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Sonreímos para un par de fotos y Ethan me agarró por el antebrazo para jalarme hacia adelante —¿Qué vas a hacer? —me cuestionó, me encogí de hombros como respuesta

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Sonreímos para un par de fotos y Ethan me agarró por el antebrazo para jalarme hacia adelante —¿Qué vas a hacer? —me cuestionó, me encogí de hombros como respuesta. Estaba completamente perdido en mis pensamientos por buscar alguna solución a nuestra foto sexual.

Estuvo divertido verlo para mi mujer, sabía que se reía porque a ella le daba muy igual lo que pasará en las redes sociales, pero al ser una foto tan comprometedora de ambos no me podía ni siquiera reír un poco.

—No lo sé, Ethan. No sé que mierda voy a hacer, pero lo haré, no puedo dejar esto así como así, es casi imposible. —me vio con los ojos verdes entre cerrados y sus cabellos largos desordenados se acomodaban en su rostro —Yo creo que deberías dejarlo así. No tiene nada de malo si Ronny no te a dicho nada por eso, es normal y si a Samantha no le molesta no debería de molestarte a ti. —susurró mientras me guiaba a la barra de bebidas. Ethan era mi ángel de la guarda, casi siempre tenía las palabras perfectas para decirme, él y Samantha eran casi iguales.

Indispensables.

—Bien, pero si siguen subiré una foto mía desnudo o algo así, no quiero que la perjudiquen a ella sabes, ella se puede hundir si las campañas la dejan, depende de eso. —le dije tratando de convencerme internamente de que no haría nada.

—Estás loco. —dijo divertido y me dio un golpe en el hombro cuando termine de sentarme en la pequeña silla del bar.

—No mucho, de hecho es una buena estrategia.

—Si claro, toma algo y deja de pensar en eso.

Si deje de pensar en eso, pero ahora no podía dejar de pensar en Samantha

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Si deje de pensar en eso, pero ahora no podía dejar de pensar en Samantha. La extrañaba de una manera hasta extraña y quería verla aunque sea un momento, probablemente me sentía raro estando sin ella por lo que sucedió entre nosotros y no sabía si estaría así las dos semanas que tenía que estar ahí.

—Por Dios, ¡Es el famosísimo Félix! —dijo una voz detrás de mí que hizo que me volteara tambaleante sobre el asiento.

Una mujer rubia, con el mismo estilo de cabello que ella, ojos un poco más grandes del mismo color, un cuerpo un poco más grande y dos centímetros más alta, era igual, su nariz, su forma de caminar...

A los ojos de la prensa | RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora