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Apoyé mi mano en la suya y bajé de la camioneta, mi vestido negro de noche ajustado de la cintura y ligeramente suelto de las caderas hasta quince centímetros arriba de la rodilla acentuaba todas y cada una de mis curvas, el embarazo había hecho q...

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Apoyé mi mano en la suya y bajé de la camioneta, mi vestido negro de noche ajustado de la cintura y ligeramente suelto de las caderas hasta quince centímetros arriba de la rodilla acentuaba todas y cada una de mis curvas, el embarazo había hecho que mis caderas se hicieran más anchas haciendo que de cierta manera fuera irresistible para Félix.

Mis cabellos caían libremente por mis hombros y las ondas al final de todos mis mechones hacían que este se viera más arreglado, mis ojos estaban iluminados por un suave maquillaje de colores neutros que Abril me hizo cuando fue de visita a casa.

Caminé por la alfombra con los tacones bajos de color rojo que decoraban mis pies y sentí la melancolía de que ya no fuera una pasarela, estaba en el mejor momento de mi vida, pero de todas maneras me hacía feliz ver a Félix feliz.

Nuestras manos estaban soldadas y nuestros dedos estaban entrelazados tiernamente, las luces de las cámaras y paparazis que estaban estorbando en el camino me deslumbraban la mirada, pero no tanto como Félix en traje y sus hombros anchos trabajados, sus músculos y caderas angostas hacían que se viera como un absurdo dios griego. Sus cabellos estaban despeinados y me sentía tan ajena a él que sentí miedo de que alguien tratara de ligar con él, porque maldita sea, él era mío y estaba tan obsesionado conmigo como yo con él.

Entramos al edificio enorme lleno de gente, segundos después todos los ojos estaban sobre mí, no es por ser egocéntrica, pero me sentía especial. Di una sutil sacudida a mis cabellos y sonreí para Félix que también me veía. —Te ves hermosa hoy. Susurró y comenzó a caminar de nuevo — Lo sé. Dije con fingido gusto y aquel se burló velozmente de mí, fruncí el ceño tratando de hacerle creer que estaba molesta. Indiscretamente soltó una carcajada cuando arrugué la nariz y estuve a punto de morir de vergüenza.

—¡Eres un idiota! Exclamé risueña en un susurró, de pronto aquel se detuvo en seco y había alguien parado en frente de nosotros, alcé la vista y era una hermosa mujer pelinegra con los senos más redondos que había visto en la vida, era alta, casi de la misma estatura de Félix, probablemente por mi tamaño la veía más grande.

—¡Félix! Exclamó con una voz ronca, pero femenina. Se abalanzó sobre el en un abrazo y alcé las cejas con incredulidad, aquel apoyó su mano en su cintura y sentí un ardor en la boca del estómago tan horrible que sentí que me quemaba, mordisqueé mis labios y solté la mano del mayor. Ese maldito abrazo estaba durando mucho y yo sentía que estaba estorbando así que me di la media vuelta y caminé hacia otro lado.

Me crucé de brazos y con la mirada busqué a alguien, la verdad no sabía a quién, pero vi a Ethan y caminé casi corriendo hacía él.

Cuando me acerqué aquel quitó la mirada de su celular y la posó en mí, su rostro delgado me expresó una sonrisa —¿Qué haces aquí enclenque? Pensé que no vendrían. Preguntó curioso, giré los ojos con recelo — Ojala no hubiéramos venido. —Murmuré entre dientes — él idiota de Félix está hablando con una mujer que quien sabe de dónde mierda salió, me ignoró por completo y no se preocupó ni un segundo de me haya soltado de su mano cuando se supone que no iba a dejarme sola.

A los ojos de la prensa | RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora