la puerta con los labios sellados, pegados el uno al otro y resecos.

Un par de peonias en una de sus manos, un rostro arrepentido a más no poder, su maleta tirada detrás de él y una bolsa de regalo color azul y letras en cursiva que decían Tiffany & Co. De manera sencilla justo en medio, hace mucho no veía una bolsa de esa marca, Félix me regaló un collar de plata pura con una linda perla hace un año y desde ahí subió de precio sus regalos, pero le dije que esa marca me parecía linda solo porque quería un anillo que vi cuando fuimos a la tienda en Nueva York.

Si ese anillo era lo que me esperaba dentro de aquella bolsa juraría que no le gritaría tan fuerte.

Traía un lindo cárdigan Gucci azul marino con una camiseta polo color blanca debajo de aquella prenda para que se viera aún más estético y un par de pantalones de mezclilla cortos también de Gucci, ese día aparentemente la mayor parte de su ropa era de esa marca porque sus sneakers también lo eran, probablemente él había ido de compras el día anterior, porque jamás había visto esos deportivos, eran bellísimos.

Me vio con los ojos indecisos mientras lo recorría lentamente con la mirada, él estaba visiblemente pensando en que podría decir y cuando solté un bufido no muy contento porque ninguno de los dos decía nada, habló:











me gustó buscar en google las marcas, sentía que iba a comprar (Descubrí que el cárdigan con el que describí a Félix está en 23 mil pesos), fue terapéutico. Por cierto, escribí este capítulo solo porque quería decirles que leí el penúltimo cap de Magnolia parks y quedé loca, se me cayó el toto JAJAJAJAAJ

A los ojos de la prensa | RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora