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La vida de Taehyung y Jungkook había dado un giro de trescientos sesenta grados después de aquel día. Y los que le siguieron a ese, no fueron tan diferentes. Ambos siempre mantenían la discreción porque claramente no querían involucrar a sus hijos en el asunto hasta que fuera un hecho, pero ellos realmente se la estaban pasando bien. Después de tantos años volvían a sentir calidez dentro de su cuerpo cada que sus miradas se encontraban y una sonrisa se dibujaba en sus labios con complicidad. Ellos guardaban, cuidaban y mantenían su secreto (no tan secreto) como el más puro y bonito que tenían.

Jungkook se había percatado de varias cosas en ese tiempo que llevaban, y es que, si antes tenía un pequeño crush y enamoramiento con el padre el mejor amigo de su hija; éste ya no era tan pequeño. Él ya no lo sentía de esa manera. Cada que entraba a la cocina adormilado, Taehyung lo recibía con una enorme sonrisa y un beso de buenos días que se habían vuelto sus vitaminas diarias. Le encantaba mirar al alfa cocinar mientras él esperaba en la isla o le ayudaba a buscar ingredientes. También le gustaba llegar y abrazarlo por detrás, llenarle la nuca de besos para escuchar aquella risita que tanto le encantaba.

"Me encanta verte con la carita de recién levantado" le decía el alfa casi todas las mañanas, agarrándolo por las mejillas para posteriormente besarle delicadamente los labios.

"Cierto alfa roba mis preciadas horas de sueños" susurró sobre aquellos suaves y bonitos labios, su más reciente adicción. "Si me vuelvo viejo más rápido, serás el culpable"

La risita del mayor le acarició los labios y Jungkook suspiró, sintiéndose como un tonto enamorado.

"Incluso en la vejez, yo seguiría gustando de ti"

Ah, ya ni siquiera lo evitaba porque su corazón no le permitía ocultar sus sentimientos y la verdad es que, tampoco quería ocultar nada. Si fuera por él, le gritaría al mundo que Kim Taehyung le estaba robando el corazón y él estaba bien con eso. Más que bien.

También se encontraban felices porque la recuperación de las lesiones de los niños habían sido muy buenas, por lo que hace quizá dos días atrás habían ido con el doctor para que le recetarán nuevos medicamentos y le retiraron la férula a ambos, claro, con la indicación de seguir actuando con precaución para que no sufrieran una recaída, Minseo siendo el más advertido. Lo bueno de todo es que ya podrían integrarse a la escuela como si nada hubiera pasado y hoy había sido su primer día, pero como Jungkook se había quedado dormido, tuvo que ser el alfa quien los llevara a la escuela.

Ahora el alfa se encontraba abriendo la puerta de la casa, llenándose los pulmones del característico olor de cierto omega ya llevaba un mes habitando en su casa. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando al adentrarse a la sala se lo encontró recostado en el sillón con la computadora descansando en su regazo. Jungkook alzó su mirada la cual estaba adornada por unos anteojos y le sonrío tan bonito como solo ese omega podía hacerlo.

"Buenos días, Tae" el omega saludó risueño y palmeó el asiento a su lado, algo que claramente el mayor entendió. "Parece que te arrolló un camión" Taehyung rió mientras se acercaba al sillón para tomar asiento a su lado.

"No me dio tiempo de peinarme en la mañana. Chaeyoung entró desesperada a mi habitación porque aún no te despertabas y no me quedó de otra"

Lo cierto es que por alguna razón, Taehyung se veía endemoniadamente atractivo para Jungkook. El cabello ondulado y desordenado cayendo partido sobre su frente; la sudadera negra algo arrugada que lo hacía ver tierno y sus característicos pantalones de vestir beige.

Se veía como uno de esos jóvenes universitarios por el cual cualquiera moriría.

Él no era la excepción.

Delicate | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora