𝗢𝗩𝗔: 𝗨𝗡𝗢 𝗗𝗘𝗕𝗘 𝗜𝗥𝗦𝗘 𝗔𝗨𝗡𝗤𝗨𝗘 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗔...

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Quien lo diría...

Pasaron 4 años desde mi última "charla" con Kaede y Kanoko. Cuatro largos años desde que dejé atrás a esas personas que una vez llamé familia.

A veces, me pregunto si tomé la decisión correcta al alejarlas por completo de mi vida. Pero, cada vez que esos pensamientos se asoman, recuerdo todo el dolor, las traiciones y las mentiras. No fue fácil, pero fue necesario.

Ahora, después de tanto tiempo, las cicatrices siguen ahí, aunque ya no duelan tanto. He aprendido a vivir con ellas, a entender que no todo en la vida se puede solucionar con palabras o perdón. Algunas heridas simplemente permanecen.

—¿Hiroki, estás bien? —La voz suave de Yuri me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza hacia ella, su rostro reflejaba preocupación.

—Sí, solo... recordaba algunas cosas —respondí con una pequeña sonrisa, intentando disipar la tensión. Ella siempre había sido mi refugio, mi apoyo incondicional. Durante estos años, habíamos construido algo sólido, algo que me había ayudado a encontrar un nuevo propósito.

—Sabes que siempre puedes hablar conmigo, ¿verdad? —dijo, acercándose y tomando mi mano.

Asentí, agradecido por tenerla a mi lado. Aunque el pasado seguía siendo parte de mí, ya no tenía el poder de controlarme. Estaba listo para seguir adelante, sin mirar atrás.

Yuri apretó mi mano con suavidad, su calidez era como un ancla que me mantenía firme en el presente. Por mucho que los fantasmas del pasado intentaran regresar, ella siempre estaba ahí, recordándome lo lejos que había llegado.

—Lo sé —respondí finalmente, mirándola con gratitud—. Y lo aprecio más de lo que puedes imaginar.

Yuri sonrió, esa sonrisa que siempre lograba aliviar cualquier peso que llevara encima. Ella nunca me presionó para hablar de lo que me atormentaba, pero siempre estaba disponible, siempre dispuesta a escuchar cuando decidiera compartir.

—¿Quieres salir a cenar junto con Ryū?

—Claro, me encantaría —respondí, sintiendo que una calidez recorría mi pecho al escuchar el nombre de nuestro hijo.

Ryū había traído una nueva luz a nuestras vidas. Cada momento con él me hacía olvidar el dolor del pasado, y aunque todavía llevaba cicatrices, el presente junto a Yuri y Ryū era mi refugio. Verlo crecer, aprender y reír me recordaba que había algo más por lo que luchar.

—Será genial pasar tiempo juntos los tres —dije, mirando a Yuri con una sonrisa—. ¿A dónde quieres ir?

Yuri se quedó pensativa un momento, como si estuviera eligiendo el lugar perfecto.

—¿Qué te parece ese restaurante familiar que tanto le gusta a Ryū? —sugirió, sus ojos brillando con ternura—. El de las hamburguesas gigantes.

—¡Perfecto! —reí—. Le encantan esas hamburguesas, y siempre se las acaba en tiempo récord. Jaja.

Yuri rió conmigo, su risa era contagiosa, y me llenaba de una calidez que pocas cosas podían darme.

—Sí, y luego siempre pide una segunda, como si la primera no fuera suficiente —agregó, recordando los momentos que compartíamos en ese restaurante.

—Es increíble cómo puede tener tanto apetito siendo tan pequeño —dije, negando con la cabeza en broma.

Ella sonrió, mirándome con una expresión que mezclaba amor y complicidad.

—Se parece mucho a ti, ¿sabes? —dijo, entrelazando sus dedos con los míos—. Siempre buscando más, siempre con hambre de algo... pero no solo de comida~

私を愛して (Kokujin no tenkousei)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora