"Una tarde en Paris"

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Valentina Carvajal...

La decisión fue la más difícil que Valentina había tomado en su vida. Con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado, decidió casarse con Luciano para salvar a su familia. La promesa de Juliana de encontrar una solución juntas quedó enterrada bajo el peso de la responsabilidad y el deber. Regresó a México con Luciano, dejando atrás a Juliana y a todo lo que había llegado a significar para ella.

Los primeros meses fueron una tortura constante. Cada día al lado de Luciano se sentía como una eternidad, y la ausencia de Juliana era un vacío que nada ni nadie podía llenar. Se sumergió en las responsabilidades familiares, tratando de encontrar algún consuelo en el hecho de haber cumplido con su deber. Pero las noches eran las peores, cuando se encontraba sola con sus pensamientos y los recuerdos de lo que había dejado atrás.

Pasaron tres años. Tres largos años sin ver a Juliana, ni nada que se relacionará con el mundo de la moda. En ese tiempo, Valentina se había convertido en una sombra de sí misma, cumpliendo con sus obligaciones pero sin verdadera alegría. Luciano había mostrado su verdadero rostro: controlador y manipulador, haciendo que cada día fuera más difícil de soportar. Sin embargo, cuando se casaron acordaron que fuera de la casa simularian ser una matrimonio feliz y normal, pero a puertas cerradas cada uno tendría su vida.

Durante estos tres años Valentina siguió trabajando junto a Eva y Lucía para sacar la empresa de la familia a flote nuevamente, recuperar el dinero para poder terminar con aquel acuerdo de matrimonio que los salvo de la quiebra. Y también como un intento de mantener su mente ocupada.

Su padre, ajeno a todo lo que habia pasado con Juliana durante su estadía en Europa, le insistía a Valentina que era momento de tener un bebé. Pero Val siempre respondía con un rotundo no. Sin revelar que Luciano tenía varias amantes y ella por su parte disfrutaba del sexo con mujeres, más que con hombres.

Un día, mientras regresaba de la oficiana a la casa que compartía con su esposo, observo una exposición de moda que se estaba realizando en Ciudad de México, Valentina sintió una punzada de nostalgia al recordar una vez más a Juliana. Las muchas veces que la diseñadora la había alentado a dedicarse a la moda, al mundo de las pasarelas y todo eso. La forma tan especial que tenía de apoyarla.

En un arrebato le pidió a su chófer que se detuviera y se animo a entrar al evento. El lugar tenía una música suave, pero que te envolvía y te teletransportaba a las calles de París. Justo en esa ciudad estaba inspirada la colección que estaban presentando. El recorrido de las modelos sobre las pasarelas era himnotizante para Valentina quien rápidamente se acerco lo más que pudo a la pasarela para admirar los trajes.

Fue entonces cuando la vio. Juliana, radiante y hermosa como siempre, presentando su nueva colección. Valentina permaneció inmóvil un par de segundos, para luego rápidamente querer salir de allí, pero fue tarde, sus ojos ya se habían encontrado; pese a que Juliana estaba hablando con un grupo de personas, al ver a Valentina, su expresión cambió de inmediato. Se disculpó y se dirigió hacia ella.

—Val...— susurró Juliana, deteniéndose a unos pasos de distancia —O perdón, debería decir señora Garces—

Valentina iba a sonreír, pero su expresión de sorpresa se mantuvo al escuchar su apellido de "mujer casada". Casi rodó los ojos, pero se contuvo.

—Val esta bien. Hola Juliana, ¿o prefieres que te diga señorita Valdés?— preguntó Valentina con un tono bastante tranquilo, pese a lo nerviosa que se sentía en aquel momento —Yo...yo— quizo continuar pero las palabras se atoraron en su garganta.

—Juliana esta bien, ¿como haz estado? ¿Qué haces aquí?— preguntó la diseñadora manteniendo una expresión bastante seria.

"He estado más muerta que viva, tratando de olvidarte pero no logro sacarte de mi cabeza" pensó —Bien, trabajando bastante— dijo en cambio —Estoy aquí solo de curiosa, pasaba por acá y vi la exposición...algo me atrajo— intento explicar.

—Oh...ya veo— la mirada de Juliana era de absoluta sorpresa — Es nuestro primer día, estaremos 15 días exponiendo en diferentes partes de la ciudad— comentó la diseñadora mientras Valentina trataba de esquivar aquella mirada dura y firme que se intentaba posar sobre ella.

—Eso suena increíble, ¿cómo terminó Europa?— se atrevió a preguntar.

—Europa... bien pese a todo, en ese entonces tenía a Elena que era todo, no podía salir mal.—

—¿Tenías?

—También me dejo.

Aquellas palabras resonaron en la cabeza de la ojiazul y se clavaron como un puñal. Sabía perfectamente a lo que se refería con ese "también" y por primera vez en aquel encuentro se atrevió a sostenerla mirada a Juliana, como si quisiera decirle algo con solo mirarla.

—Lo lamento...—susurró Valentina.

—No tienes porque, aveces hay que tomar decisiones. Elena era una asistente grandiosa, se le presentó una mejor oferta de trabajo y bueno la tomo.— explico Juliana.

—Yo lo decía...

—Bueno Valentina, un placer haberte visto y me alegra que estas bien y feliz...— La corto Juliana y se detuvo para observar descaradamente su mano — felizmente casada. Nos vemos luego, debo volver.

Y así sin más, la diseñadora se giro sobre si misma y regreso con el grupo de personas con las que estaba hablando antes. Valentina la observó atónita, nisiquiera le había dado tiempo de despedirse, tuvo el impulso de querer acercarse, pero fue cuando una mujer junto a ella le paso la mano por la cintura y le deposito un beso en la mejilla, que la ojiazul decidió abandonar el lugar, no sin antes tomar un afiche de una de las estanterías que había en la entrada. 

Una vez se subió al auto, sintió una oleada de lágrimas en sus ojos, pero mordiendo su labio inferior las contuvo. Le pidió al chófer que la llevara hasta su casa lo más rápido que pudiera. Durante el camino ella leyó una y otra vez aquel afiche que tenía entre sus manos, en el aparecía el nombre de la colección "una tarde en Paris" junto a la fiesta de Juliana. Además de todas las fechas y lugares donde se llevarían a cabo las siguientes exposiciones.

Treinta minutos más tarde ya estaba en su casa, en su habitación personal. Como siempre cerró la puerta con seguro y se cambió la ropa de la oficina por algo más cómodo. Sin pensar demasiado se sentó frente a la computadora que estaba sobre el escritorio y busco lo que muchas veces se contuvo de buscar.

Juliana Valdes diseñadora mexicana

Y allí estaban, varias entrevistas, fotos y datos de Juls. Poco a poco fue leyendo cada entrevista, en ninguna hablaba de su vida personal, todo era absolutamente de sus desfiles, eventos y exposiciones que había llevado a cabo durante todo este tiempo. Valentina siguió buscando, necesitaba saber quien era aquella mujer que que estaba junto a Juliana hoy en evento, pero no aparecía nada que le diera una pista. Una nueva búsqueda.

Juliana Valdés exposición ciudad de México.

De inmediato aparecieron fotografías del evento de hoy. Algunos invitados, fotos del lugar y finalmente Juliana, la elegante y bella Juliana que había visto hace un par de horas. Estaba preciosa en aquellas fotos, pensó Valentina,  algunas en solitario y otras acompañadas de diferentes personas, pero ninguna era aquella rubia con la que la había visto hoy.

Finalmente opto por cerrar la computadora y desistir se la idea de seguir buscando, puesto que su cabeza había comenzado a doler. No había comido nada en mucho tiempo y tenía demasiado en que pensar, por lo que salió de su habitación en busca de conseguir un café y algo de comida, pidiendo internamente no toparse con Luciano.








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Hola! Agradezco infinitamente que permanezcan leyendo esta historia. Se que la abandone mucho tiempo, pero este último tiempo me he sentido inspirada para escribir y por eso he decidido actualizar. ¡Muchas gracias! 🥰

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⏰ Última actualización: Aug 08 ⏰

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