𝟏𝟔.┊i have no words

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⊰ .⃗  CAPÍTULO 16 ⊹ ˚.
No tengo palabras
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A LA MAÑANA SIGUIENTE, COMO HABÍA PREDICHO, Sera tenía un muy bonito moretón en el lugar donde los dedos de Mulciber habían presionado su pálida piel. Sin embargo, era fácil ocultar bajo la camisa y la túnica.

Cuando llegó al Gran Comedor, Sera se unió a sus compañeros de Slytherin para desayunar, tomando asiento al lado de Regulus, que estaba rodeado de algunos estudiantes de su año. Sus ojos se posaron en la mesa y vio a Mulciber y Rosier sentados junto a su pequeño grupo de amigos.

—¿Ellos...? —preguntó en voz baja mientras se estiraba para agarrar un sándwich de pollo.

—No lo creo —negó Regulus con la cabeza, sin apartar la vista del libro que estaba leyendo.

—Bien —le dio un mordisco—. Ya tengo bastantes problemas como para tener que preocuparme de que esos dos planeen asesinarme mientras duermo.

—Sobre lo de anoche...

—Olvidemos lo que pasó —le dijo Sera—. Ahora solo tengo que hablar con Mary MacDonald y descubrir qué planea decirle a McGonagall.

—¿No será un problema que ni Mulciber ni Rosier recuerden lo que pasó? —señaló Regulus—. Los profesores podrían sospechar algo.

—No es nada de lo que debas preocuparte, Reggie —Sera sonrió tranquilizadoramente—. No importa lo que pase, nadie excepto yo sabe que estuviste allí, y no diré nada.

Sus ojos se posaron en Mary MacDonald, que se puso de pie con sus amigas. Estaban saliendo del Gran Comedor y Sera vio en ello la oportunidad de atrapar a la chica antes de que tuviera la oportunidad de hablar con McGonagall, suponiendo que no lo hubiera hecho ya, considerando que ninguno de ellos había sido llamado a la oficina del director.

—Me tengo que ir. Nos vemos en la cena —le dijo a Regulus, recogiendo su bolso antes de caminar rápidamente detrás del grupo de chicas de cuarto año de Gryffindor.

Cuando llegó al pasillo que estaba casi vacío, echó a correr para alcanzarlas. —¡Oye! ¡MacDonald! —gritó en voz alta, llamando la atención del grupo. Era imposible no ver la mirada crítica en los ojos de las cuatro chicas de Gryffindor cuando la miraron. Y algo más, ¿quizás un poco de miedo?

—¿Puedo hablar contigo, MacDonald? —le preguntó Sera cortésmente—. A solas.

—¿Por qué querría hablar contigo? —le preguntó una de las chicas, Sera no tenía ni la menor idea de cómo se llamaba. La chica se cruzó de brazos y enderezó la espalda en un intento de parecer más segura. Sin embargo, cuando Seraphina le levantó una ceja, la chica evitó inmediatamente sus ojos.

—Está bien —dijo Mary MacDonald a sus amigas—. Las alcanzaré más tarde.

—¿Estás segura? —otra de las amigas de Mary la miró con cautela.

Sera puso los ojos en blanco. —¿Podrían dejar de comportarse como si fuera una asesina en masa? —preguntó a las cuatro chicas—. Solo estoy aquí para hablar con Mary.

—Eres una Slytherin —dijo confiada, mirándola con desprecio.

Seraphina estaba empezando a sentirse realmente molesta por las chicas de Gryffindor. —Y ustedes cuatro son Gryffindors —dijo con seriedad—. Ahora que hemos aclarado eso, ¿puedo hablar con Mary antes de que todas muramos de viejas?

Seraphina esperó pacientemente a que las otras chicas se fueran antes de centrar su atención en MacDonald. —Sobre lo de anoche...

—No tienes que venir aquí y amenazarme. No voy a decirle nada a McGonagall —le dijo Mary.

—¿Qué? —preguntó Sera confundida—. No estoy aquí para amenazarte. Solo quería preguntarte qué planeabas decirles a los profesores...

—No tienes por que dar explicaciones —dijo Mary, luciendo más segura de lo que Sera creía, pero, de nuevo, era una Gryffindor. Eran valientes, pero a veces tontas—. O defender a tus amigos...

—¿Mis amigos? Te salvé de ellos —dijo Sera con incredulidad—. Un poco de gratitud sería más adecuado para esta situación que las acusaciones.

—No sé lo que quieres, pero te prometo que no iré con los profesores con esto, así que no tienes que preocuparte... —comenzó Mary, pero Sera la interrumpió.

—¿Por qué debería preocuparme? —exclamó Sera—. Te salvé, no te ataqué.

—Déjalo ya —le dijo Mary MacDonald—. No somos amigas y nunca lo seremos. No te debo nada y tú no me debes nada.

Con eso, Mary MacDonald se dio la vuelta y se alejó, dejando a Seraphina mirando incrédula el lugar que había dejado libre. No se lo podía creer. No esperaba que Mary MacDonald la elogiara, pero un pequeño agradecimiento no habría estado mal.

—¿Qué pasa, Sephy? ¿Por qué estabas hablando con MacDonald? —preguntó James, acercándose a ella con el resto de los Merodeadores.

Sera se despertó de sus pensamientos y se volvió hacia los chicos. —Uh, encontré su cuaderno en la biblioteca anoche. Así que se lo devolví —mintió Sera—. ¿Están listos para Historia de la Magia?

—¿Es posible estar listo para la Historia de la Magia? —resopló James—. No me importa nada de lo que pasó AJ.

Se dio cuenta de las miradas de confusión de todos los demás y aclaró. —Antes que James —dijo con seriedad—. En realidad estoy pensando en iniciar una propuesta para convertir el 27 de marzo en un feriado nacional. Quiero decir, podría ser el día más importante en la historia de la magia.

Seraphina se limitó a mirarle incrédula. —No tengo palabras.

—Tengo tendencia a dejar a la gente sin palabras —dijo James con aire de suficiencia, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros mientras comenzaban a caminar hacia el aula del profesor Binns.

—Te ves cansada, Sephy —observó Remus, mirándola con una preocupación que ella sabía que reflejaba la que tenía en su rostro cada luna llena cuando él parecía agotado. Eso la hizo preguntarse qué tan terrible se veía esa mañana.

—Fue una noche muy larga —dijo Sera, lo cual no era mentira—. Y mis compañeras de dormitorio tardaron una eternidad en prepararse esta mañana, así que me di por vencida y esperé a que llegara mi hora de mirarme en el espejo —señaló su rostro y su cabello y dijo—. Esto es lo que pasa después.

—Pues yo creo que te ves absolutamente deslumbrante —le dijo Sirius, con su característica sonrisa encantadora apoderándose de sus hermosos rasgos. Sera estaba bastante segura de que incluso se veía así cuando se despertaba.

Ella lo miró con una expresión inexpresiva. —Sí, claro.

—¿Qué? Realmente te ves hermosa, siempre lo eres —le dijo Sirius, sus ojos grises realmente parecían sinceros, pero su sonrisa arrogante lo arruinó.

—Canuto, no me hagas agarrar los pantalones.

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OUTCAST ━━ sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora