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Félix agarró mi mano por un instante y me vio por unos segundos hasta que me moví de lugar y retrocedí ligeramente con un nudo en la garganta, no podía moverme, no podía hacer nada

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Félix agarró mi mano por un instante y me vio por unos segundos hasta que me moví de lugar y retrocedí ligeramente con un nudo en la garganta, no podía moverme, no podía hacer nada. Me sentía simplemente sola.
— Enserio, escucha lo que te dije...

— Vete, no quiero verte… —Susurré en voz casi inaudible y agaché la mirada esperando a que se levantara y se fuera, pero se levantó y se acercó a mi para agarrar mi mejilla y alzar mi rostro ligeramente hacía él —Mírame. —Balbuceo y trató de acercar su rostro al mío — Te amo y eres la única razón por la que estoy aquí.

Me levante de la cama y le di un empujón, ¿Él creía que podía llegar a lavarme el cerebro y hacerme sentir cómo si fuera mi imaginación todo lo que había pasado? — ¿Crees qué me importa? No me sirve de nada que me ames si me hiciste sentir como una mierda, ni siquiera hice nada para merecerlo, Félix. Eso es lo peor de todo.

Le di un par de empujones con la poca fuerza que tenía en el cuerpo mientras trataba de retener un par de lagrimas en mis mejillas — ¡Te dije que esto no lo ibas a poder arreglar con nada! — Jadee y aquel me agarró por los hombros envolviéndome en sus brazos con completo silencio, él sabía que había hecho mal.

— Lo sé, lo sé… —Susurró apoyando su mentón en mi coronilla y aferrándose a mi con tanta fuerza que sentí que jamás iría a soltarme, eso casi me masticaba por dentro, me había herido de la peor forma en mi etapa más sensible del embarazo, aferré mis manos a su cárdigan azul y sollocé agresivamente.

— Perdón... Por hacer que te sientas así, pero por favor escúchame, ¿Qué es lo que quieres Samantha? ¿Qué me arrodillé? Puedo hacerlo si quieres, pero escucha lo que tengo que decirte. —Balbuceo.

— No puedo perdonarte, necesito un tiempo. Quiero estar sola, no puedo verte...

— Me iré hasta que tu me pidas volver. — Lo vi a los ojos y en ellos había una ligera pizca de culpa y negué con la cabeza tratando de sacarme de la mente el pensamiento de lo que mis palabras significaban para él. Lo sentía lejos, pero estaba aquí. Estaba aquí, pero lo sentía lejos, probablemente por la barrera imaginaria que me obligue a mi misma a crear entre nosotros cuando pasó lo que pasó, no podía verlo a los ojos como antes, no podía mantenerle la mirada de la forma en la que él me la mantenía a mi o al menos como trataba de hacerlo cada vez que quería intercambiar palabras conmigo, después de eso sentí como mis brazos se aferraban a su cuerpo con fuerza, no quería que se fuera.

Tal vez no me mentía, tal vez debería de escucharlo, tal vez esa foto solo era un montaje todo era mentira. Estaba segura de que todo era mentira, pero no quería creerlo. Era una maldita sensación extraña.
Claro que jamás había pasado por mi mente que podría engañarme teniendo en cuenta que nuestra relación era saludablemente extraña, estábamos llenos de besos del otro, frases lindas, apodos cursis de vez en cuando, de tantas cosas que tal vez otras personas externas no pensarían que esto llegaría a pasar ni siquiera pronto.

— Te amo.

— Deja de decirlo si no quieres que… —Me interrumpió y apoyó su frente sobre la mía, uno de aquellos íntimos gestos que solíamos hacer después de… Mierda, no podía borrarlo de mi vida por ninguna razón de mi vida.
— No me quiero ir. —Negué con la cabeza tratando de no echarme a llorar con más fuerza en sus brazos como una niña — Félix… Haz algo. —Me agarró el mentón y cuando lo vi a los ojos por un par de segundos para después apartarla agresivamente.

— ¿Para qué? —susurró, levanté la vista y hablé lentamente — Para que encuentre una razón de que te quedes. — Una silenciosa lágrima se deslizó por mi mejilla mientras sentía que me rompía por completo.

El que me viera tan vulnerable hacía que mi ego se fuera a la mierda y me sentía jodidamente mal por eso.

Lo extrañaba y estaba ahí.

Me extrañaba y yo estaba ahí.

