C A P Í T U L O 34 |El Final|

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—Niños, bajen ya o llegaremos tarde a la estación —gritó desde la cocina

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—Niños, bajen ya o llegaremos tarde a la estación —gritó desde la cocina. La pequeña Amalia bajó las escaleras corriendo con una enorme sonrisa al ver a su padre.

—¿Dónde está tú hermano cielo? —preguntó su madre.

—Arriba mami, dice que no quiere bajar

—Iré con él, ve con papi a desayunar algo —la niña sonrío y fue a desayunar. La mujer subió las escaleras y fue hasta el cuarto de su hijo, él estaba sentado en la cama, tenía una mirada triste. —¿Qué ocurre corazón? Te ves inquieto.

—Tengo miedo mamá, ¿qué tal si no soy tan bueno como tú, o papá o el abuelo? —ella suspiró y se sentó a su lado.

—Tú no tienes que ser como nosotros cielo, tienes que ser tú mismo, y apuesto que serás incluso mejor —él le regaló una leve sonrisa. —Siento que algo sigue incomodándote

—¿Qué pasará si quedo en Slytherin? Él tío Draco dice que es la mejor, pero ya sabes lo que se dice sobre los magos que pertenecen a esa casa.

—¿Sabes, Tom? Llevas el nombre del chico más valiente que he conocido, él no solo me salvó, sino que también al mundo mágico, ¿y sabes qué más? Él perteneció a Slytherin...tú padre también, y nuestros amigos, también lo hicieron, y, ¿ellos son malas personas? —él negó con la cabeza— Una casa define ciertas cualidades de tú persona, sí, pero no te define como persona

—Tienes razón mamá, muchas gracias —el niño abrazó a su madre y esta correspondió. —Ya vámonos o llegaré tarde.

Con una sonrisa él bajó corriendo con su valija en manos, ella bajó tras él y vio como Amalia tenía en sus manos un gran puñado de golosinas.

—Amalia Luna Nott Scamander! —habló fuerte, ella señaló a Theodore —Amor, que dijimos sobre los dulces en el desayuno

—Es para celebrar su primer año en Hogwarts —dijo acercándose y dándole un pequeño beso en los labios, sus hijos hicieron una mueca de asco y ellos rieron. Luego del desayuno partieron hacia la estación del tren. Llegaron bastante rápido.

El andén 9¾ estaba lleno de vida, con estudiantes y familias mezclándose en medio de las despedidas y los abrazos. La estación de tren bulliciosa estaba envuelta en una mezcla de emoción y nostalgia. Elara y Theo estaban en el andén con sus dos hijos, los gemelos Amalia y Tom, que estaban a punto de abordar el Expreso de Hogwarts por primera vez.

—Bueno, aquí estamos. El primer viaje a Hogwarts —Elara habló con una sonrisa suave, pero con lágrimas en los ojos.

—Estoy un poco asustado, mamá, aunque emocionado —dijo el pequeño.

—Es natural sentirse así hijo, pero recuerda que serás increíble. Tienes la valentía de tu nombre, y eso te llevará lejos —habló Theo abrazando a sus hijos.

—¿Qué pasa si extraño la casa? ¿Cómo sabré qué hacer? —Amalia cuestionó abrazando a sus padres.

—Amalia, siempre estaremos aquí para ustedes, incluso si no pueden vernos. Tómalo un día a la vez, y recuerda que está bien sentirse un poco perdido al principio. Todos lo hemos pasado —Elara habló con voz suave acariciando el cabello de su hija.

—Y si necesitan algo, siempre pueden escribirnos. Estamos solo a una carta de distancia, y nos encantaría saber de ustedes —agregó el padre.

—¿Qué pasa si me siento solo? ¿Cómo lo enfrentaré? —preguntó Tom mirando a sus padres.

—Tom, te sentirás solo a veces, pero nunca estás verdaderamente solo. Llévate contigo el amor que te damos. Cada vez que te sientas inseguro o perdido, piensa en nosotros y en el amor que te tenemos. Eres más fuerte de lo que crees —respondió su madre.

—Y si alguna vez necesitas un recordatorio de que no estás solo, mira a tu alrededor, tendrás a Amalia, a tu mejor amigo Scorpius, y a todos los nuevos amigos que harás —concluyó Theodore.

El tren empezó a emitir su característico silbido, señalando que era el momento de abordar. Tom y Amalia se giraron hacia el tren, con las caras llenas de emoción y un toque de tristeza en los ojos.

—Nos van a hacer falta. Pero estamos muy orgullosos de ustedes. Aprovechen cada momento y recuerden siempre lo especiales que son —Elara abrazó a sus hijos y luego se levantó para que Theo también pudiera hacerlo.

—Estamos muy orgullosos de ustedes. Disfruten del viaje, hagan nuevos amigos y recuerden que los amamos mucho —dijo Nott levantándose y abrazando a su esposa.

El tren comenzó a moverse lentamente, y los niños se asomaron a las ventanas para mirar a sus padres. Elara y Theo se quedaron en el andén, sonriendo y agitando las manos mientras el tren se alejaba, dejando una estela de humo en el aire.

—Los queremos, mamá y papá —gritaron los niños desde el tren.

A medida que el Expreso de Hogwarts se alejaba, Elara y Theo, junto a sus viejos amigos, se abrazaron con lágrimas en los ojos, pero con una sensación de orgullo y esperanza en sus corazones.

Sabían que sus hijos estaban comenzando una nueva aventura, llena de oportunidades y descubrimientos. Y mientras el tren se desvanecía en la distancia, la promesa de un futuro brillante y lleno de posibilidades los acompañaba.

Fin. 

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