— No puedo.—

— ¿Por qué? —balbucee con la poca estabilidad que me quedaba y me vio fijamente con miedo.

— Porque no sé que hacer. —lo vi en silencio por unos segundos hasta que trato de arrebatarme un beso como solía hacerlo, me alejé.

— No, todo menos eso… —dije tratando de no gritarle y perder los estribos.

Los labios pomposos de Félix se torcieron en una mezcla de muchos sentimientos diferentes, todos eran negativos.

Sentía que me podía quebrar en cualquier momento, todo él dolía.

Tenerlo cerca hacía que el pecho me doliera, pero no lo quería lejos, no quería que se fuera por ninguna circunstancia, me lastimaban sus palabras, corrían por la piel desnuda de mis brazos y me lastimaban cómo cortadas.

Sollocé descaradamente, cómo si me hubieran dado la peor noticia cuando lo vi quebrarse por completo, en silencio, sin lágrimas, la pequeña gota de brillo en sus ojos desapareció y agachó la cabeza ligeramente con los nudillos blancos del esfuerzo.

— Te amo y yo sé, que soy un idiota y todo lo que tú quieras que sea, pero enserio no puedo estar sin ti, jamás haría algo así. Pídeme lo que quieras, me salgo de la banda si quieres, te doy toda mi atención, pero por favor… No me pidas que me alejé, porque lo hice una vez y no pienso hacerlo otra. Fue la peor época de mi vida, Samantha. Jamás había tocado tanto fondo y yo…

— Te odio Félix.

— ¿Qué? — dijo

— Te odio porque no puedo no estar contigo, porque eres tan necesario para mí que… Me duele no estar sin ti, sin que me toques, sin que me beses, no puedo. ¡Pero me lástima más que estés aquí y tengo que pensar en mi embarazo! ¿¡O ya se te olvidó que estoy embarazada!?

— Dios, no… Tenemos que estar juntos en esto, somos un maldito equipo, estamos casados.

— ¿Por qué me dices a mi si el qué falló eres tu? Te recuerdo que él que está en todos los encabezados eres tú y no por bonito, Félix.— susurré. A la mierda los sentimientos, tenía que pensar en mi misma como debí de haberlo hecho desde el primer momento en que puso un pie adentro de la casa.

— ¿¡Acaso no me escuchas!? ¿¡Qué no entiendes que te amo, mujer!? ¡Qué jamás te traicionaría porque estás tatuada en mi maldita piel, huelo a ti todo el puto tiempo! ¡Te amo! ¡Tu y esa niña lo son todo para mí y yo jamás lo echaría todo a perder por una estupidez!

Me alzó la voz mientras una pequeña vena en su cuello saltaba de la frustración, me quedé completamente quiera, en silencio lo reprendí con la mirada.

— ¡No vuelvas a alzarme la voz, jamás. Qué yo no soy ninguna estúpida, Francisco. Y que yo sepa estoy a cinco pasos de ti así que no hay necesidad de que me grites! — traté de golpear su absurdamente perfecto y hermoso rostro con una de mis manos pero me agarró por las muñecas y me arrebató un beso con agresividad.

Todo mi cuerpo se congelo y sentí como su cálido tacto me calentaba lentamente. La yema de sus dedos me rozaba las muñecas y sus labios agresivos me recorrían la boca como si me devorara por dentro.

Cuando por fin reaccioné llevé mis manos a su cuello sin alguna gota de lisura y me aferré a él, se que dije por un momento que no quería que me besara, pero… Sus besos eran la cosa más maravillosa del mundo, podía estar horas pegada a su boca si eso fuera científicamente y físicamente posible, pero como no lo era me bastaba estar un momento.

Después de todo nuestra relación empezó así.

Con un beso no planeado.

Me besaba de una manera tan agresiva que mis labios dolían y sentía que todo mi cuerpo se entumecía bajo su tacto, solté un ligero gemido cuando sus manos se ajustaron a mi cintura de una manera rápida.

Cuando se separó de mi boca probablemente por la falta de aire me vio con aquellos ojos café oscuro que te absorbían el alma y desnudaban tus mentiras.

— Perdón por gritarte, ¿Si? — apoyé mi frente en su hombro planteándome lo que acababa de hacer. Le di acceso a mi como si mi vida dependiera de ello después de gritarle.

Maldita sea, yo era una idiota enamorada.












En lo que empieza la velada (ya empezó, pero no han hecho nada interesante) 👅

A los ojos de la prensa | RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora